Si todo sale como está previsto, el próximo 12 de noviembre a las 17h (hora peninsular española) la sonda Philae se fijará a la superficie del cometa 67P/Churyumov–Gerasimenko como una garrapata. Después de 7 horas de caída libre en el que los técnicos de la Agencia Espacial Europea (ESA) ya no tendrán margen de respuesta, la sonda impactará contra el cometa y sus patas se hundirán sobre el polvo helado para convertirse en el primer vehículo que la humanidad consigue posar sobre uno de estos cuerpos celestes. "Habremos colocado un objeto de 1 metro cuadrado en un cuerpo de 4 km de diámetro a una distancia de 400 millones de kilómetros", explica a Next Laurence O'Rourke, coordinador de Operaciones Científicas de la Misión Rosetta. "Y lo habremos hecho con una precisión de milímetros".
Como si fuera un parásito, el primer paso de Philae en su nuevo destino será el de aferrarse firmemente a su superficie. En el momento del impacto se desplegarán de cada una de sus tres patas unos pequeños taladros para fijarse al hielo. Bajo el cuerpo principal, dos arpones de dos metros de longitud se clavarán en el suelo al primer contacto y empezarán a tomar datos desde ese mismo instante. En función de la velocidad con que avancen los anclajes, los técnicos de la ESA sabrán si la composición del cometa es más polvo que hielo o viceversa. Y después seguirán más de 50 horas de toma de datos científicos.
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El impacto será muy suave, por la baja gravedad del cometa.
Uno de los factores que diferencian este aterrizaje de anteriores misiones como las enviadas a Marte o Titán es la bajísima gravedad del cometa. "La fuerza con la que atrae a los cuerpos es 10.000 veces más débil que en la Tierra", explica Miguel Pérez de Ayúcar, científico español de la misión Rosetta, "de modo que el módulo de 100 kg pesará apenas 10 gramos sobre el suelo del cometa”. Esto significa que a pesar de descender en 22 km de caída libre impactará a unos 3km/h contra la superficie, un golpe suave, como el pequeño empujón que alguien nos da en el metro. Pero esa ventaja no contrarresta los riesgos del aterrizaje en la zona elegida, el denominado punto J, un lugar con luz suficiente y una posición que permite las comunicaciones con Rosetta.
Un vistazo detallado a la zona elegida para el aterrizaje permite comprobar que no será tarea fácil. "El punto J es una zona con acantilados y agujeros, de algunos de los cuales sale gas", asegura O'Rourke. "Esos puntos que se ven diminutos en la imagen son rocas de 12 metros de altura, bloques de hielo y polvo acumulados sobre el cometa". Cuando el pequeño módulo Philae (de apenas 1 metro) llegue a su destino corre el riesgo de caer en una de las zonas irregulares y arruinar la misión. "Si cae en una zona con una inclinación de más de 30 grados", admite el coordinador de Operaciones Científicas, "puede empezar a caerse". Para esta situación los científicos han incorporado un cable en el interior de los arpones que conecta con un motor, de modo que la sonda puede quedar colgando momentáneamente y remolcarse hasta alcanzar una posición estable.
En la zona de aterrizaje hay precipicios y rocas de hasta 12 metros.
¿De qué está hecho el suelo del cometa? "No lo sé", puntualiza O'Rourke divertido, "¡para eso hemos enviado una sonda allí!". Si el terreno es demasiado blando, el módulo puede hundirse más de la cuenta en el cometa y arruinar la batería que se alimenta con energía solar y que prolongaría su vida tres meses. "En ese caso el módulo contaría solo con la vida de la primera batería", explica el científico, "de unas 65 horas". Una vez instalado sobre la superficie, Philae podrá girar su 'cabeza' 360 grados, pero permanecerá inmóvil en el lugar de aterrizaje, desde donde desplegará siete cámaras para tomar imágenes y diez instrumentos científicos para estudiar el núcleo del cometa.
Siete horas conteniendo el aliento
Mucho antes del momento emocionante del aterrizaje, los técnicos de la ESA habrán vivido siete horas de infarto en el que el éxito de la misión dependerá de las decisiones que tome el propio módulo autónomo. Previamente, Rosetta se elevará momentáneamente para colocarse a 22 km sobre el cometa y soltar a Philae con un doble mecanismo, mecánico y pirotécnico. "Si no estamos totalmente seguros de estar en el sitio correcto", explica O'Rourke, "podemos tomar la decisión de abortar y retrasar la misión unas semanas". En esta secuencia de movimientos de la sonda, que comenzará 11 horas antes de la separación, la ESA tiene previstos varios puntos críticos (denominados por los ingenieros como Go/No Go) en los que podrían detener la operación y esperar un mejor momento.
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Pero si nada se tuerce a última hora, Philae se separará de Rosetta a las 9,35 hora española para hacer historia. Cuando esté a 100 metros de distancia desplegará sus patas y a partir de ahí será totalmente autónomo. Si algo falla, el propio módulo tiene previstas varias alternativas, pero los técnicos de la ESA no podrán hacer nada desde tierra. En esos instantes, durante las 7 horas de caída libre, el módulo nos mandará una imagen de Rosetta, según O'Rourke, "como una pequeña que le dice adiós a su madre". Después, y aunque el módulo se estrellara, la propia Rosetta seguirá acompañando al cometa en su aproximación al Sol hasta el momento de máximo acercamiento en agosto de 2015, donde el objeto tendrá una cola de 100.000 km que podremos ver de cerca.
"TODO ES EXTRAÑO EN ESTE COMETA"
Laurence O'Rourke, coordinador de Operaciones Científicas
¿Cuáles son las sorpresas que Rosetta ya nos ha dado?
Hay muchos datos nuevos. El primero es la forma del cometa, el hecho de que no sea nada regular y tenga la forma de pato, con dos partes, no nos lo esperábamos. Lo segundo es su superficie. Sus cráteres no son como los que conocemos, están llenos de polvo y hay pocos sitios de hielo, al contrario de lo que creíamos. Todo es muy extraño.
¿Qué datos nuevos sobre el Sistema Solar puede aportar la misión?
Hay una parte muy importante que es el estudio del deuterio, un isótopo del hidrógeno, y tenemos más o menos los datos, aunque todavía no podemos decir nada. Esto puede explicarnos cuál es el ratio de descomposición de este isótopo y compararlo con la edad del agua de la Tierra. Es decir, puedes saber si los cometas pudieron ser el origen del agua en la Tierra, eso es lo que estamos intentando averiguar.
Respecto a la forma, ¿qué sentido tiene esa especie de desgaste por el centro del cometa?
El hecho de que el gas se produzca más o menos por el cuello del cometa podría explicar por qué tiene esa forma tan rara. Parece que el cuello tiene formas más abiertas donde el hielo aparece y se vuelve a retirar. También hay estudios que dicen que son dos cuerpos que han conectado en la formación.
¿Cuál es la pregunta que le gustaría responder con esta misión?
Todo es importante. No solo la estructura, sino también la superficie del cometa, dónde se están produciendo los gases... Tenemos 11 instrumentos y cada uno está generando información sobre el cometa y hay que combinar los resultados para sacar conclusiones más generales. El origen del agua es una de las cuestiones más importantes, pero también saber cómo evolucionan los cometas durante su órbita, cuándo empiezan a activarse, cuando comienzan a dormir... Ponerse al lado de un cometa y ver cómo evoluciona es algo único y está dando muchísimos datos. Es algo impresionante.
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