Sir Alex Ferguson, Carlo Ancelotti, Jose Mourinho, Falcao.... Pero ni rastro de Rafa Benítez o Florentino Pérez. Ni una sola cara conocida del Real Madrid, ni ejecutivos ni futbolistas. Una decisión que no ha extrañado a Cristiano Ronaldo, quien no esconde que su relación con el Real Madrid y con el presidente se han enfriado mucho en los últimos tiempos.
Todo lo ocurrido durante la semana pasada ha deteriorado notablemente la relación entre el delantero y el presidente. Sus declaraciones a Kicker abriendo la puerta a una salida ("¿Irme del Real Madrid algún día? ¿Por qué no?"), fueron reprimidas antes las cámaras por Florentino Pérez a la llegada del equipo al Bernabéu antes de medirse al PSG: "¿Por qué has dicho eso?". Cristiano se excusó culpando al diario alemán ("no he dicho eso, he dicho diferente"), pero al finalizar el partido se acercó a Laurent Blanc, técnico del PSG, para decirle algo al oído. La prensa francesa sostiene que el luso le dijo a Blanc: "Me gustaría mucho trabajar con usted". Más allá de lo que le dijese, en la planta noble del Bernabéu se ha entendido el gesto como un desplante, como un desafío al presidente tras la reprimenda televisada. Para concluir el tumultuoso partido ante el PSG, Cristiano se despidió afectivamente del jeque Al-Khelaifi en la zona mixta, ante la vista de todos, con un guiño cómplice al multimillonario dueño del PSG.
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El partido ante el PSG ha crispado el ambiente: las declaraciones del luso a Kicker sugiriendo que se puede ir, la reprimenda ante las cámaras de Florentino, la confidencia al oído de Blanc, el saludo al jeque en la zona mixta del Bernabéu...
Ayer Cristiano se encontró solo en la premier de su película en Londres. El portugués no esperaba la visita de Rafa Benítez, con quien no mantiene más relación que la estrictamente imprescindible por su trato profesional, ni de ningún compañero. Sin embargo, lo que ha entendido como una declaración de intenciones es la ausencia de Florentino Pérez. Nunca ha mantenido con él una relación como la que tiene con Ferguson o Ancelotti, por ejemplo. Pero a Pérez se le ha visto especialmente implicado en agradar al jugador en los últimos actos organizados en el Bernabéu (el de la renovación y la conquista del título de máximo goleador del club). El presidente le ha regalado los oídos con halagos y repitiendo hasta la saciedad que "Cristiano es el mejor jugador del mundo". Pero los devaneos del futbolista con el PSG y sus declaraciones contemplando una posible marcha han encendido a Florentino y a su Junta Directiva.
El lunes se presentaron en Londres un cámara y un reportero de uno de los medios obedientes a Florentino con el próposito de arrancar a Cristiano una declaración cerrando el culebrón de su posible salida: "¿Te quedas en el Real Madrid? ¿Te retiras en el Madrid?" Pero la respuesta, tras tomarse unos segundos, no fue convincente. "...Ojalá que sí. Tengo dos años más, es el mejor club del mundo y estoy contento ahí". Segundos después advertía en perfecto portugués a las televisiones de su país: "¿Volver a trabajar con Mourinho? ¿Por qué no". E instantres más tarde declaraba ante los medios ingleses: "Me gustaría volver a jugar en la Premier". Una versión y un idioma para cada respuesta. Contestaciones políticamente correctas que no convencen a nadie en la Casa Blanca.
Por eso Cristiano, "en uno de los día más importantes de mi vida", no encontró respaldo alguno del Real Madrid. La brecha entre el jugador y el club es insalvable ya. El pasado verano el jugador ya advirtió a Mendes que quiere salir del club y por eso peinaron el mercado en busca de ofertas. Una oferta que puso encima de la mesa el dueño del PSG, Al-Khelaifi. Pero Florentino estimó que no era el momento y descartó los 120 millones que estaba dispuesto a ofrecer el jeque. Ahora la situación es muy diferente. Cristiano ha activado los resortes para prerarar su marcha produciendo un distanciamiento con el club, con una afición que le pita, un entrenador con el que no tiene ninguna empatía y un presidente que dedica sus mimos a Bale. Florentino se ha cansado de los desplantes del portugués.