Mike Pence es el gobernador de Indiana, uno de los políticos más retrógados de los Estados Unidos donde la competencia no es precisamente baja. Su última ocurrencia ha sido promulgar una “ley de libertad religiosa” que, entre otras cosas, permite a los comercios no aceptar homosexuales por motivos de conciencia. El revuelo, como era de esperar, ha sido importante y, aunque esto no es tan común, ha salpicado de lleno al deporte.
¿Por qué? Este fin de semana se celebra en Indianápolis la final a cuatro del campeonato universitario de baloncesto. Un evento enorme que tiene a millones de personas en vilo y suscita más comentarios que cualquier otro momento deportivo en el año a excepción de la Superbowl. Un fiestón.
No pasó tiempo para que las primeras voces del deporte se rebelaran contra el hecho de ir a un estado en el que se ha dado un golpe contra la igualdad. Primero fueron los pocos deportistas homosexuales que han reconocido su homosexualidad. Greg Louganis, cuádruple campeón olímpico en salto de trampolines, manifestó que todo el mundo debería “sentirse avergonzado” por una ley así y que “la mayoría del pueblo de Indiana estará avergonzada también”. También Jason Collins, que en febrero del pasado año se convirtió en el primer jugador de baloncesto en activo en salir en una revista diciendo ser gay, hizo su parte mandándole un twitt al gobernador Pence en el que le preguntaba “¿Será legal que alguien discrimine a mí y a otros que vayamos a la Final Four?”.
No han sido los únicos en escandalizarse con la medida, incluso hay respuestas concretas en contra de la celebración de la final a cuatro en Indiana. Por ejemplo, no habrá ningún representante del estado de la Univesidad de Connecticut porque el gobernador del estado Dannel P. Malloy ha prohibido por medio de una orden ejecutiva que se viaje a Indiana con fondos públicos. Como la universidad está financiada por el estado su entrenador, el exjugador Kevin Ollie, se quedará en casa viendo el gran baile.
Algunas leyendas del baloncesto, como Charles Barkley, han llegado a pedir que la cita se cambie de lugar. “La discriminación, en cualquiera de sus formas, es inaceptable. Mientras exista una legislación contra los gays en cualquier estado creo profundamente que eventos de la magnitud de la Final Four o la Super Bowl no pueden celebrarse en esos lugares”, dice el exjugador que hoy en día es el comentarista de baloncesto más influyente.
También la propia organizadora del torneo, la NCAA, ha expresado sus dudas sobre la Ley de libertad religiosa de Pence. En un comunicado su presidente Mark Emmert, ha dicho que están “especialmente preocupados sobre como la legislación puede afectar a los estudiantes-jugadores y empleados”. Indiana es un estado en el que tradicionalmente ha habido un gran baloncesto y, de hecho, la sede de la NCAA se encuentra allí.
Incluso las cuatro universidades que participarán en el evento, Kentucky, Duke, Michigan State y Winsconsin han emitido comunicados de repulsa ante la ley de Pence. “Tenemos un fuerte y durable compromiso con los valores de tolerancia, diversidad e inclusión”, dice el presidente de la UK, Eli Capilouto. “Repudiamos cualquier intento de discriminación”, añade Michael Schoenfeld, vicepresidente de relaciones gubernamentales de Duke.
Una leyenda del baloncesto de Indiana, Reggie Miller, que hoy es comentarista televisivo, también tiene clara su posición ante la legislación del estado que le vio sus mejores tardes. “Nunca me he metido en política pero estoy totalmente en contra de esta ley aprobada en Indiana. Creo en la inclusión y no en la exclusión de todos, sea cual sea su color o condición sexual”, ha dicho recientemente, en la misma línea que su equipo, los Pacers, que sacaron un comunicado alejándose de la línea política del gobernador: “Vamos a asegurar que todos los aficionados, jugadores y empleados se sientan bienvenidos en todos los eventos de la NBA, la WNBA en Indiana”.
Otro deporte con gran tradición en el estado Hoosier es el automovilismo, pues allí la NASCAR celebra sus míticas 500 millas de Indianapolis. “Estamos decepcionados con la legislación de Indiana. No participaremos en la exclusión y la intolerancia”, han afirmado en un comunicado.
Es evidente que Pence no pensaba que una ley pudiese tener tanta contestación, pues estos testimonios son solo del mundo del deporte, la sociedad civil ha sido aún más fiera con el intento de restringir los derechos de los homosexuales por parte del gobernador. Aunque en los primeros compases defendió con ahínco que su ley no había sido correctamente entendida, ahora ya empieza a dar su brazo a torcer.
“Después de mucha reflexión y consulta con los líderes de la Asamblea he llegado a la conclusión de que será mejor cambiar la legislación las próximas semanas para dejar claro que no le da a los comercios el derecho a negar el servicio a nadie”, dice Pence. También reconoce que no ha llevado de la mejor manera posible toda la controversia que ha suscitado el cambio de legislación.