Tal vez el fútbol es tan grande por la suma de tantos momentos pequeños que permanecen en las memorias. Uno de ellos ocurría en febrero de 1996, ahora hace 25 años y medio, cuando un club de Segunda División B como el Numancia de Soria, revelación de la Copa del Rey, estuvo a punto de tumbar al todopoderoso Barça que entrenaba Johan Cruyff.
No recurriremos al manido pasaje bíblico de David y Goliath aunque bien podríamos hacerlo en este caso habida cuenta de la diferencia entre los dos rivales que se enfrentaron en aquella eliminatoria copera. Los azulgranas vivían la etapa posterior al Dream Team que encadenó cuatro Ligas entre 1990 y 1994, ganó la Champions en 1992 y perdió otra final dos años después ante el Milan. En la temporada que nos ocupa, la 95/96, las estrellas del equipo eran Figo, Guardiola, Hagi o De la Peña.
El equipo soriano hacía honores a su nombre con defensas numantinas que le servían para colarse en los cuartos de final de la Copa después de eliminar a tres equipos de Primera como la Real Sociedad, el Racing de Santander y el Sporting de Gijón. Todos ellos cayeron eliminados frente a un rival en teoría menor pero en la práctica superior en el campo. Paso a paso, campanada a campanada, el Numancia que entrenaba Miguel Ángel Lotina protagonizaba una gesta histórica que desembocaría en el enfrentamiento contra el Barça.
En el partido de ida, disputado en el estadio de Los Pajaritos -conocido desde entonces en toda España-, el Numancia logró adelantarse en el primer minuto del partido con gol de Kike Alonso. Remontaron los culés con dos goles en seis minutos de un joven Juan Carlos Moreno -que años después, cosas del destino, triunfaría en el Numancia-. Y cuando casi se tocaba el minuto 90, los sorianos empataban merced a un gol de Movilla. 2-2. Milagro para los sorianos. Bochorno para los azulgranas. Asombro para el resto de aficionados al fútbol de toda Europa. Un Cruyff desatado declaraba en la rueda de prensa posterior que no había hecho cambios "para que se vean quién hace el ridículo".
El sueño de tumbar al Barça no fue posible. Pero el milagro de haber llegado hasta esa ronda ya era una realidad. Aquel equipo se metió en el corazón de casi todos los futboleros
Quedaba el partido de vuelta. Y otra campanada del Numancia empezaba a parecer plausible. Más aún cuando en el minuto cinco del segundo encuentro, en el Camp Nou, Barbarín adelantó otra vez al equipo visitante. Ver para creer. Sin embargo, la lógica del presupuesto se impuso una vez más. Antes del descanso los goles de Kodro, Óscar y Nadal daban la vuelta al marcador y sellaban el pase del Barça a semifinales.
Mil y una anécdotas que se han contado de aquella eliminatoria demuestran la humildad del club soriano. Por ejemplo, cómo los jugadores decidieron borrar la publicidad de sus camisetas para el partido en Barcelona porque el anuncio versaba sobre un producto ganar vigor sexual. O cómo para la ida en Los Pajaritos hubo que colocar gradas supletorias porque toda Soria quería ir al partido. Sin embargo, en lo futbolístico, en el terreno de juego, lo cierto es que el Numancia rozó lo imposible.
El sueño de tumbar al Barça no fue posible. Pero el milagro de haber llegado hasta esa ronda ya era una realidad. Aquel equipo se metió en el corazón de casi todos los futboleros. Y los hechos milagrosos continuaron. Porque ese conjunto que sin duda tenía algo especial lograba en 1999 el primer ascenso a Primera. Su técnico, Lotina, pasaría por varios equipos más grandes. Uno de los jugadores era Raúl Ruiz, que hoy presenta un programa futbolístico en Movistar.
Pasaron los años de gloria. Los numantinos descendieron la pasada temporada a Segunda RFEF (antes Segunda B). Pero todos los aficionados seguimos recordando su gesta de 1996. Uno de esos pequeños momentos que hacen tan grande el fútbol.