Francesc Moragas, hijo de una familia de la alta burguesía catalana, queda huérfano de padre a los 13 años. Eso trastoca su vida personal y deja una impronta indeleble en su carrera profesional ya que su padrastro, un experto en seguros, le inculcaría el interés por el estudio de la previsión social, un concepto inédito entonces. Nacido en 1868, la España que le tocó vivir es un país en decadencia que se estaba quedando atrás en la Revolución Industrial. Una agricultura poco productiva era la base económica de un país con múltiples deficiencias: la infraestructura de transportes, el desequilibrio fiscal, la inestabilidad monetaria… y un sistema financiero muy poco desarrollado.
La restauración de la monarquía en 1874 inauguró un periodo de relativa estabilidad política, con alternancia de gobiernos liberales y conservadores, pero la pérdida de Filipinas, Cuba y Puerto Rico en 1898, demostró a la mayoría el atraso en el que vivía el país y provocó una fuerte crisis económica que impulsó las protestas sociales.
Antes de eso, ya Francesc se había interesado por la política. En Cataluña predominaban los partidos nacionalistas: los conservadores de la Lliga Regionalista y los republicanos del Centro Nacionalista Republicano. Él pertenecía al partido catalanista conservador, en su ala más moderada. Empezó la carrera de derecho en 1887 y no la acabó hasta 1894 debido a que se dedicaba a más actividades. Un hecho determinante fue el viaje que realizó en 1889 a la Exposición Universal de París, por encargo de su padrastro. Allí pudo conocer el papel de entidades como la Caisse d’épargne et de prévoyance des Bouches-du-Rhône et de la Corse, fundada en Marsella en 1821, y que le sirvió de inspiración.
En 1894 ya era abogado, como su padre y su padrastro, y director de la revista Los Seguros, sustituyendo a su recién fallecido padrastro. Fue ganando reconocimiento y prestigio en su profesión, relacionándose con los núcleos industriales de la burguesía catalana y, a través de la revista, dio a conocer su ideario social, reformista, liberal y cristiano. En 1895, contrajo matrimonio.
Las huelgas que se produjeron entre 1898 y 1903 causaron una gran conmoción en la sociedad catalana. En 1902 Moragas fundó la Revista Social, dirigida a un público más amplio que Los Seguros y con un contenido menos técnico, para difundir sus ideas sociales y las de otros pensadores y empresarios. Moragas acusa a los poderes públicos y a las clases altas de la sociedad de temer al proletariado por las reivindicaciones revolucionarias, por el miedo a un cambio social, olvidando la continua debilidad de sus medios de subsistencia.
Moragas consideraba que, en una economía moderna, la colaboración del trabajo, el capital y la tierra debía permitir no solo pagar las rentas a todos los que participaban en la producción, sino también generar un excedente (ahorro). Al mismo tiempo, reconocía que las enfermedades, el desempleo, los accidentes laborales y, finalmente, la jubilación podían interrumpir el flujo de ingresos del trabajador y, por lo tanto, de la familia, y provocar un desequilibrio del que no podía salir por sí solo, introduciéndole en un círculo vicioso que conduciría a la miseria.
En una economía moderna, la colaboración del trabajo, el capital y la tierra debía permitir no solo pagar las rentas a todos los que participaban en la producción, sino también generar un excedente (ahorro)
El ahorro permitiría guardar y, sobre todo, incrementar la riqueza del trabajador, especialmente para hacer frente a la pérdida de ingresos resultante de la jubilación. Este debía ser, eminentemente, personal y familiar, es decir, tenía que partir de la iniciativa, frugalidad y perseverancia del obrero, que debía saberse responsable de ese ahorro mediante la previsión. El seguro, por su parte, permitiría hacer frente a contingencias que redujesen los ingresos de la familia, de acuerdo con las leyes de la estadística y la matemática.
La huelga general de febrero de 1902 paralizó la ciudad de Barcelona y prácticamente toda Cataluña, originando una feroz represión que se saldó con 13 muertos. Muchas personalidades comprendieron que era urgente tratar de remediar los graves problemas que acuciaban a la clase obrera. Las siete sociedades económicas y patronales catalanas más importantes, inspiradas por Moragas, abrieron una suscripción popular para ayudar a los huelguistas, y se proponía “la fundación de cajas de retiro para obreros u otra institución benéfica de defensa social con mira a la defensa de las clases trabajadoras”.
La suscripción popular recogió una cifra significativa, que proporcionó ayudas económicas a los huelguistas heridos y a las familias de los fallecidos. Posteriormente, se formó una comisión para la creación de una caja de pensiones, en vez de la caja de retiro mencionada en el llamamiento. La comisión trabajó con rapidez y, el 10 de julio de 1902, presentó el proyecto Bases para la creación de la Caja, redactado por Moragas. Las gestiones para su puesta en marcha no fueron fáciles, pues el sobrante de la suscripción popular no cubría, ni de lejos, la cifra que se consideraba necesaria para su creación.
Tras la huelga general de febrero de 1902, muchas personalidades comprendieron que era urgente tratar de remediar los graves problemas que acuciaban a la clase obrera
Finalmente, con el apoyo de la monarquía española, con un donativo de 25.000 pesetas que se sumaron a las 62.590 de aportaciones privadas y del remanente de la suscripción popular de 1902, se funda el 5 de abril de 1904 la Caja de Pensiones para la Vejez, y la inauguración oficial tuvo lugar el día 16 del mismo mes, con la presencia del rey Alfonso XIII, que aceptó la presidencia de honor. Lluís Ferrer-Vidal, presidente de la patronal Foment del Treball Nacional, fue el primer presidente de la entidad, y Moragas, su secretario y director general.
El presidente señaló, en su discurso inaugural, los caracteres de la nueva entidad: su objetivo era el bienestar material de los obreros; se trataba de una iniciativa privada, con el apoyo del Estado, pero sin cargar su presupuesto; con la colaboración voluntaria de los patronos.
Entre la inauguración oficial de abril de 1904 y la apertura de la primera oficina, en julio de 1905, se produjo un hecho importante: Moragas se dio cuenta de las limitaciones de su proyecto, si se ceñía exclusivamente a las pensiones, y, por ello, incorporó también las operaciones de seguro de primer grado, o sea, de ahorro. Promovió también el cambio de los estatutos y la denominación definitiva de la entidad fue "Caja de Pensiones para la Vejez y de Ahorros". Hasta 1917 (la Primera Guerra Mundial había mejorado la situación económica española gracias a su neutralidad) no empieza a ser un competidor serio a la banca nacional al ampliar sus servicios de “libreta de ahorros”, a la creación de cuentas corrientes, imposiciones preferentes de ahorro y depósitos especiales de ahorro, pensados para los clientes más adinerados. También se impulsó el crédito.
Última etapa, CaixaBank
No hay suficiente espacio para contar el resto de la Historia, que es básicamente de expansión y crecimiento. Moragas fue director general hasta 1935, cuando murió, y Ferrer-Vidal presidente hasta 1936, cuando falleció meses antes del inicio de la Guerra Civil (tras ella la entidad respetó los depósitos de los clientes en pesetas republicanas). Por aquel entonces los empleados no llegaban a 800.
En 1990 cambia la denominación, tras absorber a la Caja de Barcelona, a Caja de Ahorros y Pensiones de Barcelona, que mantuvo el nombre comercial de “La Caixa”. Los fuertes cambios en el sector financiero español posteriores a la crisis de 2008 llevan en 2011 a la creación de Caixabank. En esa fecha los empleados superaban los 50.000. Finalmente, a finales de 2020 se fusiona con Bankia, si bien no cambia el nombre. Sus principales accionistas son la Fundación “la Caixa” con un 30% y el estado español con un 16%, que viene heredado de Bankia y que se espera sea colocado entre inversores privados en un futuro cercano.