El ministro de Economía, Luis de Guindos, se juega el puesto de presidente del Eurogrupo en el baile de altos cargos que se orquestará en Bruselas en noviembre. “Pese a la insistencia del holandés Jeroen Dijsselbloem de agotar el mandato y continuar más allá de noviembre, si Guindos no consigue el sillón entonces lo tendrá mucho más difícil luego. Es en noviembre o nunca”, explica una fuente comunitaria.
Y precisamente ese escenario de salida del titular de Economía en noviembre es el que desde hace semanas está acariciando cual preciado tesoro el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro. “Se trata de su momento para postularse a la vicepresidencia económica, flanqueado por un equipo de confianza compuesto por los hermanos Nadal y Fátima Báñez de ministros”, sostienen varias fuentes cercanas al Ejecutivo.
En los últimos tiempos, el ministro responsable de las arcas del Estado parece levitar un palmo por encima del suelo. Lejos queda esa rueda de prensa del 26 de abril de 2013 en la que el Gobierno al completo tuvo que bajar los brazos y reconocer la delicada situación de las cuentas públicas. Aunque haya sido a costa de subir la presión fiscal hasta máximos históricos, los ingresos por fin repuntan. Casi con aire triunfal, Montoro recuerda la adversidad a la que se enfrentaban y defiende el giro que han dado los acontecimientos en los últimos meses: “¿Qué experto anunciaba con el rescate llamando a la puerta que seríamos capaces de darle la vuelta a esto y recuperar la recaudación? Ahora mismo entra más dinero en la Agencia Tributaria, y eso no es un indicador sintético o una encuesta. Se trata de dinero contante y sonante que está en la caja, y sin que haya inflación”.
El ministro considera que los hechos le han reivindicado y vislumbra la oportunidad de cobrarse una pieza de caza mayor. “Ahora dicen que no puedo ser vicepresidente porque vendo mal. Pero claro, eso es lo que tiene hacer política sin dinero, eso sí que es complejo y difícil de vender”, comenta en privado Montoro.
La travesía del desierto
Según diversas fuentes conocedoras de los entresijos del partido, después de padecer la larga travesía por el desierto de la mano de Mariano Rajoy durante el Gobierno de Zapatero, fajándose un día sí y otro también en el triste ruedo de la oposición mientras algunos de sus compañeros hacían caja en el sector privado, Montoro entendía que se le recompensaría con la vicepresidencia económica tan pronto como el PP recuperase el poder.
Sin embargo, en ese instante de gloria se le interpuso Guindos, una especie de outsider sin anclajes en el partido a quien el titular de Hacienda achaca la pérdida de su ansiada vicepresidencia. Sin importar el sacrificio de Montoro abandonando a su suerte su despacho particular, Rajoy colocó a ambos como iguales. Y Cristóbal se sintió muy defraudado. “Habiendo sido ya ministro, para ese viaje no hacían falta alforjas”, apunta alguien próximo al titular de Hacienda.
Aunque de forma indirecta y muy en su línea, Mariano Rajoy se justifica y le hizo llegar una explicación a Cristóbal. De acuerdo con esta versión, la razón de que Montoro no sea vicepresidente económico estriba en que Bruselas obligó a Mariano a convertirse en responsable directo y garante de todas las medidas de corte económico que se adoptasen. Pese a su habitual dejar hacer, Rajoy forzosamente tenía que presidir y controlar la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, el órgano en el que todos los jueves se discute y perfila la política económica del Ejecutivo tutelada por Bruselas.
Desde las pensiones a las alzas tributarias pasando por los hispabonos, la amnistía fiscal o incluso la reforma energética, todos y cada unos de los grandes asuntos han provocado airadas desavenencias entre Guindos y Montoro. Sin embargo, fiel a su impronta, Mariano siempre dejó que las discusiones se eternizasen sin moderarlas o cerrarlas con un golpe en la mesa. “Los ministros nunca han recibido unas directrices claras, cada uno improvisa por su cuenta y ello fomenta aún más los choques de egos”, relata un testigo.
Así las cosas, la bicefalia ha acabado muy deteriorada, Guindos está harto y se muestra dispuesto a abandonar su cartera en cuanto pueda, dando por resuelta la reforma del sector financiero.
Con Guindos fuera de la escena y Rajoy habiendo abandonado la presidencia de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos, la ocasión la pintan calva. Durante la segunda parte de la legislatura, la política económica se relegará a un segundo plano ante el ingente reto de reconducir la situación en Cataluña, y Montoro podría aprovecharlo para reclamar la vicepresidencia económica. De acuerdo con diversas fuentes, su intención consiste en rodearse de su antiguo equipo en la oposición. De tal forma que Fátima Báñez seguiría a cargo de Empleo. El actual jefe de la Oficina Económica de Moncloa, Álvaro Nadal, ocuparía la cartera de Economía. Y su hermanísimo, Alberto Nadal, ahora en plena campaña de imagen, ascendería de secretario de Estado de Energía a titular de Industria.
"No obstante, conociendo a Rajoy siempre existen otras opciones para reemplazar a Guindos, como por ejemplo el ministro Soria o el secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz", pronostica una voz del partido. Máxime cuando Rajoy ha vuelto a hacer gala con su último nombramiento de su tendencia a mantener un cierto equilibrio de poderes: en lugar de designar como ministro de Agricultura al candidato de la vicepresidenta Soraya, el secretario de Estado de Medioambiente y abogado del Estado, Federico Ramos, Rajoy optó por un perfil más técnico como Isabel García Tejerina.
De hecho, la formación del equipo de Montoro con los Nadal y Báñez se interpretaría como una victoria de 'los sorayos', el grupo que bajo la égida de la vicepresidenta se ha constituido como un auténtico poder en la sombra copando por doquier altos puestos de la Administración. Así que no sería de extrañar que Rajoy pusiese otra vez pie en pared y frenase algunas aspiraciones.