Tras el desembarco en Banco Popular y el control de la fuga de depósitos, una de las primeras prioridades de Banco Santander será poner orden en la maraña de sociedades participadas de la entidad. Y ahí brilla un nombre con luz propia, Värde Partners, con el que Ana Botín tendrá que sentarse para resolver el futuro de dos de las grandes participadas: WiZink y Aliseda. Cada uno tiene la sartén por el mango en una de las participadas, por los que están condenados a entenderse, según fuentes financieras consultadas por este medio.
Como explica un banquero de inversión, "con la compra de Popular a Santander no sólo le llega la novia, también los suegros y los cuñados". Así, el banco comprador tendrá que ir uno a uno sentándose con todos los socios de Popular: Värde en Wizink; este mismo fondo y Kennedy Wilson en Aliseda; Crédit Mutuel en los cajeros; Del Valle en su participada mexicana BX+; Allianz con el negocio de fondos y seguros; e incluso los TPVs o medios de pago.
Y todo teniendo en cuenta que Emilio Saracho deshizo dos de las alianzas: la nueva en crédito al consumo que Ángel Ron había alcanzado con el fondo Pepper Group, y otra con Crédit Mutuel en Targobank.
De todas éstas, con las que más se juega Banco Santander son con Allianz Popular, Aliseda y WiZink. Esta última lleva en venta meses, en un proceso en el que estaba asesorando Bank of America Merrill Lynch. Värde tiene un 51% de esta filial de tarjetas de crédito, que adquirió en 2015 por 510 millones. Esta filial, antigua Bancopopular-e, agrupa el negocio de tarjetas de Popular, el de Citi y el de Barclays en España y Portugal.
El terreno de juego
Las negociaciones de Santander con Värde sobre esta financiera son muy esperadas en el sector, aunque fuentes financieras señalan que el fondo tiene las de ganar, ya que se protegió de posibles circunstancias como con las actuales con varias cláusulas. Una de ellas establece que si "hay un incumplimiento de sus obligaciones sustanciales por parte del vendedor" puede forzar a Popular (ahora Santander) a recomprarle el su 51% por el valor de mercado más un 25%.
Para ello, cada parte nombraría un banco de inversión y si sus tasaciones se alejaran más de un 10% en sus conclusiones se elegiría a un tercero independiente. Con la compraventa de 2015, el 49% de Popular en WiZink se valoró en 490 millones, y las últimas cuentas del banco elevan la tasación hasta 771 millones. En el mercado incluso se aumenta esta valoración hasta cerca de 1.000 millones. De acuerdo a estas tasaciones, Värde podría forzar a Santander para que recomprase su 51% por más de 1.200 millones, con enormes plusvalías.
Hay otra posibilidad, ya que fuentes próximas al fondo hablan de otra cláusula adicional, en la que Värde podría comprar forzosamente el 49% de Santander en WiZink al haber cambiado de control Popular. Y lo podría hacer con descuento sobre el valor de mercado.
Esta supuesta posición de ventaja deja de ser tal en Aliseda, donde Värde y Kennedy Wilson tomaron un 51% en 2013 por 715 millones de euros más otros 100 millones a desembolsar en los siguientes ejercicios en función de una serie de objetivos.
La posible venta de WiZink ha generado mucho interés en el mercado en los últimos meses, aunque es Värde tiene el control y la última palabra
Esta filial se encarga de gestionar los inmuebles y los créditos ligados al ladrillo de Popular, mientras que es Altamira (85% de Apollo y 15% de Santander) la que hace lo propio en el grupo presidido por Botín. Se da la circunstancia de que hay parte de los inmuebles –los que procedían de Banesto-administrados por Aktua, de Lindorff.
Por ello, Santander tendrá que reordenar estos contratos en medio de una aceleración de la venta de inmuebles, sobre todo los de Popular, por lo que Aliseda podría quedarse casi sin ladrillo que gestionar. De ahí que se espere que lo que se negocie por un lado con WiZink pueda influir con Aliseda, y viceversa.