Las pizzas frescas de Casa Tarradellas (y de Hacendado), el producto Yatekomo, mejor innovación de toda España en 2015, los cafés La Estrella, las cápsulas Dolce Gusto (Nestlé). Los lineales de los supermercados españoles están llenos de innumerables productos por todos conocidos, con marcas propias o marcas blancas, que son fabricados en Cataluña o por empresas catalanas. Cada día, decenas de miles de consumidores del resto de España apuestan por estos productos. Grandes compañías nacionales como GB Foods (Gallina Blanca), multinacionales como Nestlé, Danone o Unilever o grandes grupos de distribución como Lidl y Aldi tienen sus sedes en la comunidad autónoma. Para Mercadona, es la segunda comunidad con más interproveedores tras la propia Comunitat Valenciana.
Y es que la industria alimentaria catalana es la más potente de España. Según datos del Ministerio de Industria, en 2014 facturó 21.261 millones de euros dando trabajo a 422.432 personas. Supone un 24% de toda la industria española y es la primera industria según la Generalitat. Pero si hablamos de empresas grandes (más de 500 trabajadores), encontramos que en Cataluña se ubican un 35% de todas la empresas grandes alimentarias españolas. Casi el doble que la siguiente autonomía con más ventas en el sector: Andalucía, que llega a los 13.000 millones.
De toda esta facturación, aproximadamente un 60% se factura en el mercado catalán y en el resto de España. Según datos de la propia Generalitat de Catalunya, en 2013 las empresas catalanas exportaron 8.127 millones de euros, un año en el que el total de sus ventas fueron 20.670 millones de euros. De este modo, un casi un 61% de las ventas se realizan en el mercado interior, incluido el catalán.
Grandes compañías afectadas
Navegando entre dos aguas y con muchos clientes en el resto del país, grandes con sede en Cataluña se encuentran ante la espada de Damocles de lo que supondría para ellas una ruptura traumática en el sector. Sin embargo, el silencio de forma oficial es sepulcral y sólo algunos como el presidente de Freixenet, se han atrevido a alzar la voz contra la independencia, con el consecuente boicot a sus productos por parte de independentistas.
Un consultor del sector de gran consumo con 25 años de experiencia a sus espaldas asegura que una hipotética independencia no haría daño por el efecto sede, que es algo que se puede solventar con cierta facilidad abriendo una nueva división en un territorio que quedara en España, sino por los temidos boicots: "Un empresario nunca puede pronunciarse políticamente, es normal que no lo hagan. Pero me consta que en las empresas catalanas se teme, y mucho, a los boicots a sus productos que puedan hacer caer sus ventas. Te das cuenta de eso por ejemplo cuando vas por Andalucía, donde los empresarios alimentarios aspiran a coger el trono que hoy tienen los catalanes, y se instiga y se habla mucho del boicot por motivos políticos. Ellos serían los grandes ganadores de que eso ocurriera".
Miedo a hablar
Este periódico ha contactado con algunas grandes compañías de industria y distribución con sede en Cataluña. Nacionales y también multinacionales. Aldi, Unilever o Danone no respondieron al requerimiento para recabar su opinión. Nestlé y GB Foods rechazaron educadamente pronunciarse al respecto.
Precisamente GB Foods, antigua Gallina Blanca, propiedad de la familia Carulla, viene siendo una de las principales protagonistas de esta politización del consumo. Los Carulla defienden el catalanismo activo desde su fundación, según sus portavoces tan sólo en lo referido a la promoción de la lengua y la cultura propias y sin tintes políticos. Sin embargo, también son accionistas del diario Ara, de beligerante perfil independentista, estos días en el ojo del huracán por negarse a acoger publicidad del referéndum por exigencias de sus propietarios. Es de sobra conocida la relación histórica de la familia con CiU, el partido político que ha estado en el germen del 'procés' con su viraje hacia el independentismo en 2012.
GB Foods inauguró en noviembre del año pasado una nueva línea de producción para su negocio estrella, Yatekomo. Y no, no estaba en territorio catalán sino a unos pocos kilómetros, en Huesca.
Lidl: "Si hubiera cambios, tomaríamos las medidas necesarias para el desarrollo del negocio"
Lidl, uno de los supermercados que más productos catalanes tiene en sus lineales, ya que colabora con muchas industrias locales para sus marcas blancas, es el único que ha respondido de forma explícita: "Como empresa permanecemos atentos a la evolución socio-política de todos los países en los que estamos. No obstante, estamos enfocados en el desarrollo de nuestra estrategia comercial, que no está vinculada a ninguna coyuntura política. Respecto a la hipotética independencia de Cataluña, Lidl no se plantea ningún cambio mientras no se modifique el actual ordenamiento jurídico. Si eso se produjera, tomaríamos las medidas necesarias para garantizar el desarrollo de nuestro negocio en Cataluña y España, respetando el marco legal que quede establecido".