La reciente visita a Azerbaiyán del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García Margallo, en los últimos días de la semana, tuvo como uno de los puntos calientes de la agenda uno de los proyectos de infraestructuras más ambiciosos de la región: la línea férrea que unirá la capital del país con Turquía, con parada en su vecina Georgia, un contrato valorado en unos 1.500 millones de euros.
En la entrevista con su homólogo azerbaiyano, Elmar Mammadyarov, Margallo habló del interés del Gobierno en que compañías españolas puedan optar a conseguir un nuevo gran contrato de infraestructuras en el exterior, aunque la cuestión no depende sólo de Azerbaiyán sino también de los otros dos países implicados en el proyecto.
Sin embargo, Azerbaiyán lidera el proyecto desde el punto de vista financiero, a través del fondo público Sofaz, que gestiona los activos petrolíferos del país, su principal fuente de ingresos.
De hecho, será el gobierno azerbaiyano el que financie la construcción de la línea a su paso por la vecina Georgia, cuya capital, Tbilisi, será una de las paradas del recorrido, que totaliza 826 kilómetros.
Oficina de representación
El jefe de la diplomacia española hizo una vez más labor comercial, justificada en este caso porque la mayoría de las conclusiones de la visita a Azerbaiyán fueron de tinte económico. Margallo anunció la apertura de una oficina de representación de España en Bakú, la capital del estado europeo a orillas del Mar Caspio, y la creación de una cámara de comercio bilateral entre ambos países para fomentar la inversión empresarial.
El objetivo es incrementar el flujo comercial de España con uno de los países emergentes europeos que más está creciendo a través de la inversión en proyectos de infraestructura, cuyo balance en 2012 fue de algo más de 158 millones de dólares.
El Gobierno español no dudó en articular un consorcio, en torno a las compañías públicas Renfe, Adif e Ineco, para lograr un contrato como la línea de alta velocidad entre La Meca y Medina y ha hecho lo propio para hacerse con el proyecto del tren bala de Brasil.
A la búsqueda de empresas españolas
Mientras, diversos países se han interesado por contar con las empresas españolas para desarrollar sus proyectos ferroviarios. Rafael Catalá, secretario de Estado de Infraestructuras, mencionó los casos de Israel y Singapur, cuyos gobiernos aprovecharon sendas visitas a España para invitar al Ejecutivo español a confeccionar consorcios que opten a contratos milmillonarios.
Además, un consorcio formado por dos ingenierías españolas, Técnicas Reunidas y la pública Ineco, pujarán por uno de los contratos más atractivos del sector en este ejercicio: el del diseño de la red ferroviaria de Omán, un proyecto para el que el país de Oriente Medio tiene prevista una inversión superior a los 10.000 millones de euros.
Sólo en 2013, los grandes grupos españoles de infraestrcuturas lograron contratos en el exterior por un valor conjunto de 40.000 millones de euros.