¿Por qué los inversores institucionales españoles no hacen un uso más intensivo de los fondos de inversión? ¿Por qué la gestión pasiva ha ganado la partida a los fondos de gestión activa a la hora de captar dinero? Estas preguntas centraron parte del debate en el VII Encuentro Nacional de la Inversión Colectiva, organizado por Inverco, Deloitte y APD recientemente en Madrid.
A pesar de que los fondos de inversión han recuperado durante los últimos años el poder de atracción que tenían sobre los inversores, hasta situar su volumen de activos bajo gestión en 214.600 millones de euros, según los últimos datos de Inverco, la estimación de Juan Aznar, presidente y consejero delegado de Mutuactivos, es que únicamente el 15% pertenece a inversores institucionales. Un porcentaje que da una idea precisa del potencial de crecimiento que tiene la industria por este segmento de negocio.
El auge de los ETF o fondos cotizados y su utilización masiva a la hora de invertir también explica el poco apetito que muestran los grandes inversores por la gestión activa.
No es que los inversores institucionales no acudan a una gestión profesional de su patrimonio. Al contrario. El uso de mandatos segregados con firmas especializadas en determinados activos es una forma de trabajo habitual para los grandes inversores, que suelen tener sus propios equipos de análisis para los activos de renta fija, donde cuentan con una mayor capacidad de valoración y gestión. Pero la utilización de vehículos de inversión colectiva por parte de estos inversores no es una práctica establecida ni la creación por las gestoras españolas de fondos específicos para los inversores institucionales.
Un dato confirma esta realidad, a juicio del responsable de Mutuactivos. Mientras que en otros países de la zona del euro la inversión de compañías de seguros y fondos de pensiones representa aproximadamente el 37% del patrimonio de las instituciones de inversión colectiva, en España este porcentaje se reduce al 8%. Las limitaciones que encuentran los fondos de pensiones a la hora de gestionar determinados activos es una barrera para el crecimiento de los activos bajo gestión de estos inversores institucionales a través de los fondos.
Pero no es el único. El auge de los ETF o fondos cotizados y su utilización masiva a la hora de invertir también explica el poco apetito que muestran los grandes inversores por la gestión activa, azuzada por la competencia en precios y comisiones que ofrecen. Aunque en momentos de incertidumbre, como se vio durante el verano con las dudas sobre la economía china, pueden no ser la mejor herramienta para inversores a muy largo plazo.
Relacionado con este tema de manera transversal, el director de inversión de Banco Sabadell recordó la pérdida de valor que ha adquirido la separación entre renta fija y renta variable a la hora de definir el riesgo de una inversión. Una 'descategorización' que cobra importancia cuando los parámetros de la industria están definidos por estas coordenadas, pero no se utiliza una gestión más profesional por parte de los inversores institucionales en aquellos activos donde no cuentan con un 'expertise'.