En la UE, sólo hay un gobierno en activo que no ha sido capaz de presentar ni un borrador de Presupuestos. Se trata del Ejecutivo español, maniatado por su debilidad parlamentaria y las demandas inagotables de sus socios. Hay otros dos países -Bélgica y Austria- que no han hecho llegar a Bruselas sus cuentas para 2025. Pero ni uno ni otro han logrado formar gobierno desde que celebraron sus respectivas elecciones generales.
La ausencia de Presupuestos se convierte en una mancha para España de cara a sus otros socios, los europeos, que son los que aprobaron 140.000 millones de fondos NexGeneration a cambio de reformas y ajustes. La agonía creciente de la coalición para sacarlos adelante preocupa en Bruselas. España no sólo está entre las cuatro mayores economías de la UE, sino que está a la cabeza -junto a Italia- de los beneficiarios de los fondos.
Prueba de ello es el aviso que lanzó este martes el comisario saliente de Economía, Paolo Gentiloni. En su última comparecencia en la capital belga, el ex ministro italiano recordó que 17 estados miembros han presentado sus proyectos presupuestarios. Las tres excepciones son las mencionadas, a las que se añade Países Bajos, que sí envió sus cuentas, pero fueron tumbadas por la Comisión.
La falta de un borrador presupuestario convierte lo decidido el martes en Bruselas en una noticia agridulce para el Ejecutivo de Pedro Sánchez. La Comisión Europea dio luz verde al plan fiscal, con el que Moncloa pretende embridar el déficit y la deuda en los próximos años. La noticia permitió sacar pecho puntualmente al ministro de Economía, Carlos Cuerpo, pero el 'aprobado' no arregla el verdadero problema de fondo: la parálisis de la coalición.
Sólo una cesión in extremis a ERC y Bildu evitó la pasada semana que PSOE y Sumar hicieran un ridículo mayúsculo en el Parlamento. Las dos formaciones independentistas amenazaron con tumbar en su totalidad el paquete fiscal, a menos que el Gobierno aceptara prolongar el impuesto a las energéticas.
Medidas recaudatorias
Finalmente, salió adelante esta tasa y se acordó hacer permanente la que grava a la banca, que tendrá un impacto considerable en las cuentas de Santander, BBVA, CaixaBank o Sabadell. De hecho, como avanzó Vozpópuli, el impacto puede ser mayor en los hogares con menores ingresos. Sin embargo, quedaron por el camino medidas que Sánchez necesita para recaudar más y cumplir con la senda prometida a Bruselas.
Entre ellas, la subida del diésel o el cambio de la fiscalidad de las socimi. Sólo la primera permitiría al Estado recaudar cerca de 2.900 millones. La otra alternativa para atajar el déficit y la deuda sería recorta el gasto, algo totalmente improbable, en vista de la presión que ejercen los socios de la coalición. El propio Sánchez presumió de ello este martes. "Solo hay dos maneras de enfrentar una crisis. O por la izquierda, o por la derecha. O recuperación lenta con recortes, o recuperación rápida con justicia social", escribió este martes en su cuenta de X.
Esa 'barra libre' genera inquietud en la capital belga. Están más que justificadas las dudas sobre si el Ejecutivo español va a ser capaz, no ya de presentar sus cuentas anuales, sino de cuadrarlas. El Gobierno debía haber presentado hace más de tres semanas su borrador presupuestaro. Gentiloni recordó este martes un hecho: que la Comisión sea "flexible" implica que los Gobiernos puedan incumplir sus obligaciones.
Descartado cualquier recorte de gasto, a Moncloa sólo le queda seguir aumentando la recaudación. Esa certeza mantiene en vilo a las grandes empresas, que desconocen -a estas alturas del año- qué cargas fiscales van a soportar en 2025. La incertidumbre es supina entre energéticas como Repsol, Moeve, BP o Nagurgy. Y por supuesto, entre las grande socimis, como Merlin Properties o Colonial.
El Gobierno tiene un mes para intentar colar en un real decreto los nuevos 'hachazos' fiscales. De hecho, se empieza a dar por hecho que podría aprobarlos en el último Consejo de Ministros del año. Sin embargo, Junts mantiene que tiene amarrado el compromiso del PSOE de no apretar más a las energéticas.
La contradicción entre lo prometido a ERC y a Junts ha disparado la incertidumbre hasta un grado insoportable para las compañías. No extraña, pues, que mantengan su amenaza de paralizar inversiones; o de desviarlas a países vecinos. Portugal ya se está beneficiando del traslado de un gran proyecto de Repsol. Y Marruecos se frota las manos.