Riverside, compañía de capital riesgo enfocada al middle y small market, ha reducido su estructura en Madrid, tras la salida de sus principales ejecutivos. Los que continúan, lo harán desde Londres, en un proceso de reestructuración global que afecta a todo el grupo.
El socio director del fondo en Madrid, Marcos Lladó y su asociado, Jaime Escribano, han salido de la firma, en un proceso que ha pasado casi inadvertido, salvo para publicaciones muy especializadas como Capital & Corporate.
Esa misma publicación recogía la marcha de Juan Barnechea por el fondo HIG Capital, aunque desde el grupo aclaran que este movimiento no obedece a esta reordenación, sino que es un movimiento de mercado.
Por su lado, los otros dos ejecutivos de la oficina madrileña, Juan Rufilanchas y Rafael Álvarez Novoa continuarán en el grupo, y aunque mantendrán presencia en la capital española, dependerán más de Londres.
La delegación hispana inició su andadura en 2007, con el fichaje de Lladó.
Hasta julio de 2010, Riverside no cerró su primera operación, al adquirir un banco de cordones umbilicales, con la intención de crear entonces un gigante de las células madre. También adquirió después Orliman, una empresa de ortopedia no invasiva de Valencia.
El timing, indiscutiblemente, no ha sido el más apropiado. La crisis financiera cerró de manera abrupta el mercado corporativo, tanto de pequeña, mediana y gran empresa. Han sido numerosos los casos de fondos de capital riesgo que han sufrido fuertes pérdidas o, directamente, estrepitosos fracasos.
Riverside maneja 3.500 millones de dólares en todo el mundo y ha realizado alrededor de 300 operaciones en su vida. Una de los aspectos más llamativos es su amplia plantilla: más de 200 personas.