Economía

Solbes, el solvente funcionario que aguantó demasiado a Zapatero

El ex vicepresidente, que tanto trabajó por España y por Europa, acabó engullido por la ola de la última crisis financiera, arrastrado por un líder obsesionado con mantenerse en el poder

  • Pedro Solbes junto a José Luis Rodríguez Zapatero -

En los últimos años, la arena política se transformó en fango y Pedro Solbes era demasiado pulcro como para andar pisando charcos. Se lo confesaba a su entorno más próximo, a quienes le acompañaron como escuderos en mil batallas, en Bruselas y en Madrid. Tenía miedo a meter la pata, a que le malinterpretaran. Se había cansado de hablar del último capítulo de su vida política, el que tantos sinsabores le dejó en el paladar. 

Un tipo curtido en negociaciones implacables acabó engullido por la ola de la última crisis financiera. Y todo por aguantar demasiado tiempo a José Luis Rodríguez Zapatero, patrón de una nación que se fue a la deriva en 2008 y acabó rescatada por las instituciones europeas, las mismas que este sábado han alabado “el papel clave” de Solbes en el nacimiento del euro. El destino guarda esas paradojas. 

Pedro Solbes era lo que parecía: un alto funcionario con aspecto y dicción de profesor, de los que optan por pasar media vida sirviendo a la ‘cosa pública’. Tenía una plaza en el prestigioso Cuerpo de Técnicos Comerciales y Economistas del Estado. Felipe González no tardó en captarle para la causa socialista y le envío a desbrozar caminos para España en Bruselas. 

Solbes, alicantino de nacimiento y forjado como economista en Madrid, arrimó el hombro para que nuestro país entrara en la Comunidad Económica Europea. Mediaba la década de los 80, y en el exitoso tren socialista viajaban políticos como Fernando Morán, Francisco Fernández Ordóñez o Javier Solana. Eran otros tiempos y otro PSOE.

La buena labor en Bruselas le sirvió en bandeja su primera cartera de ministro, la de Agricultura. El encargo de Felipe González le sirvió para abrirse paso en las instituciones comunitarias, a base de negociaciones a cara de perro sobre la PAC (Política Agraria Común) o el reparto de las cuotas pesqueras. Se rodeaba de altos funcionarios con talento y proyección, como Jordi Sevilla, presente en aquellas noches interminables que debían finalizar con un acuerdo bueno, o lo menos malo posible. 

Pedro Solves
Pedro Solbes en una imagen de archivo | Europa PressEuropa Press

En aquellos pulsos políticos de madrugada se ganó Solbes los respetos en Bruselas y en Estrasburgo. Ya bajo el mandato de José María Aznar, en 1999, la Comisión Europea le cedió uno de sus puestos más poderosos, el de Asuntos Económicos y Monetarios. Solbes fue comisario en una época decisiva para la UE. Entre 1999 y 2002, se armó el andamiaje definitivo de la Eurozona, el delicado proceso de unión monetaria que culminaría con la muerte de la peseta y el resto de viejas monedas. 

Solbes había hecho mucha Europa y Zapatero le reclamó para hacer patria. Fue el fichaje estrella de su primer gabinete, estrenado en abril de 2004. El economista asió la todopoderosa cartera de Economía y Hacienda. Vivió años tres relativamente cómodos, navegando por la estela que había dejado el ‘boom’ del ladrillo.

España iba demasiado bien… hasta que el viento cambió de dirección. A finales de 2007, los españoles supimos de la existencia de unas hipotecas denominadas ‘suprime’. Auténtica basura financiera escondida en los balances del sistema. Era el principio de una crisis monumental y el inicio de la peor etapa de la carrera política de Pedro Solbes.

La inercia del ‘boom’ -lo llamaron el “milagro económico” español- hizo que España notara los efectos de la crisis más tarde que otros países vecinos. El vicepresidente económico cometió entonces su mayor error. Presionado por Zapatero, que necesitaba renovar a toda costa en las eleciones de 2008, negó que la existencia de la crisis en los términos que vaticinaba la mayoría de adversarios políticos y analistas. 

El momento álgido rozó lo patético: en un debate televisivo con el candidato económico del PP, Manuel Pizarro, rechazó por activa y por pasiva que España se encaminara a la recesión. El resto de la historia es conocido: Zapatero ganó en las urnas y la economía se precipitó en un bache del que sólo salió con ayuda europea, y a cambio de duros ajustes.  

Solbes dio un paso al lado en abril de 2009. Le sustituyó Elena Salgado, más entregada a la causa de Zapatero, dispuesta a hundirse con el buque atada al palo mayor. En sus memorias, publicadas en 2013, el ex vicepresidente escribió que en 2008 era consciente del peligro y que así se lo hizo saber a su líder. “Desde noviembre era ya evidente que la situación económica seguía empeorando y era urgente actuar”, confesó. 

A partir de entonces, se retiró de los focos, para ver los toros desde la barrera. Le quedaba mucho por observar. Desde el rescate del sistema financiero español, comandado por un gobierno del PP, a la llegada de otro socialista al poder, Pedro Sánchez. Otro político insaciable que también pescó en el caladero de Bruselas a su vicepresidenta económica, Nadia Calviño, aparentemente dispuesta -como Salgado- a naufragar si es necesario junto al capitán.  

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