Economía

Vuelve la prima de riesgo a la España sin rumbo de Sánchez y Casado

No se trata sólo de una barrera simbólica: que la prima de riesgo haya alcanzado de nuevo los 100 puntos indica la hipersensibilidad de quienes invierten en deuda española. O

  • El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente del PP, Pablo Casado. -

No se trata sólo de una barrera simbólica: que la prima de riesgo haya alcanzado de nuevo los 100 puntos indica la hipersensibilidad de quienes invierten en deuda española. O lo que es igual, las reservas hacia un país que arrastra aún el estigma del rescate europeo, que aún no ha hecho los deberes en materia fiscal y que carece de líderes políticos sólidos, ni en el partido que gobierna ni en el que aspira a gobernar.

En las mesas de control de las gestoras de renta fija, donde se mueven miles de millones al día, no se ha activado una alarma, pero sí una alerta. El riesgo real de guerra en Ucrania, unido a la perspectiva más que probable de una subida de tipos este mismo año, ha revuelto el mercado de deuda esta semana. Lo llamativo es que la prima de riesgo de los países periféricos ha avanzado con más ímpetu que la de otros vecinos. La española llegó el lunes a 102 puntos; la italiana, a 167; y la griega, a 236.

“Los ‘spread’ saltaron rápidamente, y esto sólo ocurre cuando el viento cambia de dirección”, confiesa un broker español. Se refiere a esos ‘topes’ que tienen marcados en rojo los operadores para tomar decisiones inmediatas de inversión. Es cierto que la prima de riesgo no ha seguido subiendo, pero tampoco ha retrocedido. Este hecho hace preguntarse a quienes mueven los mercados si el repunte de esta semana marca el inicio de una tendencia. 

“Es una señal clara de alerta: los mercados están muy pendientes de cómo respiramos”, asegura Ricardo Gil, director de estrategia de la gestora TREA AM. “Hemos tenido bula durante los últimos años, pero esto se está acabando”, recuerda. 

Hasta 2008, sólo una minoría de españoles conocían qué es la prima de riesgo y cómo influye en la vida de los ciudadanos. La crisis financiera popularizó el término, que indica cuánto más tiene que pagar un país por colocar su deuda en comparación con Alemania (considerada la economía más fiable de Europa). El indicador comenzó a desaparecer de los telediarios a partir de 2013, cuando el rescate europeo a la banca hizo efecto y la economía empezó a remontar. 

Ahora bien, que la prima de riesgo se mueva en niveles ‘aceptables’ no significa que España sea un país ejemplar. El mercado de deuda lleva años distorsionado por la actuación del BCE, que ha empalmado prácticamente dos crisis consecutivas, la financiera y la del coronavirus. Sin el oxígeno de Fráncfort aflorarían de inmediato los grandes desequilibrios de la economía española. El primero es el déficit del 7,3%, superado sólo por Malta (8,1%). Y el segundo, la deuda, la cuarta más alta de la UE (121,8%), rebasada sólo por nuestros vecinos del sur: Grecia (200,7%), Italia (155,3%) y Portugal (130,5%).

Que la prima de riesgo se mueva en niveles ‘aceptables’ no significa que España sea un país ejemplar. Sin el oxígeno del BCE aflorarían de inmediato los grandes desequilibrios de la economía española

“Nuestra prima de riesgo debería estar por encima de los 200 puntos desde hace años, pero la acción del BCE lo tapa todo. Lleva tiempo bajando la fiebre pero sin curar el problema de fondo”, recuerda Daniel Rodríguez Asensio, consultor estratégico y presidente del think tank Acción Liberal. 

El Gobierno de Pedro Sánchez no tendría que preocuparse en exceso por el indicador ‘maldito’, si el BCE no tuviera en mente un cambio de las reglas del juego. Pero quienes mandan en Fráncfort, con Christine Lagarde y Luis de Guindos a la cabeza, planean ya una subida de los tipos de interés a finales de año, que se aplicará de forma paralela a la retirada de los estímulos. Por si fuera poco, el cambio de política monetaria coincidirá con la vuelta de las reglas fiscales en la UE, suspendidas temporalmente por la pandemia. 

La prima de riesgo y el cambio de política del BCE
Luis de Guindos y Christine Lagarde.

Las miserias de la economía española - del déficit y la deuda a la precariedad laboral o la ruina de la Seguridad Social- quedarán totalmente al descubierto cuando baje la marea. Y la prima de riesgo volverá a funcionar como termómetro. Las escalas de riesgo que manejan los analistas son coincidentes. “En España, a partir de los 150 puntos hay que empezar a alarmarse. Esa cota asciende a los 200 en el caso de Italia”, recuerda Ricardo Gil.

La hemeroteca refuerza esta tesis: el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero no tomó medidas hasta que la prima de riesgo alcanzó los 164 puntos, en mayo de 2010. “La velocidad de la subida es importante”, añade Rodríguez Asensio. “La alarma será mayor cuanto menos tiempo tardemos en registrar esos niveles”.

El techo de la prima de riesgo

Cuando Zapatero movió pieza en 2010, el diferencial de la deuda se había multiplicado prácticamente por tres en cinco meses. Todo un récord en la historia económica de nuestro país. No fue el único ni el más grave: en 2012, la prima de riesgo llegó a la barrera de los 640 puntos. Para entonces, ya no estaban en La Moncloa ni Zapatero ni Pedro Solbes, que negaron la crisis hasta que el agua les llegó al cuello. Fue su sucesor, Mariano Rajoy, quien tuvo que pedir el rescate a Bruselas y aplicar uno de los ajustes más dolorosos de la democracia.

¿Volverán los países periféricos a convertise en 'PIGS'? Los gestores consultados coinciden en que el BCE no dejará en la cuneta a los más frágiles. Lagarde se guardará “un as en la manga”. Por ejemplo, reservando una partida de emergencia para comprar más deuda soberana de las naciones con mayores dificultades para adaptarse al nuevo escenario.

Ahora bien, cualquier excepción deberá contar con el beneplácito de los ‘halcones’ de la UE. Es decir, los países del norte que volvieron a poner pegas en 2020 para aprobar el Fondo de Recuperación, pese a los efectos brutales de la pandemia. Los mismos que siguen recelando de los vecinos del sur, por su incapacidad para hacer reformas consistentes y la dudosa fiabilidad de su clase política. Con la España de Pedro Sánchez y Pablo Casado a la cabeza.

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