Hagan la prueba. Acérquense a sus abuelos y pregúnteles qué es eso de la depresión; si también acudían a psicolépticos como el Orfidal cuando estaban de bajón; o si les entraba ansiedad cuando segaban el campo, pastoreaban o ayudaban en la huerta siendo solo niños. Lo más seguro es que una amplia mayoría no sepa ni de qué les habla, o piensen que el Orfidal es el nuevo fichaje del Barcelona en el mercado de invierno, en todo caso.
A pesar de la crisis económica provocada por la pandemia de coronavirus, sería del todo falso decir que vivimos en peores condiciones que nuestros abuelos. El confinamiento, como comodín para explicar la llamada 'pandemia de Salud Mental', tampoco sirve, pues los datos del Ministerio de Sanidad sobre el consumo de fármacos señalan que se recetaron un 7% más de psicolépticos en 2021 que en 2020, el peor momento con el coronavirus.
Hasta noviembre de 2021 se consumieron 7,8 millones de envases de psicolépticos mientras que en 2020 fueron 7,3 millones. Esto sitúa a los psicolépticos -fármacos con propiedades depresoras de la actividad mental, como los ansiolíticos, hipnóticos y antipsicóticos- como los segundos medicamentos cuyo consumo aumenta más, solo superados por los analgésicos.
'Más Platón y menos Prozac', decía el título de una obra de Lou Marinoff. Pero en nuestro país la situación se podría denominar más bien 'Cero Platón y más Prozac'. Vozpópuli se ha puesto en contacto con diversos psiquiatras y psicólogos para intentar esclarecer cuál es el mal que nos está llevando a abrazar el consumo de estas medicinas para poder aguantar el día a día.
Los especialistas consideran que no somos más infelices ahora que hace años, en términos generales, sino que el acceso a estos medicamentos está más al alcance de todos. José Elías Fernández, psicólogo y director del Centro Joselias, no cree que "seamos más infelices en general, lo que si es verdad que estamos en un momento social con muchos más problemas, y no nos estamos preparando para responder ante ellos, y ello genera una falsa infelicidad".
"Pienso que la sociedad está evolucionando, como es lógico, y cada evolución, genera nuevos retos tanto personales como sociales, y tendremos que prepararnos mental y emocionalmente para responder ante ellos. Y según percibamos esta evolución la catalogaremos como positiva o negativa. Hay que tener en cuenta que lo que más teme el ser humano es el cambio, y todo cambio conlleva dejar cosas y atraer nuevas situaciones, y para ello es necesario prepararse psíquicamente", añade.
El psicólogo José María López considera que, si bien ahora se recurre más a psicolépticos, en otros tiempos la gente acudía al alcohol y otras drogas accesibles en ese momento. "Las cuarentenas incrementaron el consumo de estos fármacos, pero no creo que España sea un país donde la gente sea más infeliz. Los psicolépticos son drogas hechas para evitar el sufrimiento y el malestar. Hace décadas si alguien en un pueblo de Palencia se sentía mal, tomaba mucho alcohol y todos los días. En otras culturas se drogan con otras sustancias... Hay un factor social y económico en este nuevo consumo de psicofármacos", defiende.
Néstor Szerman, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón, apunta en la misma línea que en situaciones estresantes, hay una "permisibilidad social para tomar Orfidal, Lexatin o Valium. No podemos tener comportamientos punitivos con las personas que acuden a estos medicamentos. Nadie quiere sufrir y vivimos en una sociedad de consumo. No podemos tener posiciones moralistas y demonizar unas sustancias que han sido un gran avance para la humanidad".
¿Más débiles?
El concepto felicidad quizá no sea el más adecuado a la hora de establecer una medición sobre el estado de la Salud Mental en nuestro país, pero lo que sí comparten estos expertos es que las sociedades desarrolladas generan personas débiles, por contradictorio que parezca.
José Elías Fernández, psicólogo: "Sociedades prósperas generan personas frágiles, mientras que sociedades decadentes generan generaciones fuertes"
Lo explica Fernández: "Evidentemente, la juventud actual es mucho más frágil que las anteriores, quizás los hemos acostumbrado mal, ya que les hemos dado todo lo que las generaciones anteriores no hemos tenido, y eso ha hecho que en general no estén tan acostumbrados a luchar ante los problemas que a lo largo de la vida se nos presentan. Sociedades prósperas generan personas frágiles, mientras que sociedades decadentes generan generaciones fuertes".
Desde una perspectiva más psicoanalista, López cree que "siempre hay un malestar en la cultura. Este malestar varía con la época. En la sociedad occidental actual hay un malestar consecuencia de la falta de sentido. Frente a él se presentan soluciones distintas según la cultura, como el alcohol, otras drogas, chamanes… Occidente se considera una sociedad científica y se proponen para afrontar el malestar la psicoterapia (cada vez hay más psicólogos) y psicofármacos. En la sociedad boliviana o india, por ejemplo, no hay las mismas soluciones y los psicofármacos no son la primera opción".
Fernández replica que, bajo su punto de vista, gran parte de ese malestar está en la forma de educar a los hijos: "Incluso en estos momentos a esta juventud se les denomina 'hipohijos', que son los que tienen muy poca tolerancia a la frustración, porque lo han tenido todo y más de lo que deseaban desde pequeños, y lo que es peor, les hemos generado la convicción de que lo iban a tener sempiternamente, y por eso ahora que llegan los problemas, no están preparados para hacer frente a la adversidad".
Néstor Szerman, jefe del Servicio de Psiquiatría del Hospital Gregorio Marañón: "Se demandan servicios de salud mental por problemas relacionados con la vida cotidiana"
Szerman concuerda, y habla de que se está "psiquiatrizando la sociedad. Se demandan servicios de salud mental por problemas relacionados con la vida cotidiana (como que mi pareja me pone los cuernos, etc.). Estar deprimido, en el sentido de estar triste, no es estar enfermo. Ni tener estrés. El estrés nos defiende de la vida cuando hay un peligro. Los servicios de Salud Mental deben centrarse en las patologías verdaderas".