El mensaje de Navidad del Rey, el décimo desde su proclamación, es un barómetro sensible sobre la realidad política y social de España y una certera radiografía sobre el estado de ánimo de un país al cumplir el cabo del año. De ahí que la vehemente defensa de la Constitución, de la que celebramos su 45 aniversario, centrara el eje fundamental de sus palabras, en línea con las intervenciones que ha venido desgranando a lo largo de los últimos meses, tanto en la jura de la Heredera como en su trascendental discurso en los premios Princesa de Asturias.
La Carta Magna está siendo objeto de un ataque sin precedentes desde su refrendo, hace cinco décadas, por una mayoría absolutísima del pueblo español. Jamás en la reciente historia de nuestra democracia se había vivido una situación tan desbordada de peligros en la que el presidente del Gobierno impulsa, paso a paso, el desmantelamiento de la integridad constitucional para complacer la exigencias de unos partidos liliputienses que le garantizan su permanencia en la Moncloa. Una situación de una excepcionalidad inimaginable, en la que no hay institución del Estado que no esté amenazada y cuya continuidad no corra grave riesgo.
Ante este escenario de incertidumbre rayana con la angustia, el Monarca ha lanzado una invocación vehemente en defensa de nuestra Ley suprema, que es algo más que un mero andamiaje normativo que se puede manipular al antojo de quien controla las riendas del poder. Es la garantía de una convivencia democrática sin la cual resulta imposible el ejercicio de "la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político" y ponen en grave riesgo valores como la confianza, la estabilidad, la certidumbre, todos esos elementos que "garantizan nuestra verdad como Nación", tal y como expresó el Rey.
Una España sin el amparo de la Constitución se convertirá en ese engendro plurinacional que apadrina el actual Gobierno en respuesta a las exigencias de las formaciones que se han adueñado del timón del Estado
No eludió el Jefe del Estado, sin mencionarla, una clara advertencia a la ley de Amnistía que acaba de dar sus primeros pasos en el Parlamento y cuya inevitable aprobación entraña el mayor golpe perpetrado hasta ahora contra el Estado de Derecho, la andanada más feroz a nuestro ordenamiento jurídico. No caben manoseos ni componendas, viene a advertir el Monarca ante las trampas leguleyas que promueven sus juristas en aras de convertir lo delictivo en ejemplar. "Hay que defender su identidad", ante el empeño cuantos pretenden modificarla por la puerta de atrás.
"Sin Constitución no hay democracia ni convivencia", asevera Felipe VI con una rotundidad que no disimula lo perentorio de la actual situación. Sin Constitución no hay paz, no hay libertad. Una España sin el amparo de su Ley fundamental se convertiría en ese engendro plurinacional que impulsa el Ejecutivo en respuesta a las exigencias de las formaciones que se han apoderado del timón del Estado y que pugnan por dinamitarlo desde dentro.
La Justicia es uno de los penúltimos bastiones que permanecen en pie en defensa de la integridad democrática. El Rey, con tono severo, no ha dudado en salir en su defensa, al referirse a que 'debemos contribuir a su fortalecimiento y su prestigio". Una Fiscalía General cuyo titular ha sido acusado de 'desviación de poder' por el Tribunal Supremo. Un Constitucional presidido por un ferviente defensor de todos los postulados iliberales del Ejecutivo. Un ministro de Justicia que, al tiempo, lo es también de la Presidencia y de las Relaciones con las Cortes, adiós Montesquieu. La carcoma del sanchismo corroe los fundamentos del edifico de la Justicia, retuerce las leyes con una saña creciente y lo hace a una velocidad que se antoja irrefrenable.
Por eso las palabras de quien ha sabido ganarse el respeto y el liderazgo moral de todo un país, resultan tan necesarias en estos momentos de turbulencias antidemocráticas. La Corona, también perseguida y despreciada por el Gobierno, ha de hacer oír su voz no sólo para la esperanza, sino como símbolo de la determinación de un país que hace casi medio siglo decidió un modelo de convivencia que ahora le pretenden arrebatar. "Superar la división fue nuestro principal acierto", recordaba el Jefe del Estado. Velar por la España del futuro, con la Princesa Leonor como referente, es un compromiso, un deber y 'una convicción'. La Constitución está peligro y por ello, la España que ahora conocemos y disfrutamos, también.
Botiflash
Ayer noche los españoles de corazón y alma comprendimos que en el puente de este navío de alto bordo que es España, está el mejor piloto de altura que el destino podía enviarnos: S.M. Don Felipe VI...también advertimos, ya hace tiempo, que en la pertinaz tormenta por la que viene atravesando la nave, con grave amenaza de naufragio, necesitamos de un capitán al mismo nivel que el piloto, de sabiduría decidida, que nos procure la llegada a aguas calmas y provechosas...y que devuelva a las sentinas a tanta rata pulgosa que ahora corretea desaforada por la cubierta creyendo que es suya, igual que la gambuza de toda la tripulación...
Incandescente
Para los monárquicos recalcitrantes. Artículo 62. Funciones del Rey Corresponde al Rey: Sancionar y promulgar las leyes. Y si la ley es manifiestamente anticonstitucional? Vuelvo a repetir, en uno u otro caso estaría en contra de la constitución!! Una auténtica paradoja.. Pues puestos a ser inconstitucional seámoslo de manera menos mala y más efectiva para defenderla, pero no hay salida inocua El mando supremo de las Fuerzas Armadas Artículo 8. Las Fuerzas Armadas, constituidas por el Ejército de Tierra, la Armada y el Ejército del Aire, tienen como misión garantizar la soberanía e independencia de España, defender su integridad territorial y el ordenamiento constitucional. Aquí no hay posibilidad de duda, el mando supremo de las fuerzas armadas y tiene la OBLIGACIÓN de defender "su integridad territorial y el ordenamiento constitucional." Claro esto también podría ser paradójico con "Sancionar y promulgar las leyes." si esas leyes fuesen en contra de "su integridad territorial y el ordenamiento constitucional." Desde mi punto de vista nos encontramos en un camino sin "salida de la ley a la ley" (me vuelvo a repetir) pero sobre la que no tengo dudas de que lo mejor que puede hacer es NO FIRMAR. Si firma: Iría también en contra de la constitución, como ya he demostrado. Perdería apoyo dentro de sus ÚNICOS seguidores, la derecha. Sería un síntoma de debilidad ante sus enemigos, la izquierda y los nacionalistas, que viendo su debilidad y el menguante apoyo de la derecha, sería su tumba. Mi conclusión es que debe asumir el riesgo, no le queda otra. Con Rajoy hizo algo parecido porque no le tenía miedo, pero si que teme al psicópata. Otra conclusión es que la redacción de la constitución fue manifiestamente mejorable y dejaba muchos flecos sueltos.
Yorick
¿Garantía de convivencia, o de connivencia? Por el momento, más parece lo segundo que lo primero.
juanramon2007
Con la Monarquía parlamentaria, las no parlamentarias son dictaduras medievales como es el caso de las monarquías de religión musulmana o budista, me pasa como le pasaba a Kant con la creencia en la existencia de Dios, que no lo puede explicar por la razón pura sino por la razón práctica. ¿Qué seria del Reino Unido (lleva en su nombre la palabra Reino) sin la Monarquía parlamentaria?, ¿Qué sería de Holanda, Suecia, Dinamarca, Bélgica, Paises Bajos sin Monarquías parlamentarias? ¿Qué sería de España si no existiese la Monarquía parlamentaria? Tras dos siglos, todos sabemos que lo de República plurinacional no ha funcionado como modelo de convivencia y nos ha llevado a crueles enfrentamientos. La misma URSS se disolvió como un azucarillo cuando se acabó la dictadura comunista. Curiosamente las repúblicas en paises donde el presidente de la república es un mero representante protocolario, sin poder, como son Portugal, Alemania o Italia, sí que parecen funcionar, pero son países con una cierta cohesión interna o muy jóvenes como Alemania (sin un único rey sino con varios reyes, condes...El Kaiser era rey de Prusia más que de Alemania, Italia con larga tradición no monárquica): Las repúblicas parlamentarias "grandes" con posibles problemas de cohesión territorial han "replicado las monarquías" con presidentes electos de repúblicas que parecen reyes temporales y que, de vez en cuando, les causan ciertos problemas cuando llega un presidente poco respetuoso con las formas democráticas (en Francia es típica la frase de que el presidente de su república es una añoranza de la Monarquía)
Mari loli
Obras son amores que no buenas razones. La decisión del Rey Carlos III que deja a Meghan Markle y el príncipe Harry “realmente en el exilio” La Razón Han ido permitiendo todo a los golpistas y es necesario que haya medidas por parte del Estado contra lo que hacen, ahora van por los jueces, en poco tiempo irán por la Monarquía. Han hecho a la Princesa Leonor que es una joven dotada de las virtudes de las que carecen, por su formación cuasi comunista los separatistas, blanco de los peores ataques. Si la Monarquía no pasa a la acción de manera decidida desaparecerán porque esos señores cuentan con mayoría en el Parlamento. Si aprueban la amnistía a un gripazo enorme de delincuentes. que han hecho la vida imposible a los españoles con su odio, desaparecerá la Monarquía.
jgalesco
El rey es un trampantojo que sirve para ocultar a los alelados españoles la desigualdad manifiesta entre los españoles. Además no sirve para nada y menos para defender la Constitución como se ha demostrado estos últimos meses. Muchos nos estamos convirtiendo en republicanos a marchas forzadas, el único éxito real del felón.
JohnGalt
Garantía ¿de qué?
Pelosi
El rey no dice nada que no haya sido aprobado por el Felón, así que ¡ojo!
Salvasah
Todo nace en las entrañas cosidas entre el narcisismo, ambición y falta de principios de uno sólo. Él, el del fraude continuo. Ha sido capaz de comer al Psoe, de digerir a tantos profesionales bien formados pero ahora carcomidos por el lameculismo al jefe, de perder su dignidad accediendo a lo que sin duda conocía como imposible... ¿En qué lugar quedamos todos? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI, en Europa, una convivencia democrática sea corroída de tal forma?