Luis Bárcenas, o Luis el Cabrón como también es conocido, es casi con toda seguridad la persona más odiada de España. Tanto que sería muy difícil encontrar a alguien que no pertenezca a su familia que aún hable bien de él. Ni en el partido para el que durante tanto tiempo estuvo trabajando como hábil tesorero 'ensobrador' ni en el Palacio de La Moncloa, donde reside ahora quien hasta hace bien poco le enviaba mensajes de móvil dándole ánimos, es posible hoy en día encontrar persona alguna dispuesta, no ya a poner la mano en el fuego por él (a nadie le gusta chamuscarse), sino tan siquiera a decir algo mínimamente bueno de él o, al menos, no demasiado malo.
De hecho, hay que cruzar el charco para localizar a una persona que, sin tener relación sanguínea con el susodicho, esté dispuesta a hacer de su capa un sayo para defenderle. E, incluso, para dejar constancia de ello ante notario. Se trata de Edgardo Patricio Bel, un veterano abogado bonaerense que el pasado 2 de mayo acudió a una ‘escribanía’ de la capital argentina para dar fe de lo buena persona que es Luis Bárcenas, además de un habilísimo especulador que deja casi en aprendiz al mismísimo George Soros. En concreto, el letrado del otro lado del Atlántico asegura en dicho documento notarial que Bárcenas es “persona caracterizada por su carácter afable y jovial”, además es un auténtico lince para los negocios.
Tanto que afirma que un grupo de inversores de “Paraguay, Brasil y Uruguay” le confiaron sus millonarios ahorros para que él los moviera en bolsa con “su conocimiento del funcionamiento financiero global de la economía y el surgimiento de nuevos polos de desarrollo”. Tan listo era Luis el Cabrón para las finanzas (de eso dejan constancia los sobresueldos que circulaban por Génova 13) que firmó con dichos ‘millonetis’ latinoamericanos un contrato por el que cobraba el 2% del dinero de la cartera “con un plus del 3% en el supuesto que la renta obtenida por las inversiones superara la tasa Libor en dos puntos”. Además, asegura que el buen hacer de Bárcenas supusieron “pingües beneficios para sus clientes” hasta que no se sabe muy bien por qué dejó de administrar sus dinero y se lo devolvió. “No puedo dar mayores detalles” asegura el señor Bel en el documento al que ha tenido acceso este Buscón y que se ha incorporado reciente al sumario que instruye el juez Pablo Ruz.
"Versiones periodísticas"
Y todo ello lo cuenta el abogado argentino en la notaría bonaerense en mayo pasado ante las “versiones periodísticas” que en España llevaban ya entonces meses publicándose sobre el oscuro origen de la fortuna que el ex tesorero del PP escondía en Suiza. Lo cierto es que este defensor de Bárcenas no es un desconocido para la Justicia española y, en concreto, para el magistrado. El nombre de Edgardo Patricio Bel aparece relacionado, precisamente, con varias de las empresas con las que supuestamente el 'ínclito' político español puso a salvo parte de su dinero cuando estalló el ‘caso Gürtel’ en 2009. Así, aparece vinculado con el latifundio argentino de limones La Moraleja, con la empresa uruguaya Tesedul y con alguna más, que él insiste que no son “fantasmas como algún medio periodístico las calificara”.
Quizá por ello, y ante el temor de verse imputado en la causa, el abogado acudió al notario no sólo para poner bien a su amigo (como tal se reconoce desde hace “veinticinco años”) sino también para dejar claro que él respeta la ley, que no ‘blanquea’ ni las camisas y que, además, está muy malito desde noviembre de 2012 por culpa de un infarto de miocardio que sufrió, por si el juez Ruz se le ocurre citarle a declarar que se apiade de él… Y, de paso, para decir a quien quiere escucharle que lo de Luis el Cabrón es una maledicencia, que Bárcenas ha sido siempre una persona de “carácter afable y jovial”. Lo dicho, un milagro sólo posible en la patria de San Perón.