España hizo una transición modélica de la dictadura a la democracia. Por el modo: de la ley a la ley, sin violencia política. Por el resultado: una democracia entre las más avanzadas, donde los poderes legislativo, ejecutivo y judicial funcionan, con un sistema de partidos capaz y con una prensa libre.
En España se estableció un completo Estado de derecho, un completo Estado de protección social, y una extraordinaria descentralización política, administrativa y de servicios públicos. El sistema democrático recién instaurado superó un golpe de Estado de los residuos del franquismo el 23 y 24 de febrero de 1981. Sólo el terrorismo de ETA con más de 800 asesinatos nubló a la democracia española. En las dos últimas décadas aparecieron los escarceos del separatismo catalán que culminaron en el intento de golpe de Estado del otoño 2017.
Durante las tres décadas, de 1975 a 2004, la transición española fue exactamente modélica. Ha sido el arquetipo de las transiciones de la democracia a la dictadura, en Europa central y oriental, así como en países emergentes. La transición española se basó en dos pies: Estado de derecho (representatividad, separación de poderes, imperio de la ley) y descentralización de los poderes del Estado a las regiones, denominadas Comunidades Autónomas, sujetas a la Constitución Española y a sus Estatutos de Autonomía, refrendados en cada Comunidad Autónoma y aprobados por las Cortes Generales.
La crisis de le democracia española se está produciendo por la conculcación del Estado de derecho por parte del gobierno autonómico catalán. El pie regional se declara soberano e independiente y socaba el pie constitucional que carece de potencia para superar el desafío. Los primeros (y los segundos y los terceros…) escarceos de esta confrontación no fueron limitados por el gobierno central de España, en quien recae la garantía inmediata de la Constitución Española, de modo que la apuesta se fue incrementando y culminó en los hechos del otoño 2017.
En calidad de la democracia, España está entre las primeras 20 democracias del mundo, por delante de EE. UU. y Francia. Si nos fijamos en los distintos indicadores considerados, dónde España está relativamente peor que los países primeros es en efectividad del gobierno. Y, sin duda, el pudrimiento del desafío separatista se debe a esta incapacidad para hacer vigente el Estado de derecho, la Constitución y las leyes en todo el territorio nacional.
¿Padece el Estado español de flojera en su actuación? Esta flojera ¿está acaso relacionada con la proximidad histórica de la dictadura franquista? ¿Qué llevará a un Estado de derecho a ser tan garantista con los derechos de los delincuentes para que éstos persistan y reincidan en el delito? ¿Porqué estuvo y está el Estado español desaparecido ante el acoso separatista?
Por otra parte, las tendencias de la política contemporánea a la confrontación aguda ha impedido a los dos partidos hegemónicos y turnantes en el poder democrático, el PSOE y PP, alcanzar acuerdos sobre el desafío separatista. Obviamente, todo ello ha desembocado en una crisis constitucional notable. El coste del desafío separatista creció exponencialmente por la inacción del Estado de derecho español.
El resultado es la destrucción de Cataluña y la deconstrucción de España. Esto tiene consecuencias: son y serán pesares muy graves para los catalanes y el resto de los españoles. Los gobiernos de España practicaron la política del avestruz y la del contentamiento, abandonando los catalanes a su suerte. Eso tuvo el resultado usual: patada hacia adelante, esto es, mayor tiempo y mayor coste.
El gobierno central de España fue haciendo dejación de competencias y funciones en favor del gobierno autonómico de Cataluña, según se recoge en la Tabla 1. Por otra parte, esta situación genera desconfianza hacia el Estado y, en particular, hacia los gobiernos regionales. En la Tabla 2 se recogen los resultados una pregunta del Eurobarómetrosobre si tienden a confiar o a no confiar en las autoridades regionales o locales. La media de la Unión Europea es que el 45 % confían. En España tienen confianza en los gobiernos autonómicos el 18% de los ciudadanos. Es el menor valor entre todos los países europeos.
Tabla 2. Desconfianza grande y creciente en los poderes regionales… especialmente en España
Fijémonos bien: desde 2008, la desconfianza ha crecido ¡un 32 %!, valor que triplica el crecimiento de la desconfianza en los demás Estados europeos. Es como si se hubiera producido una estampida en la confianza en las Comunidades Autónomas y una pinza hacia los extremos, hacia el independentismo y hacia su supresión. Las Comunidades Autónomas ¿han pasado de ser sostén a la democracia a ser embate a la democracia? ¿Pasarán de ser consideradas un gran éxito en la transición española a ser consideradas un gran fracaso de la democracia española?
¿Puede este embate del separatismo llevarse por delante la democracia española y España entera? Puede. ¿Puede España llegar a ser un Estado fallido? Puede. Aunque no muy probable, es posible, bastante posible.
De hecho, para que España no llegue a ser un Estado fallido, en los próximos años deberían producirse cambios muy importantes en la política española.
Conclusiones
El desmoronamiento del segundo pilar de la modélica transición española a la democracia, la descentralización en el sistema de Comunidades Autónomas amenaza gravemente al primer pilar, el Estado de derecho.
La confianza de los españoles en las autoridades regionales es la menor de toda la Unión Europea: 18%.
De persistir el desafío separatista, España terminará como Estado fallido.