Así lo sostiene Greenpeace a cinco días de esta cita anual de la ONU en la ciudad sudafricana -del 28 de noviembre al 9 de diciembre- en donde no se prevé una asistencia masiva de jefes de Estado y/o de Gobierno.
Pese a su carácter técnico, Durban puede servir para cerrar asuntos pendientes de relevancia, entre ellos la puesta a punto del Fondo Verde, ha explicado en rueda de prensa la responsable de cambio climático y energía de Greenpeace, Aida Vila.
En la anterior cita de Cancún, los países industrializados prometieron destinar al Fondo Verde unos 100.000 millones de dólares anuales para 2020.
Además de garantizar la vigencia del Protocolo de Kioto tras 2012 (fecha en la que expira), Vila ha abogado por consensuar en Durban un mandato para alcanzar un acuerdo global, legalmente vinculante, a más tardar en 2015.
Este año es "emblemático" no solo porque coincide con la publicación del nuevo informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) sino también porque es la fecha en la que la ciencia ha establecido el "pico" de emisiones de gases de efecto invernadero.
A partir de ese momento, según los científicos, las emisiones deberían caer hasta niveles cercanos a cero (en 2050) si se quieren evitar severos impactos derivados del calentamiento global del planeta.
En función de las medidas que se adopten, el aumento de las temperaturas oscilará en una horquilla de entre uno a cinco grados, con sus consiguientes efectos (fenómenos meteorológicos extremos, aumento del nivel del mar, deshielo...).
Según Vila, una gran conocedora de los entresijos de las negociaciones internacionales de cambio climático, "la fase de coqueteo" entre los países asistentes a la cumbre ya ha comenzado, pero "nadie enseña las cartas antes de comenzar la partida".
Por ejemplo, países en desarrollo y emergentes han anunciado su disposición a quedar vinculados a un acuerdo global a largo plazo y, de este modo, asumir su parte del esfuerzo.
Otra "buena" noticia es la postura de la Unión Europea de apoyar un segundo periodo de vigencia de Kioto, pese a que Japón, Rusia y Canadá se oponen a continuar bajo el paraguas del tratado.
Estos tres países solo quieren estar vinculados por el mismo instrumento internacional en el que quede encajado Estados Unidos.
Y el gigante norteamericano no se cansa de exigir "simetría legal" con China (emergente), que actualmente no está obligada a objetivos legalmente vinculantes.
Kioto, ha subrayado Vila, "hay que mantenerlo, pese a sus muchas deficiencias", entre otras razones porque posee elementos comunes de verificación (de emisiones), de objetivos obligatorios y mecanismos de sanción. "No podemos dejar que se muera sin tener otra cosa".
Y ¿qué pasa con los que salgan? (de Kioto), se pregunta Vila.
En primer lugar no deben condicionar a los que permanezcan y, en segundo lugar, deben tener objetivos de reducción equivalentes a los del Protocolo y un sistema de verificación en el "ínterin" hasta el acuerdo global.