España

Dos minutos de ovación en el Congreso para un Rey cansado que aspira a seguir en la brecha

 Casi todos parecían buscar ayer una foto con don Juan Carlos, en un momento en el que la Monarquía aparece sacudida por la tormenta. La catalana Alicia Sánchez Camacho persiguió la ocasión y consiguió inmortalizar la escena en su iPhone.

 Casi todos parecían buscar ayer una foto con don Juan Carlos, en un momento en el que la Monarquía aparece sacudida por la tormenta. La catalana Alicia Sánchez Camacho persiguió la ocasión y consiguió inmortalizar la escena en su iPhone. Igual que la ministra de Trabajo, Fátima Báñez, o que numerosos diputados del PP que se acercaron hasta el Rey para estrecharle la mano y felicitarle por su discurso en la apertura de la X legislatura. “¡Excelente intervención, Majestad!..”.“Gracias, muchas gracias”, repetía una y otra vez con el gesto cansado. Luego, comentaría a los periodistas que sigue con molestias en el pie izquierdo, operado del talón de Aquiles el pasado septiembre y sometido todavía a rehabilitación. Se le notó ayer en los andares, todavía pausados, hasta el punto de que estuvo a punto de tropezar cuando se disponía a recibir la rendición de honores nada más llegar al Congreso. Numerosos parlamentarios, que seguían la escena por circuito cerrado, lanzaron un ¡Uy…!

Fue entrar en el hemiciclo y empezaron a tronar los aplausos a la Familia Real, esta vez solo limitada a la presencia del Rey, la Reina, el Príncipe y doña Leticia. Era la primera vez que las Infantas Elena Cristina no acudían a una apertura solemne de las Cortes. La causa real de esta ausencia tiene que ver con las cruzadas mercantiles de Iñaqui Urdangarín, a las que el monarca aludió de forma tangencial en su discurso navideño y ayer evitó mencionar. Se conformó con pedir a los parlamentarios que contribuyeran a reforzar la confianza en las instituciones y, más tarde, en los corrillos reprochó a los periodistas que relacionaran sus apelaciones a que la Justicia “debe ser igual para todos” con el caso de su yerno. “No hay que personalizar y eso es lo que a veces hace la prensa…”, comentó dolido don Juan Carlos, molesto con que Urdangarín haya copado este año los titulares de su intervención navideña. Se nota que en La Zarzuela corre la ventisca.

El caso volverá a focalizar la atención de todos los medios probablemente esta semana cuando se conozca la imputación del marido de la Infanta. Ayer, como una forma de homenaje al Rey y como para sintonizar con aquello de que en todas las instituciones puede haber garbanzos negros, el Congreso le recibió a don Juan Carlos con dos minutos largos de ovación que se hubieran prolongado todavía más en el tiempo si no es porque el presidente de la Cámara, Jesús Posada, hizo el gesto de mandar parar el agasajo. En el no participó IU ni el PNV, tampoco Amaiur y ERC que, sencillamente, no asistieron a la sesión. Minutos más tarde, el monarca comentaría a los diputados que se había sentido muy emocionado por el gesto, que había sido, en realidad, uno de los aplausos más largos que ha recibido. “Pero, claro, eso me obliga a una mayor responsabilidad…”, les dijo a los periodistas con el semblante cansino.

Las malas experiencias con algunos medios de comunicación le han hecho a don Juan Carlos más precavido con la prensa. Y se le nota. A algunas preguntas, todas ellas amables y respetuosas,  solo contestaba con monosílabos. Y para ahorrarse algunos comentarios, incluso recurrió a degustar con fruición el jamón serrano y los picos andaluces que transitaban por las bandejas. “Es que no me dejáis ni comer”, soltó medio en broma medio en serio, viendo como crecía la peregrinación de diputados, periodistas y demás invitados al evento para saludarle, cruzar con él unas palabras reales o posar ante el móvil. Unos andaban a la caza de una mera instantánea y otros, posiblemente, registrar tal vez una monarquía en decadencia. Quien sabe.

Suelen decir de él quienes le conocen bien que en privado es un completo seductor, sencillo en el trato y de respuesta rápida. Pero los tumultos no están hechos ya para el Rey porque da la sensación de que se siente perdido y desorientado. Todo lo contrario que el Príncipe Felipe y doña Leticia, que ayer actuaron como auténticos relaciones públicas. Miran solo al futuro y saben que se juegan mucho en este envite.

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