El Banco Central Europeo (BCE) se verá obligado a implementar más mecanismos para facilitar la liquidez si no hay un acuerdo creíble por los mercados sobre la crisis griega. El próximo 29 de febrero se realiza la última subasta de liquidez ilimitada a 36 meses (LTRO o 'barra libre' de liquidez), que se prevé que supere las expectativas. Pero después de ella, o el panorama en la eurozona mejora sustancialmente o el BCE deberá seguir facilitando una liquidez que no llega desde los mercados.
De momento, el lunes se espera que el Eurogrupo conceda el ya famoso crédito puente de 14.000 millones de euros a los griegos para que puedan afrontar los vencimientos de marzo y sus pagos más urgentes. También se ha especulado sobre la posibilidad de que el BCE efectúe un canje de bonos griegos que aportará algunas ganancias a sus tenedores.
Soluciones válidas, pero que no dejan de ser parches, y no arreglarán la situación de un país que precisa de un rescate a cambio de reformas. Sobre este capítulo, Bruselas y Atenas llevan meses discutiendo. Grecia no parece dispuesta a asumir las medidas necesaria o, al menos, las que satisfagan al Eurogrupo, con mención muy especial para Alemania.
Cuando el 29 de febrero, el BCE haya resuelto la subasta LTRO (Long Term Refinancing Operation), todavía no habrá finalizado el primer trimestre del año. Por mucho dinero que hayan captado las entidades financieras, los problemas de liquidez no estarán arreglados a medio plazo si persisten dudas como la crisis griega.
Sine die
Los expertos dan por hecho que salvo una mejoría sensible en el entorno macroeconómico, las ayudas especiales del BCE continuarán. Felipe Arrizubieta, de Banco Banif, comenta que “el banco central no podrá retirarse si continúa la incertidumbre griega”. Deberá seguir implementando, en su opinión, más mecanismos extras de liquidez, ya sea alargar el LTRO o presentar otros aletrnativos.
Desde una entidad suiza señalaban que “sería bueno que se mantuviera abierto el LTRO sine die, con determinadas limitaciones y controles, por supuesto, como hizo la Reserva Federal tras la quiebra de Lehman Brothers”. Finalmente, con cierta ironía, afirman que “habrá que ver qué se inventan, porque no creemos que la cosa acabe el 29 de febrero”.
De momento, lo que es seguro es que las entidades irán con mucha fuerza al próximo LTRO. Morgan Stanley calculaba que la cifra total superará el billón (trillion, en inglés) de euros. Más del doble de la anterior puja. De esta cifra, una gran parte de la inyección será para la banca española.
La colocación de diciembre tuvo un importe de 489.000 millones de euros, de los que se calcula que más de 150.000 millones fueron solicitados por las entidades española. Es decir, un tercio del total.
Buena parte de esta liquidez se ha aplicado a comprar deuda a corto plazo, realizando un arbitraje o carry trade muy favorable para la banca, ya que toman el dinero al 1%, con un plazo de devolución de tres años y lo colocan en bonos y letras con igual o menor duración y rentabilidad más alta. El diferencial es beneficio íntegro para las entidades financieras.
Bankinter, Sabadell, Popular, Banca Cívica o Bankia figuran entre las entidades que más han efectuado este arbitraje, según han recogido minuciosos informes de Barclays o Morgan Stanley.
El propio Draghi ha animado a los bancos a que sean ambiciosos y se doten de liquidez sin miedo, aunque ¿a cuánto puede ascender el importe de salvaguarda de liquidez en un entorno de incertidumbre como el que provoca Grecia?
Todo el mundo en manos del BCE
No sólo los bancos se han echado literalmente en los brazos del BCE. También las empresas industriales o de servicios que tienen ramas financieras. Ayer, la agencia Bloomberg informaba que firmas como Volkswagen o Peugeot, ambas como ficha bancaria, iban a pedir 1.000 millones de euros en el próximo LTRO para facilitar la venta a crédito.
Un crédito que el BCE dará encantado, según la citada agencia, ya que las empresas industriales son grandes facilitadoras del crédito. Si con ese dinero los propios fabricantes consiguen financiar la venta a plazos de sus coches, caerá menos su negocio y evitarán efectuar más recortes salariales, de plantilla y deslocalización, en definitiva. Otra cosa es la gestión del riesgo.
El principal temor sobre esta situación es cuándo se podrá descolgar la economía financiera y la real del banco central. Como reconocen los expertos consultados, no se puede prolongar indefinidamente la apelación al BCE. “Algunos bancos ya han comenzado a emitir y deben marcar el camino a los demás”, señala Arrizubieta.
Es preciso que se abran los mercados de capitales como paso previo a la reactivación sostenida del mercado interbancario.