Dentro de ocho días hará justamente dos años que Artur Mas concurrió a las elecciones autonómicas con la promesa de sacar a Cataluña de la crisis. CiU obtuvo en ellas 62 escaños, los mismos, diputado arriba, diputado abajo, que le adjudican ahora las encuestas para el próximo domingo. Con este acompañamiento decidió gobernar en solitario con cierta comodidad hasta que el PP llegó a La Moncloa pronto hará un año y se comprometió a prestarle apoyo externo en la Generalidad. El confort parlamentario de CiU se vio favorecido también porque la suma de las fuerzas que hasta entonces habían gobernado el tripartito de Montilla (PSC/ERC/IC) bajó de los 70 a los 48 diputados, muy lejos de los 68 que marcan la mayoría absoluta.
Esta es la cuarta vez que Mas se sube al cartel electoral de CiU sin haber conseguido, si se cumplen las encuestas, alcanzar la mayoría absoluta para CiU
José Luis Rodríguez Zapatero primero y Mariano Rajoy después, creyeron que CiU orillaría en su etapa de Gobierno los conflictos identitarios para volcar toda su actividad en la resolución de la crisis económica, orientación que sí se cumplió al principio cuando Cataluña se colocó durante 2011 en la vanguardia de los ajustes fiscales.
La erosión electoral sufrida por el nacionalismo en el desarrollo del guion impuesto por Madrid para cumplir con los objetivos de déficit, sumada a las crecientes dificultades de la Generalidad encontró para financiarse por sí misma, llevaron a la familia Pujol a dar un golpe de timón en CiU para intentar frenar la sangría de votos, colocando a Artur Mas en el altar de los sacrificios.
Si el domingo obtiene la mayoría absoluta, podrá seguir gestionando el Gobierno catalán dosificando su bravata independentista en un horizonte de cuatro años. Por el contrario, si se queda lejos de los 68 escaños, como prevén las encuestas, su continuidad como líder de la coalición se verá seriamente cuestionada internamente, después de haber emprendido un viaje a ninguna parte.
La apertura del debate sucesorio será inevitable si, al final, CiU obtiene unos resultados parecidos a los que la coalición cosechó hace ahora dos años
En realidad, para lo único que habría servido la pulsión soberanista de CiU sería para hundir al PSC, pero no para presionar al Gobierno de Mariano Rajoy desde una posición de fuerza para que le ceda a Cataluña una copia del concierto económico vasco. A fin de cuentas, si el objetivo último de Mas era plantear el desafío independentista a través de una mayoría parlamentaria suficiente, podría haberlo hecho sin adelantar las elecciones ya que en la pasada legislatura disponía de sus 62 diputados más los 10 escaños de Esquerra, una potencia de tiro que nunca aprovechó para intentar esta cruzada.
Fuentes de CiU anticipan que si el domingo Mas no alcanza la mayoría absoluta y se cumple así el pronóstico de los sondeos, la coalición no podrá eludir un debate interno para abrir de forma ordenada el proceso sucesorio. “Si quedamos lejos de la mayoría absoluta no habrá más remedio que concluir que la carrera política del candidato está fundida”, asegura un veterano parlamentario de la coalición que le conoce desde 1995, año en el que se estrenó como diputado en el Parlamento autonómico. Desde entonces, Mas ha subido tres veces al cartel electoral sin conseguir la mayoría absoluta, y esta puede ser la cuarta.
"A Durán lo que le preocupa no es el futuro de Mas, sino el callejón sin salida en el que puede meterse CiU si el resultado electoral empuja a la Generalitat a desafiar de verdad al Estado", dicen en Unió
Las mismas fuentes recuerdan que en esta huida hacia adelante, Convergencia no ha contado con el aval real de Unió Democrática. El democristiano Josep Antoni Durán i Lleida no comparte la estrategia de Mas ni de la familia Pujol y así se lo ha contado a quien le ha querido escuchar en las últimas semanas. Este será otro foco de conflicto después del domingo si CiU no llega al listón de los 68 diputados, aunque en Unió, más permeable a los intereses empresariales, se vería con una enorme tranquilidad que las urnas pusieran freno a la peripecia independentista. “A Durán lo que le preocupa no es el futuro de Mas, sino el callejón sin salida en el que puede meterse CiU si el resultado electoral empuja a la coalición a desafiar de verdad al Estado”, dicen en Unió