La decisión del PSOE de eliminar la 'Q' y el '+' de las siglas LGTBI en su congreso federal ha polarizado al movimiento feminista. Como se ha dicho, el feminismo clásico ha respaldado la decisión ya que considera la autodeterminación de genero lesiva para los derechos de las mujeres —por ejemplo, en las competiciones deportivas, donde las mujeres trans parten con ventajas físicas—. Por su parte, el nuevo feminismo ha denunciado que la reducción del acrónimo supone la invisibilización de las personas trans, a las que se niegan así sus derechos. Sin ir más lejos, el responsable de políticas LGTBI del PSOE, Víctor Gutiérrez, tachó ayer de "grave error" la enmienda aprobada sosteniendo que no "representa el sentir mayoritario" entre los socialistas.
La onda expansiva de la polémica no ha tardado en alcanzar a Cataluña. La plataforma LGTBI de Cataluña fue una de las primeras entidades en manifestar su enojo, responsabilizando al PSOE de provocar un "retroceso" en la lucha por la diversidad sexual. "Cambiar este marco simbólico bajo argumentos que ignoran el profundo significado es invisibilizar nuestras comunidades y desmontar décadas de trabajo a favor de la igualdad y la diversidad", señaló la entidad. Además, mantuvo que la supresión del Q+ (que se refiera a las personas 'queer' y a las que no se identifican con ninguna etiqueta) perpetúa el "estigma" y la "desinformación". Llamativamente, la plataforma en cuestión carece de las siglas que el PSOE ha propuesto suprimir, por lo que en su próximo conclave propondrán incluirlas.
Esta controversia ha agitado aún más las aguas del movimiento en Cataluña —dividido como en el resto del orbe entre la vertiente clásica y la 'woke'—. Y es que se añade a episodios recientes como a la campaña en la Universidad Autonoma de Barcelona contra la profesora Sílvia Carrasco, que la semana pasada fue incluida en un cartel junto a personajes que suscitan el rechazo transversal del feminismo como Íñigo Errejón, Plácido Domingo o Donald Trump. En el poster, distribuido por activistas de la OJS (Organización Juvenil Socialista), se podía leer el lema: "¿Tú les defenderías?". La iniciativa fue condenada por la rama clásica del movimiento en Cataluña —de la que forma parte Carrasco—. Así, la escritora Laura Freixas cargó contra la UAB y el Ministerio de Igualdad por su "silencio cobarde" ante el señalamiento a la docente.
Agresiones durante el 8-M
En otras ocasiones, las diferencias entre las dos facciones se han saldado con agresiones. Ayer mismo, representantes del Ayuntamiento de Barcelona y de la asociación Ca La Dona asistieron a un juicio en calidad de acusados por un presunto delito de lesiones leves. La entidad que interpuso la demanda es la Plataforma Abolicionista de Cataluña (CATB). Según relató su abogada, feministas de un colectivo contrario se acercaron a sus integrantes durante la pasada manifestación feminista del 8-M y agredieron a este grupo "no mixto" (grupo en el que se veta la presencia masculina). Por ello, CATB resolvió denunciar a los organizacores y al consistorio barcelonés por no haber garantizado su seguridad —el colectivo se había reunido el día previo con sus responsables advirtiéndoles del peligro que corrían—.
Pero pocas expresiones tan elocuentes de la fractura del movimiento como la que se vivió el lunes de la semana pasada en Barcelona durante la celebración del Día Internacional de la Violencia contra la Mujer. Y es que, mientras colectivos de raigambre clásica como Feministes de Catalunya se citaron en la Plaza de Sant Jaume para denunciar la violencia machista, otros de signo contrario como Novembre Feminista hicieron lo propio una hora más tarde en el Paseo de Gracia. Una separación pensada para evitar conflictos que, sin embargo, no es privativa de la Ciudad Condal, repitiendose en otras ciudades españolas.