Un miembro del equipo de seguridad de la fiesta de Halloween que se celebró en el Madrid Arena ha revelado este viernes al programa de televisión Espejo Público (Antena 3) que la organización vendió más entradas de las 9.650 declaradas. En total podrían ser unas 20.000 según asegura esta persona, que dice tener pruebas y ha mantenido el anonimato durante la entrevista.
Según las declaraciones hechas al programa, las 9.650 entradas 'oficiales' se vendieron por Internet. Los relaciones públicas vendieron otras 9.000, a las que habría que sumar 1.000 más entregadas al equipo de DJ. "Sabíamos que se iba a ir de las manos", comenta el trabajador, que reconoce que habló con otros miembros del equipo sobre el exceso de aforo que había en el recinto. Por su parte, fuentes policiales aseguran que, además, en los momentos previos a la avalancha, hubo varios grupos de jóvenes que se colaron en el recinto.
La Policía busca en vídeos al joven que lanzó la bengala que provocó la avalancha
La investigación sobre la tragedia del Madrid Arena puesta en marcha por la Policía tiene un objetivo prioritario: localizar a la persona o personas que encendieron en el interior del recinto abarrotado los artefactos pirotécnicos que provocaron la mortal avalancha durante la celebración del Thriller Music Park, una fiesta de halloween con música electrónica. Para ello, los agentes encargados de la investigación analizan todas las grabaciones disponibles del momento del siniestro, tanto las de las cámaras de seguridad del recinto como la que puedan aportar los jóvenes que asistieron a la fiesta, con el objeto de poner primero rostro y, más tarde, nombre y apellidos a los causantes de la tragedia, según confirmaron a este diario fuentes policiales.
Los investigadores creen que el ruido provocado por varios petardos fue confundido por los asistentes como disparos
Las primeras pesquisas apuntan a que sobre las cuatro de la madrugada alguien encendió al menos dos petardos y una bengala de modo imprudente en uno de los vomitorios que daba acceso a la pista principal del Madrid Arena, en esos momentos abarrotada de jóvenes. La principal hipótesis es que el sonido de los primeros, incrementado por las paredes del pasillo donde estallaron, hizo que muchos de los presentes confudieran con la detonación de un arma de fuego, lo que provocó inmediatamente la estampida. En cuestión de minutos, decenas de jóvenes se amontonaban unos sobre otros entre escenas de pánico. Tres de ellos, Katia Esteban, Rocío Oña y Cristina Arce, fallecieron asfixiadas en la montonera que se montó. Otras dos, una de ellas menor de edad, resultaron heridas de gravedad y al cierre de estas líneas se encuentraban en estado crítico.
Las Fuerzas de Seguridad quieren saber, además, cómo pudieron introducirse en el recinto este tipo de artefactos pirotécnicos, prohibidos en eventos públicos, y si los servicios de seguridad de acceso funcionaron correctamente ya que no los detectaron en los controles que deben hacer a todos los asistentes. Lo que parecen descartan por ahora es que el recinto tuviera sólo una puerta abierta, como ayer denunciaron varios de los asistentes. Fuentes policiales aseguraron ayer a este diario que las primeras pesquisas apuntaban a que los accesos al Madrid Arena no estaban bloqueados. En ese mismo sentido, responsables del Ayuntamiento insistieron ayer que que las salidas de emergencia funcionaban "correctamente" y descartaron que se hubiera sobrepasado el aforo del recinto, ya que se vendieron 9.650 entradas sobre una capacidad total de 10.600 personas.
"Todos los permisos en regla"
El consistorio también recalcó que la empresa organizadora, Diviertt, "tenía todos los permisos en regla" y que había dispuesto a 113 guardias de seguridad para garantizar el normal desarrollo del concierto. La propia compañía emitió ayer un comunicado en el que añadía que el concierto contaba con los servicios de asistencia médica que marca "la normativa vigente", así como "una UVI y dos ambulancias" adicionales. De hecho, fueron estos servicios los que prestaron los primeros auxilios a las víctimas, dos de las cuales fallecieron en el botiquín del Madrid Arena. La tercera murió mientras era trasladada a un centro hospitalario de la capital. No obstante,agentes del Grupo V de Homicidios de la Jefatura Superior de Policía de Madrid tomaron ayer declaración al responsable de Diviertt, Miguel Ángel Flores, un conocido empresario del sector que hace unos años reabrió con otra de sus compañías la discoteca Alcalá 20, célebre por el suceso acaecido en 1983 en el que murieron 82 personas. El Juzgado de Instrucción número 51 de Madrid instruye el caso.
Ayer también arreciaron las críticas a la decisión de la Policía de no desalojar el local inmediatamente después de producirse el suceso. De hecho, la música siguió sonando, no se encendieron las luces ni se realizaron avisos por megafonía. Fuentes policiales insistieron ayer a este diario que se hizo para evitar que se produjeran nuevas escenas de pánico entre los asistentes que provocaran nuevas avalanchas. "No se dejó volver a entrar a nadie de los que habían salido y al resto se les fue invitando a salir poco a poco. Los últimos lo hicieron sobre las 6:50 [casi tres horas después de la tragedia]. La mayoría ni se enteró de lo que había pasado", resumían portavoces oficiales de la Jefatura Superior de Policía. La propia delegada del Gobierno en la capital, Cristina Cifuentes, defendió públicamente esta decisión que, en su opinión, evitó "un mal mayor".