Los equipos negociadores del Partido Popular y Ciudadanos se pusieron el viernes último a trabajar. Rafael Hernando Y Juan Carlos Girauta transmitieron la buena nueva. Todo es negociable, todo está abierto. “No hay líneas rojas, es tiempo de pactos”, dijo el portavoz del partido naranja, antaño un feroz crítico de la continuidad de Mariano Rajoy. “Hay feeling, esto pinta bien”, responden desde Génova. Este lunes abren una intensa y decisiva ronda de encuentros y reuniones con la mirada puesta en concluir un acuerdo esta misma semana. Unos y otros centran todo el peso de la responsabilidad del bloqueo en Pedro Sánchez, neto culpable de unas elecciones en días de turrón y la zambomba. Carlos Carrizosa, portavoz parlamentario de C's ha pedido al PSOE que se abstenga ‘aunque sea con la nariz tapada’.
Una semana para alcanzar acuerdos. Para sellar un pacto de investidura. El equipo del PP acude pertrechado con propuestas de todo tipo. Desde las laborales, dependencia, al escabroso territorio de la corrupción, lobbies, repudio de imputados, contratos con sector público, puertas giratorias. Y, por supuesto, la comisión parlamentaria sobre la financiación irregular del PP, asunto candente. Ciudadanos hablaba del ‘caso Bárcenas’ y en el PP lo denominan el ‘tema Barberá’.
Trofeos para una exhibición
Ciudadanos quiere exhibir avances claros en las negociaciones, pretende demostrar que le ha doblado el pulso al PP en asuntos clave, como reforma de la Justicia, indultos a políticos y hasta reforma de la ley electoral. Algunas de esas cuestiones que figuraban ya en su pacto con el PSOE y otros que el propio PP introdujo en la campaña del 26-J. Y un asunto muy estimado por Ciudadanos: la celebración de primarias, pese a casos escandalosos ocurridos en algunas de sus organizaciones regionales. Rajoy descree de ese procedimiento de democracia interna, aunque no pondrá obstáculos. La convención política del verano pasado del PP ya lo defendió y preparó su aprobación. Cospedal, Cifuentes y Moreno Bonilla se proclamaron fervientes impulsores del sistema, ‘un militante, un voto’. Núñez Feijóo es otro convencido el procedimiento, que ya puso en práctica en Galicia. Hace tan sólo un par de años, Esperanza Aguirre era sometida a la lapidación interna por defender las primarias en público.
La serie de consultas arranca con buen ánimo y expectativas optimistas. Rajoy ha enviado a un equipo muy potente, con tres puntales de Moncloa, Fátima Báñez (titular de Empelo y ahora de Sanidad), José Luís Ayllón y Álvaro Nadal, el hombre de la economía, ausentes Guindos y Montoro por motivos ignotos. Dolors Montserrat y Andrea Levy, catalanas, jóvenes y con perfil mediático, ejercerán sus buenos oficios con la gente de Ciudadanos, a la que conocen bien. Y Fernando Maíllo, el número tres del partido, asumirá el papel del ‘hombre de Rajoy’ en las sesiones. Rivera ha enviado a Villegas y Girauta, correosos e infatigables, como demostraron en sus negociaciones con el PSOE. Y, por supuesto, a Garicano, el especialista económico. Avanzar en los presupuestos y el techo de gasto son dos objetivos prioritarios e irrenunciables.
Rivera quiere demostrar que sus 32 diputados no son mero atrezzo. Busca cobrarse piezas importantes para explicar el zigzagueo permanente de estos meses
Será una mesa en la que se adivina una neta voluntad de superar encontronazos y evitar tensiones. Rivera quiere demostrar que sus 32 diputados no son mero atrezzo. Busca cobrarse piezas importantes para explicar a sus votantes, más de tres millones, que el zigzagueo permanente de estos últimos meses, del abrazo con Sánchez a la abstención y posterior ‘sí’ a Mariano, no son regates de aficionado. Será sin duda el vencedor en esta endiablada fase del conflicto, comentan en su entorno. Necesitan tiempo y hay que hacer concesiones, comentan en Génova. “El PP tiene que ser flexible”, apunta Villegas. Rajoy busca un objetivo a largo plazo. No un mero compromiso de investidura sino un acuerdo de Gobierno. “Metidos en harina, de lo que se trata es de mantener el ritmo de crucero de la economía española. Y Rivera lo comprende”, comentan.
”Ya no es tiempo de disputas, ni de hacer numeritos”, comentan en ambas familias del centroderecha. Hay que llegar a la investidura del día 30 con resultados, con iniciativas, con un bosquejo general de los cambios que se pretenden para la sociedad española. Sin resquicios para la crítica del PSOE, sin una rendija por la que Sánchez se pueda escabullir.
Las grandes incógnitas
Superado el ecuador de agosto, tanto el PP como Ciudadanos se disponen a arremangarse, a aposentarse en la sala de reuniones y a no levantarse hasta haber logrado su objetivo. Rivera venderá muy caro al ‘sí’ a Rajoy. Pero lo hará. Y el presidente en funciones asistirá a su intento de investidura con 170 diputados. No los 123 de febrero. El PSOE dirá que no. Las elecciones vascas y gallegas lo condicionan todo.
La gran duda en Génova, que nadie es capaz de responder, se centra en el interrogante fundamental. ¿Qué hará Rajoy tras la investidura inevitablemente fallida? ¿Volverá a intentarlo si los números no le son favorables tras el 25 de septiembre? Una mayoría absoluta de Feijóo y un desastre socialista, como se adivina, en Galicia y País Vasco, pueden complicar la estrategia de defensa numantina, muda, inmóvil y estatuaria de un Sánchez que se hunde pero no se desmorona.
¿Qué hará Rajoy tras la investidura inevitablemente fallida? ¿Volverá a intentarlo si los números no le son favorables tras el 25 de septiembre?
La alternativa del frente de izquierdas sobrevuela como salvavidas de náufrago por los despachos de Ferraz. Los barones se muestran acoquinados, Susana Díaz se ha diluido en los calores estivales de Chipiona y ya no queda un solo dirigente histórico del PSOE por pronunciarse a favor de la abstención. Las encuestas también lo subrayan, mientras Sánchez se ha convertido en el protagonista horizontal de la portada del ‘Pronto’. En la hamaca y recibiendo las atenciones nivea de su muy influyente esposa.
Las estrategias del PP y Ciudadanos, con algunos tironeos y amables tragaderas, avanzan sin distracciones. Esta semana se despejarán las dudas. Hasta la Familia Real ha desaparecido del horizonte mediático, en su denominada ‘semana privada’, una singular fórmula instaurada por la reina Letizia desde su llegada a Palacio, para respirar lejos del tráfago agosteño nacional. Rajoy prosigue sus caminatas furibundas y España se ríe de unas elecciones de villancico, fun-fun-fun.