Unas elecciones europeas se ganan con algo más de seis millones de votos, dicen los expertos. Poca movilización y mucha abstención. Para ello es fundamental lograr el respaldo de los simpatizantes y los votantes decepcionados. El suelo electoral del PP se cifra en algo más de cuatro millones de adhesiones. Necesita, por tanto, movilizar en torno a dos millones de sufragios que aparecen ahora desmotivados, hastiados o indecisos.
Debates ideológicos
Arias Cañete se repuso este lunes levemente de su patinazo televisivo. En tierras extremeñas, en el ambiente rural de Don Benito, un medio en el que se desenvuelve con soltura, y en la Mérida medieval, el candidato del PP rastrea ese porcentaje de respaldos que pueden darle la victoria. En su cuartel general tienen claro que hay que rastrillar en las poblaciones menores de 40 o 50.000 habitantes, donde su discurso cala pero sin entusiasmos, y entre un sector de la población creciente, como es el de jubilados y pensionistas. Un espectro muy conservador, ajeno a los debates más ideologizados y mayoritariamente preocupado por los asuntos económicos y el empleo.
Asturias, Coruña, Valencia y Málaga son las plazas que visitará en este sprint final, hasta desembocar el viernes en Madrid, donde se celebrará el mitin final, junto a Mariano Rajoy y los principales dirigentes de su formación. El equipo de campaña de Arias Cañete ha modificado algunos puntos de su estrategia tras el resbalón de 'Espejo Público' y sus comentarios nada afortunados sobre la mujer. Se han restringido comparecencias en los medios, se intervendrá tan sólo en aquellos espacios considerados 'sin riesgo' para evitar contratiempos. Y se han ampliado los encuentros 'puerta a puerta' y los recorridos por poblaciones pequeñas, donde el perfil de Arias Cañete despierta simpatías pero sin alborozo.
Sin embargo sus contrincantes no están dispuestos a soltar esa pieza, la baza del 'desprecio a la mujer' y ayer trascendió que los socialistas promueven, entre sus correligionarios europeos, una especie de declaración de condena al machismo que se haría pública en vísperas del cierre de la campaña. Un diario alemán, como ya hemos informado, tachó a Cañete de 'troglodita', en un ocurrente y sutil símil periodístico.
Los reproches del machismo
Ahora lo importante, para los populares, es no volver a resbalar, evitar las posibilidades de darle más munición de tono grueso al adversario. Desde el episodio televisivo, la campaña electoral del PSOE se ha nutrido prácticamente del reproche hacia el supuesto 'machismo' del cabeza de lista del PP. Tanto Valenciano como el propio Rubalcaba como muchos de los dirigentes socialistas en liza han abrevado en este asunto como principal argumento en sus mítines. También otras formaciones menores o periféricas, como CiU, han recorrido este mismo sendero de la descalificación.
El machismo, la desigualdad y el aborto son ahora mismo los pilares de los discursos socialistas, algo que en el PP preocupa pero sin drama. "Unas elecciones, sean del nivel que sean, se ganan con los argumentos económicos", comentaba ayer un veterano del PP, experto en estrategias de campaña. Pero hay tropiezos que pueden animar al rival. El 'machismo' le ha ayudado a Valenciano a poner de nuevo en órbita su campaña, que transcurría mustia y tediosa. La cabeza de lista del PSOE también se vio envuelta en Antena 3 en un embrollo sobre su currículum, sus carreras universitarias no acabadas (dijo en su día que 'por aburrimiento') y sus primeros pasos en la política como telefonista. Una anécdota de escaso recorrido en la que el PP no pretende insistir.
El vuelco imposible
En la sede de Génova están convencidos de que en cinco días no es posible producir el vuelco radical de una campaña, pero sí pueden despertar intenciones de voto dormidas. El recuerdo de la 'amarga victoria' de Javier Arenas, cuando las encuestas le daban una mayoría absoluta en Andalucía permanece muy presente en el recuerdo de los populares. Y ahí sobrevuela también el nombre de Pedro Arriola, el 'gurú' demoscópico del PP, asesor aúlico del partido desde hace dos décadas, cuyo futuro vuelve a pintarse incierto.
En este tramo decisivo previo a las urnas, se atienden ahora con particular interés las oscilaciones de los partidos pequeños, cuyas expectativas crecen en los sondeos. A pesar de que su incidencia es más notable en el espectro sociológico de la izquierda, muy fragmentado, también en el PP empiezan a asomar la cabeza. Tanto Ciudadanos como Vox amplían su respaldo, siempre a costa de antiguos votantes del partido en el Gobierno.
Rajoy les dedicó a estos partidos incipientes un directo a la mandíbula por primera vez este domingo. Hasta ahora no les había dedicado ni una sola referencia ya que entre las instrucciones sugeridas a los dirigentes populares se comentaba con insistencia que a los pequeños, ni agua, ni mención, no existen. El presidente del Gobierno vino a decir que decantarse por estas formaciones es como tirar el voto. Dolores de Cospedal insistió después en la misma línea.
No hay enemigo pequeño y hay que evitar las sorpresas. En especial en un mapa político tan volátil, con una abstención que se anuncia muy importante y la posibilidad de que en los escaños europeos se sienten representantes de más de una decena de siglas, lo nunca visto hasta ahora.