"Se acabó la broma", sentenció esta semana Xavier García Albiol con su estilo sincero pero adusto. Rajoy es del mismo criterio, aunque lo expresa con mayor sutileza gallega. Se acabaron las contemplaciones, los puentes de diálogo, las manos tendidas. ¿Negociar para qué, si Mas sólo quiere negociar la independencia?, es la opinión del Ejecutivo. El presidente del Gobierno ha movilizado a sus equipos en Moncloa y en Génova para desplegar una intensa artillería de medidas 'sorpresa' para frenar la estampida secesionista que conduce Artur Mas desde hace ya tres años. Medidas al estilo de la reforma del TC puestas en marcha esta semana. Iniciativas jurídicas, políticas y económicas, comentan fuentes del PP.
En campaña hasta Navidad
Rajoy se ha puesto el uniforme de campaña y no se lo quitará hasta después de Navidades. No quiere sorpresas desagradables como le ocurrió en las autonómicas. Las elecciones catalanas pueden actuar de primera ronda de las generales. Más por el castigo que por el premio. No caben titubeos ni ensayos. De ahí la decidida apuesta por el candidato García Albiol, la apresurada reforma del TC, las declaraciones de Merkel y Cameron... Y hasta el debate parlamentario del 3 por ciento, que va por otra vía, la judicial, pero todo suma.
Rajoy no quiere sorpresas como le ocurrió en las autonómicas. Las elecciones catalanas pueden actuar de primera ronda de las generales
La propuesta de ley sobre el Constitucional provocó enorme sorpresa en las filas nacionalistas. Y en la oposición socialista. Y en buena parte del propio Gobierno. Y hasta en el TC, que nada se sabía. Una medida sigilosa, certera y contundente, como un puñetazo en la quijada. Discutible en las formas pero imprescindible en el fondo, según comenta un dirigente del PP ajeno a la campaña catalana. "Nunca nos habíamos enfrentado a un problema como el que se nos ha venido encima. Y no sólo por Cataluña. Quizás luego ocurra en el País Vaco, o regiones gobernadas por los populistas...", añade.
En un tono provocador sin mesura, Artur Mas declaró a Onda Cero que, aunque no consiga la mayoría absoluta, seguirá adelante con sus proclamas independentistas. Ya no esgrime número de votos, sino de escaños. Argucias tramposas para salvar su pelvis política, cada vez más arriesgada. La vicepresidente le respondía en tono muy duro; situaba al president en el batallón de los tramposos y le reprochaba pretender proclamar la independencia con una mayoría raquítica de votos. El ambiente está endiablado y desde el Gobierno hace ya tiempo que se ha decidido no ofrecer la otra mejilla, porque se les ponía cara de bobos, según relajada expresión de uno de sus miembros.
Desde su despacho en la sombra, Jorge Moragas coordina los equipos y ordena la estrategia. Los jóvenes dirigentes de la nueva Génova multiplican sus apariciones en los medios y se desparraman por las sedes locales. Intentan trasladar la nueva filosofía, intentan recomponer los vidrios rotos. Aportan material para esta ofensiva 'tous azimuts' varios departamentos, como Interior, Justicia, Exteriores, Hacienda y otros. Rafael Hernando, bronco y cordial, traduce en el Congreso algunas de las medidas. La maquinaria empieza a estar engrasada.
Saliendo de la modorra
El PP en Cataluña despierta poco a poco de su modorra. Hasta hace un mes, la encuestas avanzaban datos inquietantes. Una caída de 19 hasta casi 5 escaños. Desplome en toda regla. Ahora las filas de los populares reciben con optimismo este cambio de ritmo, esta aceleración que se advierte en Madrid. Las inequívocas declaraciones de Cameron y Merkel (dos golpetazos europeos de primer nivel en una misma semana, olé Margallo), la tibia advertencia de los empresarios de Fomento, la reforma del Constitucional, las iniciativas del Gobierno en materia económica... y hasta la carta de González y el artículo de Guerra. Todo suma. El PP necesita arrebatarle al PSC una parte de su votante en el conurbano barcelonés, castellanohablante y nada nacionalista. Y frenar a Ciudadanos, que está acelerado, aunque va a echar de menos la ausencia de Rivera al frente de sus listas. Inés Arrimadas, intuitiva y luchadora, está echando el resto para pasar de los veinte escaños.
La Escuela de Verano ha ejercido entre los populares catalanes un efecto estimulante. Abonados a la letanía de la queja, al recurrente brazocruzadismo del 'nada se puede hacer', "nos han olvidado", a los episodios sicalípticos de la era de Alicia, reciben estas novedades como balones de oxígeno. Desde hace unos días, Génova sólo tiene ojos para Cataluña. Desembarco de efectivos: ministros, dirigentes del partido, asesores, asimilados, simpatizantes... Hay poco tiempo para reaccionar, de ahí lo importante de las descargas por sorpresa que ha encargado Rajoy. Quizás este martes, en su visita a Seat, el presidente se descuelgue con alguna. O más adelante, en una de sus numeroso paseos en AVE hasta Cataluña.