Yolanda Díaz no se andó este miércoles con remiendos en la sesión de control al Gobierno: los resultados de Unidas Podemos en Castilla y León fueron "malos". Y eso es lo que está incitando a algunos dirigentes del denominado espacio del cambio a competir por acercarse a la vicepresidenta segunda del Gobierno. El ministro de Consumo, Alberto Garzón, se ha sumado a Ada Colau y compañía y está intentando hacerse un hueco en el proyecto de Díaz pese a que los morados le dan por amortizado.
Lo cierto es que Garzón se sabe conocido entre los españoles. Él mismo se jactó de ser "el tercer ministro más conocido" del Gobierno en una entrevista en Buenismo bien (Cadena Ser). Es indudable que las numerosas polémicas que ha suscitado Garzón en poco más de dos años de legislatura han contribuido a que goce de popularidad. Y esa es la última baza que está jugando en la vida interna de la izquierda a la izquierda del PSOE.
Garzón aprovechó su entrevista en la radio para apostar por el líder de Más País, Íñigo Errejón, como "parte de la solución" que engendre la criatura política de Yolanda Díaz y, según ha sabido este diario por fuentes gubernamentales moradas, esas palabras van dirigidas a no decir nada que pueda perjudicar a Díaz. És más, Garzón citó a Errejón y a su socia regional, Mónica García, en una suerte de son de paz, ya que recordó que él nunca se posicionó con los 'errejonistas' en las cuitas que les enfrentaron con los 'pablistas' dentro de Podemos.
Las rencillas entre Díaz con IU
No obstante, los entornos de Garzón en el Gobierno y en la propia Izquierda Unida niegan cualquier intencionalidad política a ese guiño al líder de Más País. E insisten en que es "anecdótico" que citara el nombre del único fundador de Podemos que continúa en la política activa pese a que entre los morados le consideren un zombi sin hueco en la plataforma de Díaz.
Izquierda Unida repite que solo persigue la máxima unidad de la izquierda para apoyar el "absolutamente necesario" proyecto de la vicepresidenta segunda, en palabras de Alberto Garzón. Pero, en verdad, Díaz e Izquierda Unida recelan uno del otro. Y todo porque los primeros continúan siendo ese ente que se abraza a la simbología tradicional de la izquierda sin complejos y a su histórico nombre.
Buena muestra de ello es que, según precisan fuentes moradas de peso, Izquierda Unida maniobró para que el nombre de la coalición en los comicios de Castilla y León fuera Unidas Podemos-Izquierda Unida. El problema es que ese apego de los de Garzón por la hoz y el martillo es, precisamente, el mayor enemigo de la transversalidad que persigue ahora la vicepresidenta segunda.
La flecha de la desconfianza también se mueve en sentido contrario. En Izquierda Unida aún está muy reciente la baja que Díaz causó en verano de 2019 como militante, una vez más, por desavenencias estratégicas. Por eso, algunos sectores morados consideran que ahora Izquierda Unida está siendo cínica protagonizando los primeros pasos de integración con la titular de Trabajo.
Al margen de Podemos
Lo más llamativo del asunto es que Izquierda Unida, además, esté iniciando el cortejo a Díaz al margen de Podemos, el partido mayor de la coalición de Unidas Podemos. Sin ir más lejos, Izquierda Unida se entregó en la Comunidad de Madrid al frente amplio que, por peso político, debería mover Mónica García (Más Madrid).
Ese movimiento, además, irritó a los morados porque, como contaron a Vozpópuli varias fuentes del partido, supone un intento de garantizarse su presencia en el proyecto político de Díaz al margen de Podemos. Es evidente desde hace tiempo que Podemos es un partido en decadencia que ya está dispuesto a renunciar a la marca. Y Garzón parece dispuesto a aprovecharlo.