Vivir Boho Club es vivir otra Marbella, alejada de las fiestas excesivas o la algarabía de discoteca. Un resort de lujo y alta cocina en plena milla de oro de la ciudad, con una estructura de suites- bungalows en unos amplios jardines de exuberante vegetación. La gastronomía es uno de sus fuertes.
Todo un oasis de paz a cinco minutos de la playa y cerca de Puerto Banús- ahora precioso- con 30 habitaciones, piscinas, gimnasio al aire libre…Y, en el centro de este idílico ambiente, el restaurante Boho Club, donde oficia el chef Diego del Río.
Con un amplio bagaje anterior- se graduó en Le Cordon Bleu, transitó por los mejores restaurantes parisinos y mantuvo ocho años una estrella Michelin con el restaurante El Lago-, inauguró el restaurante Boho Club en 2019. Desde entonces, comenzó una nueva etapa y su cocina constituye un poderoso reclamo para el hotel.
Nacido en Marbella, Del Río practica una cocina que nos habla de su tierra, pero también de otras latitudes. Todo en un amplio comedor de entorno sofisticado, con música de fondo, animación y gente guapa: no hay nada igual en Marbella. Un ambiente especial para disfrutar de un estilo culinario en el que exquisitas presentaciones, técnica y sabor están muy presentes.
Igualmente, hace un uso magistral de los contrastes y armonías. Una gran carta con especialidades como su ‘croqueta de carabineros y su tartar’, el ‘salmonete con sopa de cebolla, jengibre y queso payoyo’, ‘sopa de maíz con mojo de aguacate y verduras encurtidas’ o ‘gambas ahumadas con crema tibia de hinojo, lemon grass y gel de berro’. Entre los postres, una deliciosa calabaza nixtamalizada con cremoso de canela. Creatividad con fundamento y excelentes resultados.
En la oferta no falta caviar (Imperial y Beluga) ni un apartado de carnes de raza Angus hechas a la parrilla; y una mención especial a la ‘paletilla de chivo lechal con chutney de cebolla y labneh’ (queso de yogur), una carne tan clásica de aquellas tierras que Del Río sublima con los aderezos. Poseen un capítulo de especialidades veganas.
El sumiller Richard Mena maneja maravillosamente una carta de 300 vinos- nacionales e internacionales- y brinda unas perfectas armonías: elecciones óptimas en una oferta de referencias muy destacadas. Bodegas Jorge Ordóñez, y con esto ya decimos todo, etiqueta especialmente para ellos algunos de sus vinos. Amplia selección de champagnes, borgoñas y burdeos junto a algunas de las mejores etiquetas nacionales.
El Menú Degustación tiene un precio de 85 euros y el maridaje 65 €. No faltan los cócteles y en toda Marbella son famosos sus desayunos, a base de originales zumos, bollería, tostas, boles… imprescindibles sus huevos Benedictine. La cocina está abierta ininterrumpidamente de 8 a 12 de la noche, incluso para el menú degustación. Poseen una bonita terraza donde disfrutar de toda su oferta gastronómica, incluidos unos creativos cócteles. En Boho Club todo está pensado por y para el cliente.
Brasserie Lafayette, esencia francesa con un 'plus'
En la zona de El Viso de Madrid se encuentra este bonito restaurante que pasa casi desapercibido. Detrás de una alta tapia de hierro, se abre un precioso entorno con una gran terraza (ahora cubierta) y un coqueto comedor. Con un sol en la Guía Repsol, el bretón Sébastien Leparoux es el propietario de esta joyita oculta que representa lo mejor de Francia si hablamos de restaurantes tradicionales pero… con un toque muy especial que otorga la cocinera Sara Peral.
La chef- formada en Mugaritz, DiverXO o Coque- no podía conformarse con las recetas al uso y, por eso, da una pincelada muy especial a sus platos, aunque sin perder ni mucho menos esencia y vocación francesas. Cuidadas técnicas, culto al producto y un recetario tradicional que Peral ‘tunea’ con mesura y éxito.
En Brasserie Lafayette ofrecen platos tan tradicionales como la ratatouille- una sorpresa por su textura y concepción-, la sopa de cebolla o un primoroso paté de campagne hecho, como no, en la casa. La cassoulet, con salchichas hechas por ellos, se desmarca de la tradición gala: más aligerada y con judiones de La Granja, aunque resulta todo lo sabroso que es el guiso.
Una alegría su jugosa lubina en croute ( costra de hojaldre) servida con ensalada de corujas, es un plato de alta cocina que requiere mucha escuela. La tabla de quesos franceses de leche cruda y en su punto de afinado será un pre-postre perfecto. Para terminar el babá al ron con chantilly y naranja escarchada, ponen un delicioso punto final.
Esta fue nuestra comida, aunque también ofrecen otras opciones tan definitorias del espíritu gastronómico francés como las ancas de rana, magret de pato con ravioli de su rillete o el coquelet de Bresse en ballotine con higos y frutos secos. Entre los postres, no faltan los crêpes brûlées ni una versión de la tarta Tatin.
Una cocina sumamente delicada y satisfactoria a la que hay que sumar una interesante y nutrida carta de vinos franceses- con los añadidos de Jerez y Oporto- gestionada por Sebastian Leparoux, que está pendiente de todo en sala. Muy destacable, tanto en platos como en vinos, su magnífica relación calidad- precio. El agua es del grifo: gran detalle estando en Madrid.
Ozio Gastronómico, la mejor Italia meridional
Ozio Gastronómico es la apuesta de Darío Genova y Alberto Andolina con un concepto basado en la rica cocina siciliana y del sur de Italia. Un bonito y colorista comedor- con una pequeña terraza- para unas especialidades poco conocidas aún en Madrid y que, sin embargo, tienen mucho que aportar. Prácticamente todos los ingredientes de los platos, desde la harina a la botarga (huevas de pescado en salazón) llegan de estas zonas de Italia.
La carta es un derroche de sabores. Desde las pizzas de autor- napolitanas y sicilianas- como la Margarita hecha con queso zizzona (gran mozarella) a la ‘Rianata’ ( a base de almendras y anchoas), elaboradas con masa fermentada durante 72 horas y cocidas en su fantástico horno italiano. No falta la Aranzina Oziosa, una ‘croqueta’ de arroz típica siciliana elaborada con bisque de gamba roja y corazón cremoso de burrata, con un toque de menta y limón sobre una crema de azafrán.
Cocina auténtica y suculenta, con raíces, como la caponata, un plato vegetal agridulce difícil de encontrar en Madrid y que ofrecen en tres versiones, o una deliciosa carbonara terminada en mesa y enriquecida con trufa negra Tuber mesentericum, similar a la aestivium. Llamativos y auténticos los rollitos de sardinas al horno, con pan perfumado a la naranja, aceitunas taggiasca y cebolla agridulce.
Buenos cócteles (clásicos y creativos) junto a una cuidada selección de vinos italianos. Entre los postres, la tarta Savoia, con chocolate y creada en un convento de Catania hace siglo y medio. La decoración genuinamente italiana, a base de teste di moro (coloristas macetas) o azulejos sicilianos, es el entorno perfecto para disfrutar de esta cocina que homenajea el sur de Italia. Tienen servicio de delivery y take away.
Un sabroso recorrido por distintos tipos de cocina y de diversos países en tres restaurantes a tener muy en cuenta.
Nota: Ninguno de los restaurantes mencionados se han seleccionado por algún motivo comercial, su elección es una decisión únicamente de calidad y periodística. Los precios son meramente orientativos.
