La situación financiera ha encendido las alarmas en el administrador de infraestructuras ferroviarias (Adif), especialmente en lo que se refiere a su liquidez. El flujo de caja negativo de la filial de alta velocidad se ha ido por encima de los 320 millones de euros, con una deuda que supera los 14.000 millones. En este escenario se ha planteado el pulso con las constructoras en relación a los sobrecostes y modificados de las obras.