Resulta difícil definir este artilugio, pero la idea ha gustado. Estamos ante un ejemplo de dualidad: puedes conducirlo de pie y sentado. No es una bicicleta, pero tampoco un scooter. Tiene algo de patinete o skate sofisticado y requiere un mínimo de habilidad para manejarlo, pero ante todo es un obscuro objeto de deseo… porque es muy bonito. Además, las posibles combinaciones de color nos dan casi un centenar de variaciones y modelos.
Scrooser puede ser la solución a muchos de nuestros desplazamientos cortos en la ciudad. No tiene matricula, pero llega a los 25 kilómetros por hora. Por supuesto, es eléctrico y puede circular por el carril bici en la mayoría de países europeos. Sus anchas ruedas le permiten, además, mantenerse en pie sin necesidad de apoyos una vez que su ocupante desciende.
Jens Thieme y sus diseños parecen haber dado otro empujón en la búsqueda de la máquina perfecta para movernos por la ciudad. ¿Los problemas? Como siempre, el precio: los casi 4.000 euros que cuesta nuestro Scrooser pueden parecer excesivos para aquellos que necesitan moverse por la ciudad de un modo diferente.