Mariano Rajoy sufre en las postrimerías de la legislatura las consecuencias de su errática política con los medios de comunicación. Mientras sus antecesores no renunciaron a ejercer sus juegos de poder en este sector, el actual presidente delegó estas funciones en su equipo y ahora, a pocas semanas de las elecciones, se ve casi sin aliados en la prensa. Solo y rodeado de críticos. Especialmente llamativo resulta el caso de ABC que, tras las elecciones del 24 de mayo, le ha dedicado varios artículos y editoriales en los que reclama cambios en el partido y la emprende contra su inmovilismo.
El diario de Vocento se ha desmarcado de la estrategia de Rajoy y le ha urgido a emprender un proceso de regeneración en el Partido Popular que sirva para desbrozar el partido y volver a acercarlo a sus votantes. Lo ha hecho a través de editoriales que, en algunos casos, han sido especialmente duros: “el PP no se ha modernizado, ni renovado; simplemente se ha desfigurado, creyendo que haciéndose amable a la izquierda política y a sus medios afines incorporaría nuevos votantes, lo que no ha sucedido”, decía en uno de ellos.
También lo ha sugerido con artículos en los que se reflejaba el malestar de diferentes barones del partido con las decisiones tomadas por el presidente desde sus atalayas en Moncloa y Génova. Especial relevancia adquirió la entrevista a José María Aznar publicada hace unos días, en la que el exmandatario exigía al PP una “rectificación enérgica, creíble y suficiente” para recuperar al electorado perdido por los vaivenes del Ejecutivo.
“Los barones fuerzan la renovación del PP”, “Rajoy elude tomar medidas inmediatas tras el 24-M”, “Rajoy debe actuar para salvar algo mucho más importante que él mismo”, “Renovación inaplazable”, “Rajoy soslaya el cambio y fía el futuro del PP a sí mismo y al miedo al populismo” o “Discreta renovación del PP: Rajoy toma las riendas del partido y evita afrontar cambios arriesgados” han sido algunos de los titulares publicados por este periódico durante las últimas semanas. Evidentemente, la publicación no ha perdido su marchamo conservador ni ha renunciado a la defensa del los populares como la opción política más acertada. Pero ha tomado distancia con Moncloa y ha descartado una alianza incondicional con el presidente de cara a las elecciones generales.
'ABC' ha acusado a Rajoy de anteponer sus intereses a los del Partido Popular
En el Ejecutivo, este giro editorial emprendido por el diario monárquico ha causado cierto estupor. En especial, los duros editoriales en los que han acusado a Moncloa de hacer la vista gorda ante los problemas de dentro del partido y de actuar en contra de los valores que defiende el votante medio de centro-derecha.
Pocos amigos en los medios de comunicación
Esta situación evidencia la falta de tino del Gobierno en materia de medios de comunicación, así como el escaso éxito de la estrategia, emprendida tras el 24-M, de conformar un bando amigo entre la prensa conservadora. En papel, sólo le queda La Razón como compañero leal. En televisión, mantiene un férreo control político sobre TVE, aunque eso haya provocado una dramática pérdida de audiencia de la corporación. Su principal defensor entre las cadenas privadas es 13TV, que a pesar de haber registrado un meritorio incremento de su audiencia, aún está lejos de ser un medio de referencia. Y, en la radio, cuenta con el refugio de la Cadena COPE, influyente entre el ala más conservadora de su electorado, pero que vive una de las peores crisis de oyentes -sino la peor- de su historia. Desde Onda Cero (teórica centro-derecha) recibe dardos envenenados por parte de Carlos Alsina y Julia Otero. Y desde esRadio (derecha), un auténtico bombardeo.
El que no causa excesivos problemas al presidente es el Grupo Prisa, salvado de la quiebra gracias a la intermediación de Soraya Sáenz de Santamaría y hoy en día más empeñado a la búsqueda de salvavidas entre jeques, empresarios influyentes y fondos buitre, que en las tareas puramente periodísticas. Desde hace ya muchos meses, El País ha dejado de ser un incordio para los conservadores y su complacencia con las decisiones del Gobierno no deja de ser una buena noticia para Rajoy.
Ahora bien, Juan Luis Cebrián ha demostrado que su despacho favorito en Moncloa no es el presidencial, sino el de Sáenz de Santamaría, a quien no ha dudado en defender cuando las cosas se han puesto feas para ella. De hecho, hace unas semanas, cuando diversas informaciones apuntaban a que la relación entre Rajoy y la vicepresidenta estaba rota, El País se desmarcó con una encuesta en la que le situaba como la política favorita entre los votantes del PP. Por tanto, el presidente puede considerar a este periódico como un medio respetuoso con el Partido Popular, pero no como un aliado, pues su máximo responsable parece tener muy presente la ayuda que le prestó Soraya para salvar sus negocios.