A los más altos despachos de las dos principales compañías de televisión de este país ha llegado recientemente el sonido de tambores de guerra. De momento, con intensidad moderada, aunque ‘in crescendo’. En los cenáculos de la capital madrileña se cocina desde hace unas semanas un plan con el que varios de sus competidores pretenden terminar con los privilegios de los que –consideran- gozan Atresmedia y Mediaset, dos empresas que conforman un duopolio que acapara 8,6 de cada 10 euros que invierten los anunciantes y que se ha forjado como consecuencia de una política audiovisual que sus rivales definen como “injusta” y “discrecional”.
El binomio comandado por Paolo Vasile (Mediaset) y Silvio González (Atresmedia) vislumbra en el horizonte dos ejércitos bien diferenciados. Por un lado, el de las televisiones autonómicas de la FORTA y, por otro, el de los pequeños canales de la TDT, agrupados en una asociación de reciente creación de la que forman parte Unidad Editorial, Vocento, 13TV, Kiss FM y el Real Madrid. Es decir, quienes se reparten la pequeña parte de la tarta publicitaria que no engullen los dos grandes grupos.
Su objetivo es que el duopolio ceda el espacio suficiente para que sus canales, minoritarios, puedan sobrevivir. Y, si no lo hace, que el Ejecutivo, los legisladores y/o el regulador tomen cartas en el asunto para garantizar la correcta competencia en este mercado. Todavía no se puede hablar de conflicto armado, pero sí de posturas enfrentadas. La mar se ha revuelto y bien podría desatarse una tempestad.
La intención de la Asociación Española de Televisiones Privadas Digitales Terrestres es que, a medio plazo, los ingresos que consiguen Atresmedia y Mediaset estén en consonancia con su cuota de mercado. Fuentes cercanas a esta organización consideran ilógico que con el 56% de la audiencia aglutinen el 86,5% de los ingresos publicitarios. En el caso de la compañía de Planeta, el 43,1% y en el de la filial de Silvio Berlusconi, el 43,4%.
Desde estos dos grupos insisten en que todos los mercados europeos similares al español están dominados por dos grandes empresas y que, dada la reducción de la inversión publicitaria que ha tenido lugar en los últimos años en la televisión (40% desde 2007 hasta 2016, según el informe i2P), es inviable que un tercer operador gane fuerza.
Sin embargo, existen datos que sugieren que su dominio es desmesurado. Sin ir más lejos, durante el primer trimestre de 2017 su cuota de mercado aumentó –hasta el 86,5%- pese a que su audiencia conjunta descendió en 1,3 puntos. Y pese a que en la TDT operaban cuatro nuevos competidores: TEN, Real Madrid TV, DKiss y GOL. El crecimiento del 5,3% de los ingresos publicitarios que tuvo lugar en este período lo absorbieron en su inmensa mayoría Atresmedia y Mediaset. A casa del pobre sólo llegaron las migajas.
El 'lobbista' Gallardón
La asociación de pequeños operadores de televisión ha contratado al despacho de abogados de Alberto Ruiz Gallardón con el encargo de que haga lobby sobre este asunto. El exministro de Justicia ya ha trasladado a los mandamases de Atresmedia (Silvio González, José Creuheras y Mauricio Casals) y de Mediaset (Paolo Vasile y Alejandro Echevarría) su deseo de negociar para intentar reducir la masa muscular del duopolio. Los responsables de Antena 3 se mostraron “conciliadores”, pero los de Telecinco no recibieron sus propuestas “precisamente de buen grado”, han detallado fuentes conocedoras de las conversaciones.
A Ruiz Gallardón le han pedido que acuda a los altos despachos de las televisiones “en son de paz”, entre otras cosas, porque los grupos de prensa que forman parte de la asociación (Unidad Editorial y Vocento) no son partidarios de iniciar una guerra contra las poderosas compañías audiovisuales. Sin embargo, nadie en el sector descarta que los asociados eleven el tono en el futuro si el duopolio o el Gobierno no toman cartas en el asunto para cambiar el actual status quo de la televisión en abierto.
Las televisiones pequeñas han contratado a Alberto Ruiz Gallardón para que ejerza de mediador en su frente para mejorar su posición en la TDT.
Desde la asociación quieren que Atresmedia y Mediaset se comprometan a emitir menos publicidad en los canales que, en alguna de las franjas, superen, de media, un determinado porcentaje de cuota de pantalla. Actualmente, la ley les permite ofrecer hasta 12 minutos de anuncios por hora, pero el objetivo de la organización de ‘los pequeños de la TDT’ es que este tiempo se reduzca si sus datos de audiencia son superiores al 16%.
La Asociación también negociará con Cellnex para que ajuste el importe de sus contratos de transporte y difusión de señal a la realidad de cada operador. Sus miembros no están de acuerdo con que Mediaset pague lo mismo por este servicio que el Real Madrid, que tiene una audiencia de tres décimas y unos ingresos mucho menores.
El tercer eje sobre el que pivotará su estrategia será el meramente comercial. En este sentido, pretenden conseguir que los ingresos de los grupos mantengan una correlación con su dato de share. Es decir, que cada punto de audiencia equivalga al mismo porcentaje de cuota de mercado. Sus asociados esperan que la agencia Pulsa -la que tienen contratada- les respalde en esta batalla y, si no logran mejorar sus resultados, no descartan fundar su propia central de medios.
El frente de la FORTA
En paralelo a esta agrupación –aunque con distintos intereses- se moverán las televisiones autonómicas de la FORTA, que hace unas semanas presentaron al ministro Álvaro Nadal un decálogo de medidas con el que aspiran, entre otras cosas, a que el Gobierno reduzca el poder del duopolio de la TDT ante la “situación casi insostenible” del mercado publicitario para el resto de los operadores.
“Es necesario un mercado en el que todos los agentes puedan convivir para preservar la competencia que redunda siempre en beneficio de usuarios y consumidores, medios y anunciantes”, precisa el documento –al que ha tenido acceso Vozpópuli-, en el que las cadenas autonómicas critican que el Gobierno haya otorgado nuevas licencias de emisión a Atresmedia y a Mediaset pese a su “posición de dominio”.
La pretensión de la FORTA también pasa por abrir un frente en la CNMC para corregir esta situación de duopolio. Este periódico ha intentado contactar con la presidenta de la federación de televisiones autonómicas, Carmen Amores, para obtener su opinión al respecto, sin embargo, ha rechazado atender a este medio por razones de agenda.
Un desequilibrio consentido
El desequilibrio contra el que lucharán estos dos colectivos no es flor de un día. De hecho, para entenderlo hay que tener claro que el reparto de licencias de emisión en España siempre se ha realizado bajo el estricto control del Gobierno de turno. Dicho de otra forma, quien ha tenido padrino se ha bautizado y, quien no, no ha podido entrar en el negocio. Bajo esta lógica surgieron Canal+ (Prisa) con Felipe González en la presidencia, La Sexta (Jaume Roures) con José Luis Rodríguez Zapatero y Real Madrid TV –en abierto- con Mariano Rajoy. Y por eso Rupert Murdoch se fue de España con el rabo entre las piernas cuando, hace casi 30 años, el PSOE le negó una concesión.
Cuando las empresas periodísticas han querido algo que el Ejecutivo no les ha concedido, le han presionado; y cuando el Gobierno ha querido hacer un guiño a los medios, les ha repartido caramelos. Eso explica, por ejemplo, la llegada a la televisión en abierto de los grupos de prensa, que nunca han sido capaces de rentabilidad sus proyectos televisivos, pero que antes del apagón analógico recibieron varias licencias.
Desde esta perspectiva, también se entienden los motivos que llevaron al Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero a eliminar la publicidad de RTVE. Básicamente, porque lo hizo cuando más apretaba la crisis económica y en un momento en el que necesitaba aliados mediáticos ante su dramática caída de popularidad. La decisión, no es ningún secreto, fue especialmente beneficiosa para las televisiones privadas.
Atresmedia y Mediaset han recibido multas por saltarse las condiciones que la CNMC impuso para autorizar su fusión. No obstante, las sanciones han sido de una escasa cuantía.
En aquellos tiempos, se autorizaron las fusiones que dieron lugar a las actuales Mediaset y Atresmedia, en las que el regulador de la competencia impuso una serie de condiciones para evitar que devoraran el mercado publicitario.
Varios años después de que se establecieran estos límites, no se puede decir que estas compañías los hayan respetado de forma escrupulosamente, pues en 2015 recibieron multas millonarias (2,8 millones Atresmedia y 3 millones Mediaset) por saltarse estas restricciones, entre otras cosas, al vender publicidad conjunta de sus canales, algo que tenían prohibido y que ha ahogado a sus pequeños competidores.
Ese año, el grupo dirigido por Paolo Vasile ingresó 971 millones de euros, mientras que su principal competidor, 970. Sus beneficios fueron de 166,2 y 99,2 millones, respectivamente. Parece que la pena que han pagado por saltarse varias de las condiciones que les impuso la CNMC es demasiado escasa para el daño que sus prácticas -prohibidas- han generado en el mercado.
Esta semana, el sindicato UGT ha puesto sobre la mesa un planteamiento que también podría contribuir a aminorar el poder del duopolio de la TDT. La propuesta consiste en dejar que TVE pueda emitir publicidad entre las 06.00 y las 21.00 horas, lo que le permitiría aumentar sus ingresos para reducir su dependencia de los Presupuestos Generales del Estado.
No hay que ser excesivamente perspicaz para adivinar que, en caso de que el Ejecutivo o algún partido político propongan una medida similar, Atresmedia y Mediaset les enseñarán los dientes. Y en determinados momentos de la legislatura, eso causa pavor.