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Elpidio José Silva Pacheco: ha nacido otro juez estrella

En la cuna libertaria de la capital, el Ateneo de Madrid, tuvo lugar este miércoles una charla cuyo protagonista fue Elpidio José Silva Pacheco, más conocido como el juez del caso Blesa. Lo primero que tengo que decirles es que no le gusta que le llamen Elpidio pues parece que se hacen muchas chanzas a costa de nombre tan antiguo.

  • El juez, durante la conferencia en el Ateneo (Efe).

Su señoría, tras los recientes reveses judiciales que le han enmendado completamente la plana, decidió desquitarse hablado de la independencia judicial. Mejor dicho, la falta de ella, ante más de 10 cámaras de televisión y 50 periodistas. De hecho, había más miembros y miembras de los medios de comunicación en el evento que asistentes de infantería. 

Siempre escuché que los jueces deben hablar a través de sus sentencias y que cuando se convierten en estrellas mediáticas es porque algo falla. Sin embargo, Don Elpidio, desposeído del caso que le ha hecho famoso, se dedica a recorrer ágoras varios para tratar de demostrar lo bueno que es él y lo malo y politizado que está el CGPJ. 

Viendo el follón que había en la entrada y que invitaba a todo menos a entrar, Silva Pacheco decidió acceder al inmueble por otra puerta del Ateneo, del que siempre me ha sorprendido su proximidad a la Iglesia de la Cienciología, esa especie de secta hollywoodiense en la que caen todas las starlettes.

Ausencias

El primer revés no tardó en llegar cuando el organizador comunicó que Daniel Alfonso Laso, director de la Oficina Antifraude de Cataluña (éste no tiene casi trabajo), no podía asistir por razones médicas. Que es lo que se aduce cuando alguien quiere hacer pellas o que, viendo el percal, prefiere quitarse del medio por los problemas que le pueda provocar.

En sustitución acudió de urgencia Gonzalo Boyé, de origen chileno y abogado inmerso en los casos de los presos de Guantánamo o de los papeles de Luis Bárcenas. Boyé dijo en alto algo que muchos sospechan, que el Ministerio Fiscal actúa cada vez más en defensa sólo de algunos y que los jueces deben trabajar en libertad. De hecho, recordó que se ataca a algunos jueces para que instruyan otros hasta que estos últimos se manifiestan también como incómodos y les acaban atacando.

No hay que olvidar que la sesión se titulaba La Independencia Judicial, pero lo gordo estaba por llegar. El juez del Caso Blesa arrancó afirmando que en el Ateneo es donde había estudiado la carrera que se saldó con un premio extraordinario, que se les da a los que sacan más de un 6,5. Elpidio soltaba fuego por la boca recién comunicado que le apartan completamente del caso que le ha llevado a las portadas. Dijo haber sufrido presiones de todo tipo, afirmó que su caso se estudiará en las escuelas de Periodismo como paradigma de la presión a un juez, se comparó con Picasso al decir que el maestro malagueño nunca hubiera podido pintar si a cada trazo todo el mundo analizaba lo que hacía y que el Consejo General del Poder Judicial, que está para defender a los jueces, en su caso no lo ha hecho.

Las respuestas de Silva

En el turno de preguntas se pudo desvelar el verdadero carácter del juez. A mí me llamó tres veces ignorante en vez de contestar a lo que le pregunté: ¿es normal que un juez haya sido condenado por no pagar el alquiler de su casa, que tenga multas del CGPJ por hacer mal su trabajo, que acumule quejas de subordinados y superiores por falta de negligencia y que tome decisiones tan erróneas que le pueden apartar de la carrera judicial?  La forma en la que contestaba a los intervinientes y compañeros de los medios demostraba un carácter displicente y autoritario que hace pensar que conviene no poner un piececito en su juzgado pues tiene pinta de mandarte a la sombra con demasiada rapidez. Es normal que un señor tan altivo como Miguel Blesa haya tenido enfrentamientos con este juez. Malicio que han debido de ser un espectáculo las declaraciones del ex presidente de Cajamadrid frente a mente tan privilegiada.  

Criticó a todos los medios que dan una versión sesgada de su persona y actuaciones, según él, y dijo estar bien anímicamente aunque le preocupa que otros jueces participen en el juego de que sean los acusados los que elijan su menú judicial; hay en muchos restaurantes que no se puede elegir lo que comes, dijo con sorna.

Entre los intervinientes y para no defraudar la mítica leyenda del Ateneo, que está en quiebra técnia por la retirada de subvenciones, hubo quien criticó al Rey como excepción jurídica, quien pidió la dimisión de Gallardón por poner la Justicia al servicio del Gobierno, y quien denunció que nuestro país sólo tiene apariencia democrática pero que cada vez lo es menos.
Entre el público había un grupo de palmeras que decían amén a todo lo que contaba el juez y había hasta un enano para demostrar que el Ateneo es lugar donde confluyen diferentes sensibilidades. Cuando un grupo de ignorantes periodistas se acercó a Elpidio para matizar alguna de sus palabras, éste trató de huir por una puerta que estaba cerrada, lo que le llevó a desandar el trecho realizado y con una mueca a modo de sonrisa coger escaleras para arriba. Pensar que este señor puede mandar a la gente a la cárcel me da miedito hasta a mí. 

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