La normativa 'CAFE' (Clean Air For Europe), en vigor desde hace casi dos décadas, se ha convertido en el principal quebradero de cabeza para los fabricantes de vehículos. A partir del 1 de enero de 2025, entrarán en vigor unos límites de emisiones más estrictos que podrían provocar una subida de precios generalizada de hasta el 20% en los coches nuevos.
Esta normativa, que establece un nivel medio de emisiones de dióxido de carbono (CO2) por kilómetro para cada uno de los coches nuevos que vende una marca, ha fijado el listón en 93,6 g/km para 2025. Esto supone una rebaja del 19% respecto a la cifra actual (116 g/km), lo que está obligando a los fabricantes a acelerar sus planes de electrificación.
Multas millonarias para los fabricantes
El problema reside en que, si los fabricantes no cumplen con estos objetivos, se enfrentarán a multas de 95 euros por cada gramo de CO2 que excedan el límite por cada vehículo vendido. Según la patronal de fabricantes europeos (ACEA), la industria podría afrontar sanciones de hasta 15.000 millones de euros solo en 2025.
GANVAM, la Asociación Nacional de Vendedores de Vehículos, coincide en que esta normativa impactará en el precio de los coches nuevos, y señala que las marcas ya están buscando fórmulas para evitar las multas.
¿Cómo evitar las multas y la subida de precios?
- Agrupar emisiones en grupo: las marcas podrían compensar las emisiones de sus vehículos más contaminantes con las de los modelos eléctricos.
- Comprar créditos de emisiones: fabricantes como Tesla, que cumplen sobradamente los objetivos, podrían vender estos créditos a otras marcas.
- Ofrecer descuentos en vehículos eléctricos: con el objetivo de aumentar las ventas de coches cero emisiones y compensar las emisiones de los modelos de combustión.
- Subir los precios de los vehículos con motor térmico: para desincentivar su compra y reducir las emisiones medias.
Consecuencias para el mercado
Además de la subida de precios, la normativa CAFE podría tener otras consecuencias para el mercado:
- Desaparición de modelos pequeños: los coches de los segmentos A y B podrían dejar de ser rentables para las marcas, que se verían obligadas a centrarse en modelos más grandes y con mayor margen de beneficio.
- Fin de las versiones deportivas de coches pequeños: los modelos deportivos con motores de combustión también podrían desaparecer, al no poder cumplir con los límites de emisiones.
La normativa CAFE supone un reto para la industria del automóvil, que se ve obligada a adaptarse a las nuevas exigencias medioambientales. La transición hacia el coche eléctrico parece inevitable, pero la velocidad a la que se está produciendo este cambio está generando tensiones en el mercado y podría tener consecuencias negativas para los consumidores.