Ciencia

El ecólogo que intentó salvar los ríos del “reino”

El profesor Narcís Prat recoge en un libro sus experiencias en los tiempos más duros para el medio ambiente.

  • El ecólogo que intentó salvar los ríos del “reino”

El profesor Narcís Prat asistió como perito de la fiscalía en decenas de juicios por delitos ecológicos en Cataluña en los años 90. Ahora recoge en un libro sus experiencias en los tiempos más duros para el medio ambiente.

Hubo en tiempo en que si uno hablaba de proteger a los ríos de las agresiones de fábricas y ciudades la gente levantaba la ceja. Incluso desde la justicia, donde apenas había jurisprudencia y los empresarios escapaban una y otra vez de las sanciones porque no existía conciencia ecológica. En aquel contexto, algunos pioneros como Narcís Prat, catedrático de Ecología en la Facultad de Biología de la Universidad de Barcelona, tuvieron un papel fundamental para explicar a jueces y fiscales que lo que se estaba cometiendo podía tener graves consecuencias para la vida y la salud humanas.

Dos décadas después, Prat recoge aquellas aventuras en su libro Andanzas y desventuras de un ecólogo en los juzgados del «reyno» (Editorial Milenio, 2019), donde relata su experiencia como perito del fiscal del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña en más de una centenar de juicios por delitos ecológicos entre 1989 y 2001.

¿Cree que ha cambiado mucho el “Reyno” desde que usted dejó de ser perito o seguimos igual?

La verdad es que sí que ha cambiado, especialmente por las normativas europeas. En todo lo que son conexiones ilegales que iban directamente a los ríos se ha mejorado mucho y se han hecho depuradoras, de manera que aquellas situaciones ahora no se producen. Eso no quiere decir que los ríos estén mucho mejor, y es por una razón muy sencilla: todos los sistemas de depuración están hechos a partir de ideas en países húmedos, en los que esperas que el río tenga un caudal bastante superior y por lo tanto la contaminación se diluya. Sin embargo, nosotros nos encontramos con un país con unos caudales tan escasos - también porque se desvía agua para el riego - que a veces las depuradoras echan agua a ríos secos. Y de estos hay muchos, porque que en España más del 50% de los ríos son temporales, se secan en verano.

“Tenemos caudales tan escasos que a veces las depuradoras echan agua a ríos secos”

Cuenta usted casos en que la gente se manifestaba para defender al empresario que contaminaba, ¿el empleo sigue siendo un argumento?

Creo que ha cambiado bastante la mentalidad. Hay mucha gente que visita los ríos y quiere calidad. El río Besós, que estaba infecto, la gente lo que quería era cubrirlo y que no se viera. Hoy en día esa misma gente baja al río y se pasea porque han hecho un parque. Ahora lo valora y tienen claro que si alguien contamina tiene que limpiarlo.

Otro argumento que se daban en los juicios era que como el río ya estaba muerto, pues que ya daba igual contaminarlo.

Esto es un disparate, claro. Esto lo dijo un juez que era muy tolerante con los empresarios. Decía que lo que está muerto ya no se puede matar. Pero claro, el río nunca está muerto, siempre tiene bacterias, siempre hay vida. Si está mal, y le echas más mierda, en vez de recuperar al cabo de 5km se recuperará al cabo de 10 km, de modo que estás matando 5 km más de río, no allí mismo sino más abajo. Y, si estás echando mercurio, en algún momento bajará y acabará en un pez o cualquier otra cosa. Esto era una locura. De hecho al final la audiencia provincial cambió la sentencia… Pero por entonces cada juez era como un semidiós, en su juzgado se hacía lo que le daba la gana.

En general los jueces sabían poco de química, ¿no?

Nada de nada, ni los jueces ni los abogados al principio. Casi siempre les daba una pequeña clase. Explicaba las cosas y algunos jueces ni te miraban ni parecía que les interesara nada, otros aprendían e incluso preguntaban. Fue una experiencia muy interesante y yo también aprendí mucho.

Narcís Prat, en su despacho de la universidad

Por lo que cuenta en su libro, los sospechosos habituales eran las industrias galvánicas y textiles.

Con lo de los galvánicos lo que pasó fue que en aquel momento la SEAT tenía una planta de cromados y le daba muchos problemas porque son muy ácidos y tienen cromo en cantidades importantes, que echaban al río. Y el cromo hexavalente pasa por las potabilizadoras sin modificarse y es súper tóxico. Los de Aguas de Barcelona, que tenían la potabilizadora, tenían que estar todo el día mirando. Entonces la SEAT, para evitar esto, se sacó los cromados de encima y les pidió a los trabajadores que lo hicieran, les dijeron que ellos les daban los cromados y algunos lo hacían en su casa. En su bañera tenían su baño de cromo y cuando llegaba el viernes por la noche sacaban el tapón y ahí se iba el cromo para el agua. Como era un problema para la salud pública, la propia red de Barcelona tenía una policía de los ríos, iba siguiendo donde había casas particulares y los iba denunciando. Hasta que finalmente se controló. Y luego estaban las textiles, que había muchas y echaban mucho amonio, mucha materia orgánica y al final era un agua infecta.

“Los ríos muchas veces eran cloacas a cielo abierto. Tenías que ir con mascarilla y guantes”

O sea que los ríos catalanes eran un no parar, como el escenario de una serie policíaca.

Sí, bueno, Cataluña era un desastre. En 1979 hice el primer estudio biológico de los ríos de Cataluña y las zonas bajas del Llobregat y el río estaba en un índice biológico de 0,1 o 0,2 siendo el máximo 10, con lo cual aquello muchas veces eran cloacas a cielo abierto. Tenías que ir con mascarilla y guantes intentando no tocar el agua. Porque aquello era un vertido a cielo abierto, pura mierda, con perdón.

¿Y cómo están aquellos ríos ahora?

Ahora las depuradoras lo que han hecho es bajar mucho la materia orgánica, por tanto ya no tiene amonio porque el oxígeno lo oxida y ha hecho que salga una fauna básica que son cuatro bichos y tenemos un índice de 4,5, en algún caso hasta 6, pero de aquí no pasamos. Porque muchos ríos vienen de depuradoras, que no limpian el agua, no hacen agua destilada. Cuando sale de la depuradora y no hay dilución la cosa no funciona, y en Besòs en la parte baja es agua de depuradora, no hay rieras naturales. El río nace en una depuradora, luego le quitan todo el agua y vuelve a nacer en otra depuradora, y así. Al final es muy difícil que el río se recupere, porque no tiene un caudal ecológico. Es más bien un conjunto seguido de depuradoras. Y en lugares más secos es incluso peor.

Y el principal enemigo del río era casi siempre el amonio.

Era lo más frecuente y salía casi en cada caso. El amonio en sí no es tóxico, pero cuando va a al agua según el pH se transforma en amoníaco. Si eres un pez y vives en un agua con una cierta cantidad de amoníaco, tus branquias acaban quemadas. Pero el amonio como tal no es tóxico. Se da la paradoja es que la misma cantidad de amonio en Suecia no hace nada, porque allí el pH es 7, pero aquí como el pH puede ser 8,5 una parte importante de amonio pasa a amoníaco libre, y eso es muy tóxico.

Incluso puede haber toxicidad diferente según la hora del día, ¿no?

Esto es por culpa del pH. Durante la noche las algas no producen fotosíntesis, respiran, producen CO2, pero por el día lo absorben y aumenta el pH, de modo que un río que por la mañana tenía un pH de 7,5 puede que a las 5 de la tarde haya subido a 9,5. Y los peces que estaban tan tranquilos por la tarde se mueren.

También es un problema que los ríos de la península sean especialmente alcalinos.

Sí, en España hay una especie de línea divisoria que baja desde Galicia y todo el resto, el de la España calcárea, que es una España alcalina, incluso salina. En el Ebro, por ejemplo, hay lugares donde los suelos son salinos y es un tema muy importante, porque la cantidad de cloruros no casa bien con la fauna acuática. Esto afecta totalmente todos estos retornos de riego en campos hechos en suelos salinos en los que no deberían haber cultivado nunca. Porque para evitar la salinidad se echa mucha agua y esta agua, con los cloruros, se acaba yendo a los ríos.

Ibuprofeno, cocaína, voltarem… Los ríos siguen siendo una especie de catálogo químico

Parece como si nunca hubiéramos aceptado que somos un país seco.

Eso es. Y siempre hemos creído que los de arriba tienen que bajar el agua a los de abajo, por eso la cultura de los trasvases. Pero un río del norte no es excedentario, baja el agua que tiene que bajar y las condiciones biológicas y ecológicas son las que tienen que ser gracias a que baja agua. Si lo cambias, te cargas el río del norte y en el sur acabará como acaba, contaminado muchas veces por los agricultores, aunque nos e quiera hablar del tema.

¿En algún momento estuvo en riesgo la salud humana?

Grandes dramas de salud no hemos tenido. No ha habido muertes como en Dinamarca, pero sí ha habido casos puntuales y todavía sigue habiendo, hay un trozo del río Cinca que todavía tiene mucho mercurio y los pescados no se pueden consumir, por todos los residuos que han ido dejando las fábricas que echaban mercurio al agua cada noche. Hay puntos negros, en Cataluña hay varios, donde se vierten hidrocarburos aromáticos. La contaminación química es algo que la UE está exigiendo, han encontrado más de 2000 productos en el agua y van a analizar los que son más peligrosos, que son 300. Pero, claro, llevan tantas cosas, todas en pequeñas cantidades... Ibuprofeno, cocaína, voltarem… Es una especie de catálogo químico, en parte por culpa nuestra, porque todos tomamos diclofenaco y otras sustancias. Si miras uno por uno, son cantidades pequeñas. Pero el efecto conjunto de estas sustancias, lo que se llama toxicidad conjunta, está por estudiar.

Una vez vino un profesor de Australia al Llobregat y me dijo “este es el río más jodido del mundo”

¿Cuál fue el caso más grave que recuerda de aquellos años?

Lo más sangrante era esta impunidad de que la gente echara al río cualquier cosa, y de alguna manera es por lo que yo me metí en esto. Yo ya llevaba tiempo estudiando los ríos y lo único que veía era que las cosas iban cada vez peor. Y aquello no podía ser. Una vez vino un profesor de Australia, le enseñé el Llobregat de arriba abajo y me dijo: “este es el río más jodido del mundo”. Y la verdad es que sigue jodido, aunque haya mejorado.

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