Análisis

Mas, Godó y otra en el pecho la que le mató

   

  • Artur Mas y el conde de Godó, Javier Godó Muntanyola, en una imagen de archivo

En la cruz de navajas que ayer sufrió Artur Mas en el Parlamento de Cataluña, sobre Mario de bruces tres cruces, la que más dolió, una en la frente, no tuvo por escenario el ruedo parlamentario, sino el ámbito de los medios de comunicación. Ayer, Javier Godó Muntanyola, conde de Godó por la gracia de su majestad el rey Juan Carlos I, asestó una puñalada mortal de necesidad al movimiento separatista que encabeza el líder de Convergencia con la muleta que mueve ERC y el aliento en la nuca de la CUP y sus 10 nekanes. El conde de Godó y sus medios, que durante años han sostenido y alentado el viaje hacia ninguna parte del independentismo, de repente pidieron ayer, casi exigieron, una rectificación al presidente en funciones de la Generalidad. Si el cambio de bando se consolida, cosa que solo el paso de los días será capaz de confirmar dada la acrisolada vocación veleta del editor ennoblecido, el movimiento independentista puede haber recibido un revolcón mucho más importante, más trascendente, que cualquier fallo del Tribunal Constitucional.

Algo muy importante se ha movido, se está moviendo, tras las bambalinas. Ayer, La Vanguardia antaño Española sorprendió a propios y extraños con un duro editorial titulado Por la rectificación en cuyo párrafo final podía leerse que "la mayoría parlamentaria catalana ha cometido un grave error que contradice el deseo y la intención de parte de sus votantes y que puede colocar al Parlament en ruta de colisión con la propia sociedad, que mayoritariamente no desea rupturas ni teatrales esguinces. El error debe ser rectificado". Más importante aún, otra en el pecho la que le mató, el locutor Jordi Basté, en su editorial de las 8 de la mañana (El món a RAC 1), el programa más oído de Cataluña, auténtica sala de máquinas del aparato de agit-prop independentista, vino a acusar a Mas de ir por mal camino. “Primero en Cataluña habría que tener un presidente, formar un Gobierno y después preguntarnos: ¿todo lo que se aprobó ayer en el Parlamento, cómo lo haremos? ¿Y con quién? Hoy es indiscutible que la presión sobre la CUP es total. Y después, con el presidente y los consejeros, empezar a hablar con alguien que no seamos nosotros mismos, hablar de pactar”. Eso dijo Basté, que es mucho y no es nada, que es un mundo en el lenguaje melifluo de un nacionalista desorejado obligado a desdecirse por la suprema autoridad del amo de la cosa.

Cataluña no es una 'road movie', sino un película de miedo sin el menor aliento romántico

Y otra miente en el noticiero, ¿es sincero el editor? Dos drogadictos en plena ansiedad, ¿de repente le ha dado al señor conde un ataque de sentido común? Parece que don Javier anunció el cambio en una cena que tuvo lugar en el Liceo el lunes pasado, en presencia de gente tan principal como Isidro Fainé, capo de La Caixa, y un buen ramillete de notables, todos asustados, escandalizados más bien, por la deriva del nacionalismo catalán. “Que nadie dude de Godó; que nadie se equivoque con Godó”, vino a decir el noble. El señor se manifiesta, se explica en privado, dice haber sido embarcado en una aventura que, ahora se ha dado cuenta, ha ido demasiado lejos. “Me dijeron que los nuevos vientos iban por ahí y que teníamos que adaptarnos, teníamos que cambiar, porque iba a ser en beneficio de todos”. Ahora se ha percatado de que el animal cabalga desbocado hacia el precipicio, y que en ese coche no viajan Thelma y Louise melenas al viento de una muerte heroica, sino un tipo de mandíbula desencajada y mirada pérdida, en compañía de una militante antisistema con el flequillo cortado a cuchillo que maneja el volante sin otra intención que reventar el grácil mundo en el que durante siglos ha vivido la burguesía barcelonesa. Que lo de Cataluña no es una road movie, sino un película de miedo sin el menor aliento romántico.

La cuenta de resultados del señor conde

Y a todos les ha entrado el pánico. Y el señor conde ha dicho a su hijo Carlos, consejero delegado del grupo con el Ebitda como suprema ideología, que ya está bien, que hasta aquí hemos llegado y que hay que parar los pies a los Basté de turno, y parece que el cambio no tiene marcha atrás, decían anoche en Barcelona, aunque la voluntad y determinación del señor Conde es enigma mayor que el argumento ontológico de San Anselmo. Mejor no fiarse. Dicen también en Barcelona que al señor Conde le han prometido arreglar sus asuntos, ya me entienden, la cuenta de resultados, ese último renglón que desde hace años depende de las subvenciones de la Generalidad, generosas subvenciones para la agitación y propaganda nacionalista allí donde no hay compasión a la hora de aplicar recortes a mansalva, pues que le han prometido, ya digo, arreglarle sus asuntos pecuniarios por otras vías menos arriesgadas, menos envilecidas, menos ruines que ponerse a cuatro patas para lo que el secesionismo tenga a bien mandar, y que habrá que pagar ese peaje para que los medios del señor conde, fundamentalmente La Vanguardia y RAC 1, dejen de ser los altavoces de un tipo que no quiere Estado propio, sino Justicia propia, como ayer le recordó la brillante Inés Arrimadas, una señora que es capaz de subir a la tribuna de oradores e improvisar un discurso sin texto escrito.

A partir de ahora ese partido que os habéis acostumbrado a jugar sin equipo contrario en frente se ha terminado

El nacionalista Basté manifestó ayer una cosa importante en su mitin radiofónico mañanero. Dijo que “hay la sensación instalada en Cataluña de que el Estado se ha puesto, ahora sí, firme. La idea del catalanismo era otra: president, govern, e inicio del proceso, no a la inversa, y este giro ha alterado el producto y el propio proceso, porque además has entregado las cartas y la jugada al Estado. Un Estado que sabíamos que era fuerte, duro, poderoso y sin escrúpulos, y sabíamos que no podíamos matar dinosaurios con tirachinas”. El nacionalista Basté lamenta que la torpeza de Mas haya “entregado las cartas y la jugada al Estado”, poniendo así en peligro el Estadito propio a lo Kosovo que 72 señores diputados, supuestamente en nombre de 1.966.000 votos (el 35,6% del censo) han decidido imponer a una mayoría de 3.544.000 votos. Es a ese 64,4% del censo al que el Gobierno de un Estado democrático debe proteger frente al salto al vacío de unos aventureros sin escrúpulos. Y, sí, parece que el Estado empieza a desperezarse, querido Basté, tímidamente, casi imperceptiblemente, porque ya sabes cómo es nuestro Mariano, "uff, qué lío", pero no sé por qué a partir de ahora ese partido que os habéis acostumbrado a jugar sin equipo contrario en frente se ha terminado. No sé por qué barrunto que los Bastés de este mundo ni siquiera se van a atrever a partir de ahora a saltar al campo.

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