Mariano Rajoy se ha preparado para soportar un auténtico bombardeo por parte de todos los grupos en la segunda jornada de la sesión de investidura. "Esto va a ser más parecido a una moción de censura contra nuestra labor de estos cuatro años que a cualquier otra cosa", comentaban este martes fuentes de Génova. El presidente del Gobierno en funciones da por hecho que no habrá ni un sólo portavoz que evite censurar su gestión. Habrá intervenciones más críticas y otras menos expresivas, pero 'van a llover cascotes sobre nuestra cabeza', comenta la mencionada fuente. Rajoy se ha puesto el casco. Es una pieza de caza en el punto de mira. Renunció a dar el paso al frente para intentar su investidura y ahora pasa por ser el culpable del actual bloqueo institucional. Eso, al menos, es la moneda común entre todos los portavoces, incluido Ciudadanos. El propio Rivera afilará su hábil dialéctica contra la corrupción que anega al PP. Tiene que justificar su fotografía del próximo viernes junto al PSOE, algo que muchos de sus votantes quizás no terminen de entender.
"Vendrán días muy duros y situaciones complicadas", había advertido Rajoy a los suyos. Y se refería tanto a las presiones que están sufriendo por parte de diversas instancias que pretenden que se abstenga y permita la formación de un gobierno entre PSOE y Ciudadanos, como a momentos muy concretos, como el debate de investidura. Rajoy ha perdido protagonismo. Su papel en estas jornadas de búsqueda de un jefe de Gobierno es la del perfecto segundón que contempla el partido desde el córner.
Treinta minutos de ataques
Pedro Sánchez dedicó más de treinta minutos de su intervención a bombardear los cuatro años de Rajoy. Lo previsto. Sánchez quiere ser presidente y su programa de gobierno es sacudirle a Rajoy. No hay otro, como se pudo comprobar al hilo de su discurso. Fue incesante, insistente y, en ocasiones, sumamente duro. El aludido mascaba un chicle. "Lo suyo no era mayoría absoluta sino absolutismo", llegó a mencionar el líder del PSOE. Su animadversión hacia el dirigente popular no amaina. Casi ha crecido desde aquel encontronazo de campaña. "Indecente". En el PP dan por descontado que muchos de los mensajes que se escuchen a lo largo de esta segunda jornada se pronunciarán en clave electoral, con una mirada puesta en las parroquias respectivas. Algunos diputados independentistas y de la izquierda anunciaban este martes su rechazo absoluto no sólo al 'cuatrienio mariano' sino también a la forma en la que ha afrontado la solución del bloqueo institucional.
Hasta la moderada Ana Pastor, ministra de Fomento, llegó a señalar que "se trata de la peor intervención que he escuchado en mi larga vida parlamentaria"
En Podemos se da por hecho que Pablo Iglesias elevará mucho la voz y el tono contra el PP para justificar que, llegado el caso, este viernes tenga que sumarse al 'bloque del no' que liderará el propio Rajoy contra la candidatura de Sánchez. Ya lo ha anunciado. Todos los partidos salvo Ciudadanos mostraban este martes su decisión de dedicarle un sonoro rechazo a la candidatura del líder del PSOE. "Nosotros hemos hecho nuestro trabajo", respondía Sánchez, señalando a Iglesias a quien mete presión y le apunta como el responsable de que no se pueda formar 'un gobierno del cambio en España'.
Los dirigentes del PP se mostraron el martes muy críticos con el orador socialista. "Un discurso mediocre, hueco, epidérmico y sin proyectos", comentaban algunos diputados populares en los pasillos del Congreso. Hasta la moderada Ana Pastor, ministra de Fomento, llegó a señalar que "se trata de la peor intervención que he escuchado en mi larga vida parlamentaria". Rafael Hernando, el portavoz del grupo popular, se mostró algo más suave, e incluso reconoció que en las palabras de Sánchez "hay algunos puntos con los que estamos de acuerdo', como por ejemplo, Europa o la cooperación internacional. Cuestiones en absoluto polémicas y de escasa relevancia. Hay que dejar la puerta abierta por lo que pueda pasar. Rajoy sigue empeñado en su idea del gobierno de coalición. Y necesitará al PSOE. No hay otra si se quiere esquivar el camino que conduce indefectiblemente a las urnas.