El domingo 13 de junio estaba marcado en rojo en la agenda política: Pedro Sánchez se la jugaba en dos frentes, la plaza de Colón, donde otra vez se clamaría contra los indultos a los presos del procés, y en Andalucía, donde su delfín, Juan Espadas, afrontaba el cara a cara decisivo contra la única rival que osó a hacerle sombra en el PSOE, Susana Díaz. Cuando el domingo agonizaba, una ola de optimismo recorría la Moncloa.
Una jornada que había comenzado con miles de personas llenando la plaza de Colón –lo de las 25.000 personas de los ojeadores del Gobierno frente a los 126.000 de los policías municipales de Almeida no es más que otra broma de mal gusto que se reproduce en todas las manifestaciones- terminó, por obra y gracia de Isabel Díaz Ayuso y de Juan Espadas, en una jornada perfecta para Pedro Sánchez.
La manifestación de Colón se torció a buena hora. Mientras las terminales mediáticas del Gobierno buscaban aspectos destacados negativos –el fallo en el generador que obligó a retrasar media hora el acto; el supuesto ‘pinchazo’ porque había menos gente que en 2019 olvidando que aún estamos en pandemia- llegaron las declaraciones de Isabel Díaz Ayuso sobre el Rey y su “implicación” en la firma de los indultos.
Isabel Díaz Ayuso es así, sin filtros. Lo acababa de reconocer hace unos días su rasputín, Miguel Ángel Rodríguez, en el programa de Bertín Osborne. Ayuso es la nueva ‘lideresa’ del PP y se le pone cada vez más cara de Esperanza Aguirre, la misma que era capaz de arrasar en Madrid por su falta de complejos y de volver loca a la planta séptima de Génova.
“Joder qué tropa”, decía Rajoy cuando coincidía con Gallardón y Aguirre en el ascensor de la sede. Ayer, Pablo Casado y José Luis Martínez Almeida se quedaban hieráticos mientras escuchaban a la presidenta de la Comunidad de Madrid hablar del papel del Rey en los indultos. La munición que buscaban muchos medios la servía en bandeja de plata Ayuso y su locuacidad a las puertas de la sede nacional.
La noticia era que Ayuso había implicado al Rey, que Casado no llegó a Colón y que Génova no compartía sus palabras
Los titulares corrieron como la pólvora. Y ya no se hablaba del fantástico discurso de Andrés Trapiello –“no somos fachas por decir lo mismo que decía Sánchez hace cuatro días”- ni de las miles de personas que clamaban contra los indultos, ni de que no hubo un solo incidente a destacar… La noticia era que Ayuso había implicado al Rey, que Casado no llegó a Colón y que Génova no compartía sus palabras. De hecho, desde el propio PP se esforzaron todo el día por distanciarse del “verso suelto” de Ayuso. Lo dicho, cada vez más cara de Esperanza.
Dividir a la derecha
La primera prueba de fuego para Moncloa y para Sánchez se había superado mucho mejor de lo esperado. Otra vez la “foto de Colón” iba a servirle para dividir a la derecha. Ya solo quedaba que en Andalucía, la otra mujer que ponía en cuestión el liderazgo sanchista, se despeñara. Y así fue.
Susana Díaz, aquella que hace tres años iba a ser “la primera mujer en llegar a La Moncloa”, la que apoyaban muchos medios socialistas, con La Sexta a la cabeza, frente a Pedro Sánchez, probó este domingo el amargo sabor de la realidad fuera del poder. En la Junta, era la diosa: ella daba y quitaba, a agrupaciones, a alcaldes, a asesores… Fuera de San Telmo, ya solo es Susana. Y el que puede dar y quitar está en Ferraz y en Moncloa.
La derrota fue apabullante. En Jaén y Cádiz capital quedó incluso por detrás del tercer candidato. Demasiado duro para quien un día creyó poder frenar el sanchismo.
Al terminar el domingo, Sánchez se metió en la cama pensando en su ‘baraka’: un día que podía haber servido para complicarle sobremanera la agenda a corto plazo culminaba con dos victorias. Se vendería la derrota definitiva del susanismo y su poder omnímodo en el PSOE y se extendería convenientemente que, de Colón, salen las derechas dividididas y con Casado y Almeida enfrentados una vez más con Ayuso.
El presidente ya puede dedicarse a aprobar los indultos, a cambiar el Gobierno y a intentar terminar la legislatura. Un domingo Redondo. El lunes, eso sí, las encuestas le vuelven a recordar lo que piensan los españoles.