Novak Djokovic (No-Vac Yo-covid, le llaman algunos) ya se ha convertido en el símbolo de los antivacunas mundiales, pero también ha sido elevado a los altares de aquellos que se autoproclaman defensores de las esencias de la libertad individual por encima de las (en muchos casos titubeantes) disposiciones de los gobiernos para intentar frenar la extensión de la pandemia de coronavirus.
En España, muchos de quienes se oponen a la vacunación obligatoria, al pasaporte covid que ha sido sancionado por varios TSJ o directamente quienes se oponen a la vacuna cambian su foto de perfil en las redes sociales por la imagen del serbio como si fuera, como ahora dice dice su padre, “Jesucristo” o “Espartaco”, el emblema de la lucha por la libertad frente a un Gobierno, el australiano, que –digámoslo también- se ha comportado en este caso con la misma ligereza y falta de criterio a la que estamos acostumbrados en España con el nuestro de Pedro Sánchez.
A tal punto ha llegado la ‘djokomanía’ en nuestro país que los mismos que exhibían a Rafa Nadal como el modelo a seguir, como deportista y español, no dudan ahora en sentirse “traicionados” e, incluso, en publicar fotos del número uno español junto a Bill Gates como prueba irrefutable de que sus declaraciones –“si Djokovic no quiere vacunarse debe atenerse a las consecuencias, el mundo ya ha sufrido bastante”- responden a que el manacorí forma parte de una conspiración mundial.
Cada uno es muy libre de convertir en héroe y en ejemplo mundial a quien quiera. Aunque en el caso de Djokovic convendría recordar cuál ha sido su comportamiento ante la covid, quiénes son algunos de sus peculiares asesores y qué puede haber detrás cuando se acerca el momento de la retirada para un tenista que no es solo un genio en el deporte sino que tiene ambiciones mayores.
Djokovic y la pseudociencia
“He visto cómo, a través del poder de la oración y de la gratitud, gente consigue convertir la comida más tóxica y el agua contaminada en las más curativas. Es así: el agua reacciona a nuestras emociones, a lo que decimos. Tenemos que sentarnos sin cámaras, sin móviles, sin ver cosas, y no tener discusiones conflictivas con los más cercanos cuando estás en la mesa. Mi abuelo muerto siempre estaba muy callado en la mesa… y antes no lo entendía”.
Branimir Nestorovic es su neumólogo y defiende la existencia de un ‘gen león’ en los serbios distinto al resto de europeos y que les protegería del coronavirus, al que calificó de “virus más divertido en la historia de la humanidad”
Estas declaraciones de Djokovic en mayo de 2020, en plena pandemia de coronavirus, muestran la peculiar relación que tiene el tenista serbio con la ciencia. Tras posicionarse contra la vacuna obligatoria, difundió en sus redes una charla con Chervin Jafarieh, con quien comparte el “Proyecto de la Auto Maestría” en Belgrado.
En su charla, ambos defendieron que “si tienes emociones específicas hacia el agua, si tienes pensamientos felices, estos crean una estructura molecular basada en la geometría secreta, en la simetría, en el equilibrio. Y por contra, cuando le muestres al agua dolor, miedo, frustración, enfado, ese agua se ”romperá”... En fin.
¿Cómo acaba la charla? Djokovic ofrece “Golden Mind”, producto consistente en nutrientes cerebrales avanzados y en experimentar con la sabiduría de la naturaleza. Cada unidad se vende a 69 euros…
Jafarieh no es el único gurú del que se rodea Djokovic. En noviembre de 2020 mantuvo y promocionó otra charla con su neumólogo de cabecera, el polémico doctor serbio Branimir Nestorovic, que defiende la existencia de un ‘gen león’ en los serbios distinto al resto de los europeos y que les protegería del coronavirus, al que calificó de “virus más divertido en la historia de la humanidad”.
El neumólogo también introdujo a Djokovic en marzo de este mismo año en un proyecto para llevar las enseñanzas alternativas a la medicina de Nicola Tesla por toda serbia, para convertir a homeópatas y acupuntores en “instructores teslianos”. Djokovic, según el neumólogo, estaba “encantado” y quería ser de la “primera generación de instructores”.
Detrás, otro negocio: el polémico doctor considera a Djokovic “la reencarnación” del también serbio Nicola Tesla, y asegura que el tenista va a patrocinar un proyecto para recuperar la bobina sin hilos del inventor...
Djokovic, antivacuna convencido, montó el pasado año un torneo para demostrar que se podía seguir jugando al tenis sin miedo al covid. Las mascarillas brillaron por su ausencia. Una fiesta tras uno de los partidos mostró a Djokovic y otros participantes compartiendo sudor y música. Acabaron contagiados.
En Serbia ha comenzado la carrera por convertir a su ídolo en un perseguido. Su padre ya le ha comparado con Jesucristo y con Espartaco.El presidente serbio acusa a Australia de atacar a Serbia porque “Nole –nombrado Héroe Nacional desde 2014- es Serbia”. Su polémico neumólogo de cabecera ya ha anunciado que piensa presentarse a las elecciones y son muchos los que ven en este martirologio el lanzamiento de la campaña de Djokovic a la política cuando se retire del tenis. Algo que, a sus 34 años, está cerca.
En resumen, Djokovic es muy libre para no querer vacunarse. Tanto como Australia para exigirle –finalmente y por la presión de unos ciudadanos que han tenido que presentar su pasaporte covid hasta para ir a comprar el pan- que solo entre en su país si cumple con los papeles para ello. Tan libre como para creer que la mente corrompe o potabiliza el agua o que la bobina de Tesla puede curar el cáncer. Y hacer negocio con ello. Yo, de momento, seré siempre fiel a don Rafael Nadal.