Opinión

El Boss de Vox

Abascal sigue escalando en las encuestas y el CIS lo sitúa como tercera fuerza política. Nuevos partidos para que nada cambie

  • Bruce Springsteen en su último concierto en San Sebastián

En el Parlamento catalán se celebran plenos cada dos semanas, salvo cuando sobreviene alguna cuestión de debate extraordinario. Es decir, que si sus señorías no tienen comisiones, la gran mayoría de representantes políticos no acuden a la Cámara. En el pleno hay que estar no sólo para aparentar, como al parecer ha hecho el diputado de Vox, Antonio Gallego. Gracias a un periodista de El Periódico que estaba en la tribuna, en la parte alta del Hemiciclo, donde han relegado a los diputados de este partido, junto a los invitados y la prensa, se han podido conocer los gustos musicales del mencionado diputado.

Rock en el Parlament

Desde esa bancada, para los parlamentarios que no lo sepan, se pueden apreciar muchos detalles que pasan inadvertidos ante las cámaras, como sus gestos, lo que escriben de su puño y letra, algunas conversaciones que no se captan en el pleno, mensajes de móviles, en fin esas pequeñas cosas de la actividad parlamentaria. Han colocado a Vox justo debajo de esa tribuna por lo que se puede apreciar bien la actividad 'privada' de ese grupo parlamentario. Bien seguro que los fans de Bruce Springsteen, el Boss, sin duda comprenderán lo que hacía este diputado porque, en pocos minutos, se colgaba el cartel de 'No hay billetes' para los dos conciertos que ofrecerá en Barcelona.

No resulta aceptable lo que hacía con el portátil –que facilita el Parlament a todos sus miembros- más aún cuando Gallego quizás se pueda permitir el asistir a cualquier concierto de Springsteen bien en París, Dublin o Amsterdam en su próxima gira. No estamos hablando de que pedía hora para una visita al médico o algo de similares características. No debe extrañar, por ello, que una parte de la sociedad discuta lo que cobran nuestros políticos ya que de dar ejemplo poco saben.

Rufián y la vaca

Gallego debería conocer por su experiencia parlamentaria que a los plenos se va a escuchar, exponer, debatir, acordar, votar, que para eso cobra del erario público no para comprar unas entradas para un concierto de rock. La anécdota parece haber pasado desapercibida. Pocos se han tirado a su yugular y, además, se amontonan todo tipo de anécdotas de diversa índole, quizás son más llamativas. Coincidiendo este episodio, salta a la campaña andaluza la vaca de Moreno Bonilla y el desliz sincero de Gabriel Rufián llamando “tarado” a Puigdemont, cuando muchos independentistas y, los que no lo son, coinciden en esa apreciación que solo el diputado de ERC se atrevió a soltarlo para luego agotarse en disculpas. Gallego también debería saber que los periodistas le siguen, como a cualquier diputado en lugar público. Ni su actitud es ejemplar ni el lugar para comprarse las entradas para un concierto es el adecuado.

Se trata de un severo caso de falta de ejemplaridad. Aunque no siempre se logre, ha de insistirse en la exigencia de reclamar a nuestros políticos que prediquen con el ejemplo, siempre ha sido así y así debemos seguir. Después de una pandemia devastadora, una crisis de precios sin precedentes, una guerra en el corazón de Europa, no cabe resquicio alguno para permitirle ni un sólo exceso a quienes pretender abusar de su cargo. Pareciera que a algunos les da igual la actividad parlamentaria, o eso es lo que demuestran. Vox, sin embargo, sigue escalando en las encuestas y el CIS lo sitúa como tercera fuerza política. Nuevos partidos para que nada cambie. Cuídense.

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