Opinión

El pasado visita a Trump

Es imposible no preguntarse si esta misma acusación se habría presentado contra cualquier otro candidato que no se llamase Donald Trump

  • Donald Trump en la corte de Manhattan

Un fiscal de distrito de Nueva York llamado Alvin Bragg citó a declarar este martes a Donald Trump en su juzgado. La cosa levantó mucho revuelo. Se esperaba a una legión de trumpistas furiosos en la puerta del juzgado armando escándalo, pero la sangre no llegó al río. Había dos grupos, uno a favor y otro en contra, pero ninguno de los dos era especialmente numeroso. La comparecencia se produjo en el tribunal penal de Nueva York que se encuentra el mismo corazón de Manhattan, junto a Canal Street, muy cerca de Chinatown. Trump se presentó con una caravana de automóviles, descendió y entró en el juzgado. Allí fue identificado, le tomaron las huellas dactilares y pasó a escuchar la acusación o, mejor dicho, las acusaciones, porque el fiscal Alvin Bragg le culpó de 34 delitos diferentes. Trump se declaró inocente de todos ellos uno por uno.

La lectura de cargos supuso un momento histórico ya que era la primera vez que se acusa y se ficha en un juzgado a un expresidente. Para complicar las cosas, es probable que el proceso se desarrolle mientras Trump está en plena campaña electoral de las primarias. La asistente del fiscal de distrito, una mujer llamada Catherine McCaw, indicó que su intención es que la vista pública sea en enero de 2024, justo cuando comienzan las primarias republicanas y sólo diez meses antes de las elecciones generales. 

Es poco probable que Trump, que tiene ya 76 años (77 cumplirá en junio), ingrese en prisión si es declarado culpable. El delito de falsificación de registros comerciales en primer grado conlleva una sentencia máxima de cuatro años de cárcel, pero rara vez los jueces imponen penas tan altas. Eso en el caso de que sea declarado culpable, cosa que no es ni mucho menos segura. Los abogados de Trump están convencidos de que saldrá absuelto y de que esto se volverá contra el tribunal que le ha acusado. Aseguran que el caso tiene motivaciones políticas, que Alvin Bragg es un demócrata confeso, y que la fiscalía de Nueva York está interfiriendo en el proceso electoral del año próximo. Resumiendo, que no hay caso. Eso mismo fue lo que dijo el propio Trump en una alocución en vídeo que hizo horas más tarde desde su residencia de Mar-a-Lago en Florida. Elevó, eso sí, el tono de las acusaciones contra Bragg calificándole de izquierdista radical. 

Los documentos que presentaron los fiscales revelan pocos detalles nuevos sobre la participación de Trump en este esquema de pagos, que la fiscalía ya había investigado anteriormente sin reunir indicios suficientes

Bragg acusa a Trump de falsificar repetidamente la documentación mercantil de su propia empresa para ocultar un delito aún mayor perpetrado durante la campaña electoral de 2016. El delito al que se refiere Bragg es el de escamotear información al electorado. Todo supuestamente lo hizo de forma premeditada y conforme a un plan que había diseñado un año antes para evitarse informaciones incómodas durante la campaña. El fiscal exhibió tres pagos realizados en nombre de Trump a distintas personas: 130.000 dólares para la actriz porno Stephanie Clifford (más conocida por su nombre artístico Stormy Daniels), 150.000 para la ex modelo de Playboy Karen McDougal y 30.000 dólares a un antiguo conserje de la Torre Trump que reveló que Trump había engendrado un hijo fuera del matrimonio. Tanto McDougal como Daniels mantuvieron encuentros sexuales con Trump en el pasado. 

Los documentos que presentaron los fiscales revelan pocos detalles nuevos sobre la participación de Trump en este esquema de pagos, que la fiscalía ya había investigado anteriormente sin reunir indicios suficientes como para imputarle. Cuando preguntaron a Bragg por qué no había hecho las acusaciones antes dijo que el retraso se debía a que ahora disponía de pruebas adicionales, pero no especificó cuáles, pero que sí conoce el gran jurado que hace dos meses decidió iniciar el proceso. Ahora el caso seguirá su instrucción a lo largo de este año. Para el mes de diciembre podría tener el acusado que comparecer de nuevo y la fiscalía quiere que la vista oral se celebre a partir del mes de enero del año próximo. 

Para entonces Trump estará ya metido en las primarias republicanas, que darán comienzo a principios de febrero en Iowa. Que se encuentre metido en esto le puede servir como combustible en las primarias en las que por ahora se encuentra a la cabeza con respecto a los otros tres candidatos que han oficializado su candidatura hasta la fecha. Pero también podría actuar de manera inversa recordando a los votantes indecisos las polémicas que rodean a Trump constantemente. Aparte de esto, el expresidente está sometido a investigación judicial en otros casos como los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio, su intento de influir sobre el recuento en Georgia y la retención de documentos clasificados en su mansión de Florida una vez hubo abandonado la presidencia. 

La imagen que el fiscal pintó de Trump es que quería eliminar historias negativas sobre su pasado en plena campaña, pero no estaba dispuesto a emplear su propio dinero para hacerlo

Trump trata de transmitir la idea de que ganará este juicio porque carece de base real y porque, según él, se trata de una caza de brujas contra su persona ahora que ha anunciado que volverá a presentarse. Esa es la interpretación del acusado, pero el caso está en plena instrucción por lo que se esperan novedades conforme la fiscalía vaya reuniendo testimonios y documentación. Por de pronto lo que sabemos es lo que la fiscalía le leyó el martes. La imagen que el fiscal pintó de Trump es que quería eliminar historias negativas sobre su pasado en plena campaña, pero no estaba dispuesto a emplear su propio dinero para hacerlo. Encargó a Cohen que resolviese el asunto indicándole que retrasase el pago todo lo que pudiese, a ser posible hasta después de las elecciones. En ese momento ya no haría falta pagar nada a Daniels porque ganase o perdiese ya poco importaba lo que esta mujer fuese diciendo por ahí. Cohen no pudo retrasar el pago, transfirió los 130.000 dólares a Daniels y ese dinero se lo repuso la empresa de Trump mediante otra transferencia ordenada por Allen Weisselberg, director financiero de la Organización Trump. 

Dos años después, en 2018, Cohen se declaró culpable de violar la ley federal de financiación de campañas por este pago a Daniels. Le condenaron por este y otros delitos a tres años y medio de prisión. Cohen es el principal testigo que tiene la fiscalía, que alega que los pagos a Daniels y McDougal violaron el límite de donaciones individuales. Para el fiscal estos pagos son el equivalente legal a que Cohen diese directamente dinero a la campaña de Trump ya que se hicieron en coordinación con el propio Trump con la intención de ayudarle a ganar las elecciones. 

Este caso llega en un momento político especialmente delicado. En Estados Unidos se ha puesto en marcha ya la máquina de las primarias

La defensa no lo tiene tan claro. Es evidente y quedó probado que Michael Cohen emitió una factura falsa, algo ilegal, pero se trata de un delito menor. Para poder condenar a Trump el fiscal tiene que demostrar que Trump instigó la comisión de ese delito menor para perpetrar uno mayor, el de alterar el curso de la campaña electoral. Según Cohen esto sucedió así, pero no deja de ser un testigo, la defensa presentará otros que afirmen lo contrario. Que digan, por ejemplo, que se trataba de simples gastos legales sin determinar. Cohen era abogado de Trump, le llevaba infinidad de asuntos, así que es algo plausible. También pueden testificar que, efectivamente, se pagó a Cohen para resarcirle por la transferencia a Daniels, pero ese pago no tiene necesariamente que ser clasificado como gasto de campaña. Un candidato puede comprarse unos zapatos, arreglarse el pelo o cambiar su vehículo en plena campaña electoral, pero esos gastos no tienen por qué engrosar la nómina de gastos de campaña, pueden ser simples asuntos privados sin más trascendencia. 

Tendrá que afinar mucho Alvin Bragg o sacarse un conejo de la chistera, algo gordo que los abogados de Trump no vean venir. Entretanto, este caso llega en un momento político especialmente delicado. En Estados Unidos se ha puesto en marcha ya la máquina de las primarias. En el Partido Republicano hay cuatro candidatos en firme: la exembajadora ante la ONU, Nikki Haley, el gobernador de Arkansas, Asa Hutchinson, el empresario Vivek Ramaswamy, y el propio Donald Trump, que lidera las encuestas. Falta por saber si el exvicepresidente, Mike Pence, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis, se deciden a presentarse. De ser así lo anunciarán en breve para estar listos de cara al otoño.  

El caso Daniels no parece de lo más oportuno. Un caso que juzga un presunto delito cometido hace siete años, que ya fue investigado en el pasado por una fiscalía federal y que se juzgará en plena campaña electoral de 2024. Es imposible no preguntarse si esta misma acusación se habría presentado contra cualquier otro candidato que no se llamase Donald Trump. Seguramente no. Nadie sabe cómo influirá a su candidatura en 2024 y tampoco cómo afectará a la percepción que los estadounidenses tienen de su sistema de justicia. Es posible que ambos salgan escaldados de esta historia. 

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