Torra exige a Sánchez que derogue el decreto que permite la movilidad de las empresas que quieran irse de Cataluña. Lo que no dice es que los suyos están haciendo listas de buenos y malos empresarios. Como en el País Vasco.
Consumo responsable con la República, impuesto revolucionario y otras hierbas
Son consecuentes con su cosmovisión totalitaria. Eso, unido a su afición de confeccionar listas de buenos y malos, ha llevado tanto a la ANC como a Gure Esku Drago – traducido como “Está en nuestras manos”, plataforma vasca separatista – a redactar listas de empresarios afines a su causa. En el caso de las Vascongadas, incluso con un cierto tono intimidatorio que recuerda a aquellas misivas que te invitaban amablemente a pagar el impuesto revolucionario. Numerosos hosteleros de la capital alavesa recibieron unas letritas de los de Gure a propósito de la cadena humana que pretendía enlazar las tres capitales vascas el pasado diez de junio. Se les “pedía” que aportasen el diez por ciento de las ganancias de ese día para la organización. Resaltemos el párrafo en el que anunciaban, y citamos textualmente, “Os irá a visitar uno de nuestros representantes para conocer vuestra respuesta”. Como diría el cásico, no hase falta desir más. Servir pinchos y zuritos en Vitoria vuelve a ser un deporte de riesgo si no pasas por las horcas caudinas de estas gentes. Es lo de siempre, señalar al disidente.
En Cataluña las cosas son iguales, aunque se vistan con formas más sutiles. Ahí tienen a los CDR, que están distribuyendo un folleto que parece más propio de una empresa cualquiera, un flyer, que dirían los modernos, en el que recomiendan contratar la electricidad y el gas con empresas “de las suyas”. Esgrimen como virtudes de estas que no forman parte del IBEX35, que no son conocidas por ejercer clientelismo político, que no enriquecen a las grandes fortunas, citando a la Monarquía entre ellas, y que carecen de puertas giratorias. En fin, lo de la economía igualitaria, sostenible, solidaria y ética. El paraíso terrenal, vamos.
Las enumeramos: Som Energía, CatGas, Estabenell Energía, Holaluz y Respira. Invitan a conocerlas, facilitan sus páginas web e incluso invitan a los ciudadanos a apuntarse a un canal de Telegram, Que no et prenguin el número, que no te tomen por tonto, más o menos. Acabarán regalando un juego de cuchillos y una batería de cocina a los que se apunten, como una vulgar empresa de Teletienda, ya lo verán.
Pero los alegres muchachos y muchachas de Elisenda Paluzie, esa ANC que parecía estar sesteando, se han puesto con la patriótica misión de elaborar una lista de empresas alternativas a, otra vez, el IBEX35. Consumo responsable con la República, lo llaman. Pretenden obtener una mayor soberanía económica, publicitando, lo quieran o no, corporaciones empresariales que se hayan distinguido, “su compromiso con la república” (sic). El resumen, no por breve, es menos significativo. Se trata de un boicot en positivo, o, lo que es lo mismo, decir a la gente “Éstos son los buenos, éstos son los sitios donde debéis comprar”, señalando a quienes no participan del jolgorio republicano y la deriva separatista. Como estupidez en una sociedad de libre mercado, es colosal. Como herencia de aquella Convergencia que se jactaba de representar al tejido empresarial catalán, es de sainete. Pretender que el consumidor compre aquí o allá en función de criterios ideológicos es estúpido y sectario como planteamiento. Paluzie, economista de profesión, debería saberlo.
No es la primera vez que su pulsión totalitaria afecta al comercio. Recuerden aquellas botigues en los que figuraba visiblemente en sus cristaleras el letrerito de “Aquí no queremos que compren policías nacionales ni guardias civiles”, cuando se desplazaron a Cataluña numeroso efectivos de las FFSS con motivo del pseudo referéndum. O, lo que tampoco es grano de anís, las pintadas intimidatorias a los propietarios de campings y hoteles que los alojaron.
No tan solo quieren que las calles, las televisiones y las radios sean suyas,. Ahora, además pretenden que también lo sea el mercado.
La cuadratura del Círculo Catalán de Negocios
Que el tingladillo de hacer listados de empresas sanamente separatistas – recuerda mucho a los de empresas arias, qué quieren que les diga – lo lleven aquellos que se definen como catalizadores del movimiento soberanista entre el empresariado catalán, tiene pelendengues. Si por algo se ha destacado el CCN es por haber sido una olla de grillos desde su fundación. Acuden a mi memoria las épocas en las que lo presidía Ramón Carner, un señor que se ganaba la vida como pollero, con perdón, vendiendo pollos y fabricando algunas de las bebidas más infumables que ha parido madre, como un sucedáneo de la Coca Cola, que Dios confunda, o una bebida isotónica que se llamaba “Desperta Ferro”, creo recordar, que te dejaba fulminado de lo pésima que era. Todo y así, Carner era una persona honesta y trabajadora, quizás por eso se lo sacaron de encima a la que pudieron, porque en esa entidad sobran las navajas, fíjense, algo tan español.
Ahora es David Fernández quien la preside, pero su peso específico en el mundo empresarial es el mismo de siempre: cero. No será porque no lo haya intentado, pero pretender construir un mercado, una red empresarial y un tejido de consumo propio se ha reducido a la producción de packs para las manifestaciones – camiseta ad hoc, bebida, cartelito, alguna chuchería y caramelos – y poco más. Comprenderán que a La Caixa o al Banco Sabadell todo esto le haya parecido siempre una fruslería. En Cataluña, guste más o menos, está el Foment del Treball, la patronal más antigua de Europa, o el Círculo de Economía. Pretender que uno abandone un Rolls Royce por un patinete es, como mínimo, de tontos. Señalemos que Fernández tiene vínculos sólidos con el PDECAT, nunca ha sido empresario y fue quien llamó a “hundir la economía española” no hace demasiado.
Así pues, lo lógico y sensato es pensar que nadie del mundo empresarial de peso, los que, por desgracia, se han ido de Cataluña para acaso no volver nunca, vaya a tomarse en serio a esta gente. Ahora, lo que sí puede suceder es que esto listados perjudiquen al pequeño empresario, al autónomo, al que tiene una pequeña empresa o comercio en la Cataluña interior, en la que es mucho más fácil ser señalado por el dedo acusador del separatismo. Ahí estás vendido si no comulgas con los de la estelada. Esto no tiene que ver lo más mínimo ni con la economía ni con el progreso ni con nada que no sea ejercer un control cada vez mayor en ese territorio en el que el separatismo se mueve a sus anchas. Malas perspectivas auguramos para los que, por vía de ejemplo, tengan un pequeño negocio de transportes en un pueblo catalán y se atrevan a mostrarse en contra del proceso.
Como siempre, quien acabará jodido será el pequeño, el autónomo, el emprendedor, los que conforman el tejido económico real del país, los que crean, con su sudor, puestos de trabajo en poblaciones que ven como sus habitantes se van a otros pagos. No contentos con haberse cargado la economía de Cataluña, propiciando con sus desvaríos la fuga de grandes empresas, ahora van a por los débiles, los que no han podido irse porque no tienen los recursos para hacerlo.
Que Torra le pida a Sánchez que derogue el decreto de marras con las empresas es de un humor negro, negrísimo. Es lo que tiene vivir de un sueldo público y no salir cada día a la calle a ver cómo se nos da el día. Parafraseando a Larra, después de esto, ¡monte usted una empresa den territorio separatista!
Que bien vivís, jodidos.