Al otro extremo del Mediterráneo tenemos lo que muy bien podría calificarse como un accidente en espera, una contingencia lista para activarse en cualquier momento y en la que, a medida que pasa el tiempo, se va acumulando tal energía que cuando detone alterará los precarios equilibrios mundiales. Consciente de que el tiempo juega a favor de su ideario islamista, pero acuciado por las necesidades internas, Erdogan aprovecha la política del avestruz llevada por Occidente para estirar los restos económicos de quienes, cegados por sus ambiciones, consiguen mantener viva la idea de que Turquía es un lugar manejable para realizar inversiones foráneas, hasta que se manifieste lo evidente y llegue el pánico, claro. Por todo ello, es casi obligado que, al menos una vez al año, demos un repaso a su situación.
El cambio de orden
Algo que como saben ocurre cada casi cien años y, en Turquía, el anterior era el orden de Kemal Ataturk, un militar brillante que impuso la secularización del Estado y la Sociedad y la occidentalización de las instituciones y las costumbres. Con él llegó un cambio radical y una modernización del país, la fundación de la república en 1923 y la abolición del último Califato en 1924, un complejo e interesante proceso de reformas que sería muy largo de explicar aquí. Solo recordaré que para los musulmanes un califa es, para entendernos, una especie de Papa y César al mismo tiempo.
Visto hoy con la perspectiva de la Historia, podría decirse que aquel reformismo fue otro intento fallido de "civilizar" el Islam, entendiendo por "civilizar" separar del Poder, de las mentes y los corazones de las gentes, el determinante bélico y religioso, algo que nunca ocurrió del todo ni creo que ocurra en ningún país islámico, pues las libertades individuales plenas son incompatibles con dicho credo. Otro ejemplo que de que eso es así es el propio Erdogan quien, en su ensoñación sobre las glorias del Imperio Otomano, uno de los más extensos y largos de la historia (enlace a infografía que marca su camino), ha trabajado con tesón y paciencia (no parará) para su restablecimiento. Turquía, como el resto del Islam, está en ese proceso de cambio hacia un orden islamista, algo que Occidente, con su ignorancia y corrupción gubernativa, entenderá por las buenas o por las malas y esto, que señalamos en 2013 cuando nadie hablaba de neo-otomanismo, es un patrón histórico clarísimo que Erdogan desarrollará a cualquier precio.
El coste económico
Como con la política, donde se ha apoyado la secularización turca al tiempo que se ayudaba a un aliado y se contenía a la URSS, en la Economía Turquía ha tenido todo tipo de apoyos a su desarrollo, siendo otro perceptor privilegiado en ese reparto global del que hablábamos al analizar la situación china. Igualmente, al estar al final de un ciclo largo y acabarse los desarrollos tecnológicos a repartir, la capacidad turca para dar empleo a su demografía explosiva se ha acabado también y las tensiones de Erdogan con la UE o EE.UU. solo han conseguido deteriorar las relaciones con países que, además, son sus mejores clientes; en ese sentido y viendo además donde va, que estando en la OTAN (es base de armamento nuclear táctico) quiere las defensas antiaéreas rusas S400 (¿Para defenderse de quién?), la suspensión de la venta de los F35 es casi obligada dado que ha dejado de ser un aliado fiable al que ha de dejarse a su suerte.
Para colmo, con Erdogan Turquía se ha situado entre los países con estadísticas poco o nada fiables y, quitando las transacciones exteriores, que son contrastables con terceros, donde tienen un déficit cercano al 5% del PIB, los otros datos no son creíbles; por ejemplo, el rebote tan fuerte tras la crisis del 2008-2009 no es verosímil, como no lo es su alto crecimiento o el leve enfriamiento tras el extraño golpe de 2016, ni lo es el paro de 2009 y mucho menos la inflación, dada la fuerte devaluación de su moneda. Lo más que se puede decir es que todas estas variables han ido a peor; mientras, ha creado bases militares en Qatar, Somalia y Sudan.
Sharia y mercado
Todos los estados tienen un Derecho pero lo que en Occidente consideramos "Estado de Derecho" es incompatible con la Sharia y eso, obviamente, afecta a la Economía. En su momento, cuando escribimos "los godos son malísimos", demostramos una evidencia clara, un patrón histórico evidente según el cual, cuando un país se islamiza cae su renta per cápita (si se des-islamiza sube), como pasó en todos los países musulmanes relevantes -1000 años de estancamiento- hasta que, las dos globalizaciones (G1 y G2 en la siguiente gráfica), les sacaron de su atraso secular.
Obviamente, a medida que el proyecto de Erdogan avanza (el islamismo, salvo derrota militar, es expansivo per se), que tiene enormes ambiciones e incluso ha afectado a elecciones europeas, los pobres turcos serán más pobres y la presión aumentará; las elecciones de este 24 de junio serán la puntilla de los demócratas y los kemalistas que quedan. Una salida al descontento de ese empobrecimiento auto infligido es una guerra exterior, que es otro patrón histórico y, como con Rusia ahora no puede, lo ha intentado con los kurdos iraquíes, pero tuvo que recular al apoyarles Estados Unidos; luego ha metido la patita en Siria y también le han parado rusos, sirios e iraníes. Con esos frenos en el sur y al este, decide mirar a poniente y brutalizar a griegos (ya ha muerto un piloto griego) y chipriotas, ya que los pobres no tienen quien les defienda en esta UE socialdemócrata, cobarde y suicida; tampoco lo harán los rusos, que bastante lío tienen y están tratando de sacar a Turquía de la OTAN y montando la alianza a tres con Irán. Finalmente, está la iniciativa de crear un ejército del Islam para atacar a Israel, idea de la que nadie duda es su principal promotor y que seguro piensa acometer con la misma paciencia con que ha desarticulado la "civilidad" turca o promueve la islamización de Europa. Por cierto, todos los países que quiere para sí, o tienen o se ha encontrado gas y petróleo en cantidades importantes, combustible necesario para las conquistas imperiales de su proyecto islámico.
El patrón devaluatorio
En ese ambiente de deterioro socioeconómico y evasión con fantasías bélicas imperiales la variable de ajuste sistémico es la moneda, que se ha devaluado un 100% en cuatro años en un proceso que tiene un patrón clarísimo, uno que creo se acelerará tras las "elecciones" y que lo único bueno que tiene, pues no mejora su déficit exterior, es que, dado que no consumen sus reservas internacionales, casi el doble de su déficit exterior, hace fácil el cálculo económico a quienes deban protegerse del delirio mesiánico de Erdogan cubriendo sus inversiones allí.
Termino diciendo que Erdogan, ya auto-reforzado en su presidencialismo, llegó al poder, como Hitler, Mussolini, o Chávez, gracias al sistema electoral proporcional de listas de partido, el mismo de aquí, uno que ha utilizado como nadie para, sin la representación del pueblo, imponer sus delirios de la misma forma que nuestros socialdemócratas y nacionalistas los suyos, dejándonos en muy mala posición para lo que llamamos "La crisis del siglo", una en la que Turquía, como Marruecos, serán actores principales de nuestro destino; mientras, otros intentan distraernos tocando la lira.