Opinión

Miquel Iceta y esa forma poco sutil de situar en el cadalso a periodistas críticos

La hemeroteca guarda un artículo del diario El País, fechado el 23 de enero de 1983, que se titula: “El caso de

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La hemeroteca guarda un artículo del diario El País, fechado el 23 de enero de 1983, que se titula: “El caso de La clave está cerrado, según Calviño”. Reproduce unas declaraciones de José María, padre de Nadia, en las que se refiere a la retirada de RTVE del programa de debate de José Luis Balbín, cosa que sucedió porque el PSOE había alcanzado el poder y ya no hacían falta las opiniones críticas en los medios de comunicación del Estado. Calviño, entonces director general del ente, la emprende contra los periodistas que criticaron la decisión de retirar de la parrilla de La 2 el mítico coloquio. De paso, hace un alegato contra la iniciativa privada en el sector audiovisual, la que podía quitar al PSOE la hegemonía en este campo. "Haré lo imposible porque sobre las cenizas de la televisión pública no se levante la televisión privada", manifiesta.

José María Calviño -el padre de ella- es parte del patronato de la Fundación Sistema, presidida por José Félix Tezanos, el mago del CIS. Desde ese púlpito, algunos socialistas de inspiración marxista, pero florido pensil en la práctica, fomentan análisis y debates "rigurosos" sobre "las grandes cuestiones de futuro". Entre ellas, sobre la salud de todos esos valores democráticos que se aceptan o se rechazan en función de lo que convenga en cada momento. Calviño y Tezanos firman las cuentas anuales de esta entidad y ambos permiten la publicación de columnas como la que firmó el pasado 10 de julio Óscar Iglesias, doctor en Sociología y miembro del PSOE. El texto estaba dedicado a defender a Tezanos y su método en el CIS, pero el autor lo aprovechaba para atacar al periodista Kiko Llaneras por los artículos que ha publicado en El País en los últimos tiempos, en los que señala de forma meticulosa y reiterada los errores de la institución.

Hay frases que llaman mucho la atención, como la siguiente: “Entre los miembros y miembras del grupete de las comidas que hace cinco años ya se estaban repartiendo algo que finalmente no llegó, hay pocos defensores de Tezanos”. Sin duda, una inyección sibilina de veneno por parte de un autor al que se le presupone conocimiento por su profesión, pero también subjetividad por su afiliación.

El ministro de Cultura, Miquel Iceta, celebró el artículo en sus redes sociales, donde también citó el nombre de Llaneras. Iceta es irrelevante desde el punto de vista académico -aquí se puede apreciar-, pero en política mediática ha demostrado ser un lince; y no sólo por su forma de camuflar determinadas carencias y complicidades con bailes y aspavientos, sino porque posee dotes de convicción innegables que han servido para moldear una parte del panorama informativo. Su influencia fue importante para que RTVE reclutara a Enric Hernández para comandar los noticiarios de la televisión pública, así como a Esteve Crespo y Pep Vilar, que también han sido responsables del área.

La opinión del PSC también fue relevante para, en 2021, pactar el candidato a presidir RTVE y algún vocal en el Consejo de Administración. Todo, saltándose a la torera el resultado del concurso público que se había convocado para tal fin. Había que meter a los afines en la casa y desde Barcelona transmitieron sus recomendaciones -bien acogidas siempre- a Moncloa. Iceta no sólo sabe susurrar, sino que también gusta que le susurren buenas palabras al oído. Así que, hace unos meses, firmó un convenio con el Grupo Promecal -el más importante de medios en Castilla y León- para digitalizar su archivo de prensa con fondos europeos (NextGen). Hay que tener contento al personal.

El progresismo reaccionario

El ministro bebe de esa larga tradición de Ferraz, que consiste en presentar al PSOE como un partido progresista y pulcro en el respeto de la libertad de información a la vez que, desde Ferraz, se ejecutan todo tipo de movimientos para controlar el discurso que recibe la opinión pública, aunque impliquen censura. Aunque implique proponer en público -como hizo Carmen Calvo- legislar sobre la libertad de expresión.

Lo de Balbín sucedió en un momento en el que el PSOE había sido cuestionado por su renuncio con respecto a la entrada en la OTAN, lo cual había generado más descontentos en su bando que en el contrario. A Llaneras -el último- le han puesto en la picota por dudar de la labor del CIS. Todo, mientras se desarrolla una campaña en la que Pedro Sánchez atribuye la caída de su popularidad a la manipulación de la realidad que efectúan sus críticos. Aquí se encuentran ciertas empresas demoscópicas, pero también medios de comunicación a los que han llegado a denunciar ante la Junta Electoral Central por la “opacidad” de sus encuestas. Que, casualmente, no eran beneficiosas para el PSOE.

Conviene tener presente que han transcurrido 40 años entre el primero y el último de los ejemplos que se citan anteriormente, lo que deja claro que la doble moral de los socialistas con respecto a los medios de comunicación no es novedosa. Lo que ocurre es que rechina cuando se pronuncia desde un Gobierno que ha sido tan invasivo en tantos sectores, además de falaz. Pedro Sánchez llegó a Moncloa sin alianzas mediáticas y a las pocas horas ya tenía de su parte a Prisa, a LaSexta y a varias de las cabeceras digitales con más audiencia. También a la gran empresa -salvo excepciones-, como se demostró en el acto de celebración de sus cien primeros días de Gobierno. En primera fila estaba lo más granado del Ibex 35.

La influencia del PSC de Iceta -con Maurici Lucena a la cabeza- ha sido decisiva para que AENA, Renfe, Indra o Hispasat estuvieran apadrinadas por socialistas. Los sectores públicos estratégicos los han controlado y, en cierta forma, también los privados desde que, en marzo de 2021, se aprobara el Real Decreto que incluye el escudo anti-OPAs. Eso permitió al Ejecutivo tener la última palabra sobre la propiedad de los medios de comunicación cotizados. Y eso fue importante para frenar la intención de Vivendi de crecer en Prisa. Un grupo, por cierto, de línea conservadora.

Así que suena un poco a tomadura de pelo el hecho de que el PSOE intente demostrar estos días que su declive se debe a las mentiras de la oposición -lo dice el partido que se inventó un Comité de Expertos para aplicar medidas como el confinamiento electoralista de los barrios de Madrid- y a las campañas de los medios conservadores. O, peor, a la desproporción que existe entre los medios afines (10%) y los beligerantes (90%, dijo). Es felipismo puro y duro. Es recurrir a Polanco para destruir al medio de comunicación que habla mal de mí; o poner apodos despectivos a los periodistas que señalan mis fallos. Con brocha fina o brocha gorda. De todo hay en la prensa, aquí y en todo el mundo, de una ideología o de otra. Todo es normal en las democracias representativas. Lo que ocurre es que aquí hay un partido que la ha patrimonializado. Y eso convierte a los críticos en disidentes.

A Iceta no se le puede exigir más, dado que no es ni técnico, ni académico, ni especialista en nada. Tan sólo un político profesional. Lo que ocurre es que, ante determinados señalamientos, como el que hizo a Llaneras, no conviene quedarse callados.

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