Opinión

Política de fichajes y tiros en el pie

Es lógico que los partidos hagan fichajes, ya sean ‘cuneros’ o ‘paracaidistas’, pero hay que elegir mejor o acabarán como el refrán: ‘Días de mucho, vísperas de nada’

  • Fernando Paz.

Una de las claves de la regeneración era dar paso a la sociedad civil, a esas personas que, alejadas de la política por desafección a lo existente, fueran elementos valiosos para el necesario cambio. La teoría era encomiable. Todos nos imaginábamos que, por arte del derribo del “odioso bipartidismo”, podríamos constituir una especie de república de intelectuales y técnicos.

De esta guisa, las dos últimas semanas recuerdan a la prensa deportiva en fechas estivales: los fichajes más mediáticos, bien negociados, con damnificados que deben ceder su dorsal, para equipos que aspiran a ganarlo todo. No obstante, es conveniente distinguir esos fichajes, porque no son iguales y responden a distintas necesidades.

En primer lugar están los llamados 'cuneros', siguiendo la sabia terminología de nuestro siglo XIX, tan hábil para describir la dinámica interna de los partidos, esa misma que no ha variado, como muy bien señalaron Ostrogorski y Michels. Se trata de personas que coloca la dirección del partido en una circunscripción que no es la suya, pero que han militado o son afiliados de la organización.

El ejemplo más claro sería el de Cayetana Álvarez de Toledo por Barcelona. La crítica a su nombramiento por no   saber  catalán o no haber nacido allí es propia de una concepción cateta de la política. Otra cosa es el posible dolor que haya podido causar a los populares del lugar o a alguna postulante, pero, dada la deriva hacia la extinción que emprendieron hace años, puede ser un experimento positivo.

El tiro en el pie más llamativo de los últimos tiempos ha sido el fichaje de Fernando Paz por Vox, un tipo que afirma que la homosexualidad es una enfermedad mental

En segundo lugar están los 'paracaidistas', un término mucho más moderno que procede del mundo anglosajón. Se trata de fichajes de personas ajenas a la dinámica interna del partido, impuestas por la dirección en un distrito que no despega, con la esperanza de que su popularidad tenga tirón electoral. Es la maniobra oligárquica más arriesgada: nada garantiza que el 'paraca' sepa moverse en la sociedad del espectáculo político con la misma destreza que en otros ámbitos, desconoce la materia de examen, y es más vulnerable a las zancadillas internas.

El caso más evidente es el de Pepu Hernández, entrenador de baloncesto que nos dio buenos momentos ante la TV pero que es ajeno totalmente a la política. Ganó las primarias en el PSOE madrileño gracias a la “influencia moral” -en expresión de Posada Herrera, el gran muñidor electoral del XIX-, que realizó Pedro Sánchez, auténtico caudillo del socialismo cañí. Mucho ha de estudiar el exentrenador para hacer frente en un debate municipal a Villacís y Almeida.

Ahora bien, no es lo mismo la táctica del 'paracaidista' en partidos viejos, como PP y PSOE, que en los de la 'nueva política'. El motivo es que son organizaciones que carecen de estructura local y de cuadros, y que cualquiera, o casi, es bien recibido.

Manuela Carmena fue una 'paracaidista' en Podemos, tras muchas negativas, como la de Federico Mayor Zaragoza, y hoy se ha emancipado. Fue un tiro en el pie con efectos retardados, de esos que se gangrenan. Luego ficharon a Julio Rodríguez, exJemad, que ha fracasado en todos sus empeños, como Almería, y no es bien acogido en ningún sitio, véase Madrid. Hoy no hacen fichajes, atentos solo a las divisiones y marcas nuevas.

Ciudadanos se ha dado dos tiros en el pie. El primero de ellos fue Silvia Clemente, que lo había sido todo en el PP de Castilla y León. Pablo Casado, con buen criterio a la vista de las últimas noticias, decidió prescindir de ella. Fue entonces cuando el entorno de Rivera negoció su fichaje, en perjuicio de Francisco Igea, líder regional de Cs.

Las primarias estuvieron marcadas por la “influencia moral” y el 'pucherazo', que dejaron en evidencia la endeblez del discurso regeneracionista de la formación. Además del desprecio a la militancia quedó patente el enfrentamiento entre Luis Garicano, favorable a Igea, y Villegas. ¿Era necesario lanzar una 'paracaidista'? No, pero parece que lo exigía el centrismo entendido como tarea de coger ideas y personas de un lado y otro.

Tampoco le han ido bien las cosas a Cs, con unas primarias, pucherazo incluido, que han evidenciado la endeblez del discurso regeneracionista de la formación

El otro tiro en el pie ha sido el fichaje de Marcos de Quinto, que irá de número dos por Madrid tras Albert Rivera. El pecado de este 'paracaidista' en esta España del patriotismo fiscal, del “Hacienda somos todos”, en la que no existe ya la presunción de inocencia, y la apariencia lo es todo, es el peor que se podía imaginar: no ha pagado impuestos aquí, sino en Portugal. Y lo ha hecho aprovechando una triquiñuela: los extranjeros allí no tributan durante sus diez primeros años de residencia. Esto casa muy mal con el discurso de Ciudadanos de protección de la “clase media trabajadora”, un latiguillo muy frecuente en Rivera.

Ahora bien, el tiro en el pie más llamativo de los últimos tiempos ha sido el fichaje de Fernando Paz por Vox, un madrileño presentado en Albacete. Es cierto que ya pasó por sus filas, pero se marchó disgustado por la gestión de Santiago Abascal.

La peor baza de los 'voxistas' es que se conviertan en una caricatura de sí mismos

La peor baza de los voxistas es que se conviertan en una caricatura de sí mismos. Hasta ahora, la provocación y la propaganda inversa -la que hacen los adversarios al hablar mal del contrincante- había funcionado en el auge de esta “derecha sin complejos”. Las críticas al feminismo supremacista y a la memoria histórica eran efectivas para los intereses de Vox, marcaban el debate político, y les otorgaban un protagonismo que les hacía ganar votos.

Ahora bien, Fernando Paz es una vuelta de tuerca imposible de encajar: afirma que la homosexualidad es una enfermedad mental, que el Holocausto es discutible, que los juicios de Núremberg fueron poco más o menos que nulos de pleno derecho, que el bombardeo de Guernica fue propaganda inglesa, o que Franco es admirable. Esto lo ha dicho también en sendas conferencias pronunciadas en las sedes de Falange y de Alianza Nacional, cuyo líder se define como “hitleriano”.

Es lógico que los partidos hagan fichajes, sobre todo los nuevos, ya sean cuneros o paracaidistas, y algunos son buenos, pero hay que ser más listo o acabarán como el refrán: "Días de mucho, vísperas de nada".

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