Si no conocen a Ambrose Bierce, corran a leerlo. Su Diccionario del diablo es imprescindible. Este escritor y periodista, desaparecido en el México revolucionario del 1913, dejó escrito que la paciencia era una forma menor de la desesperación. Eso sí, disfrazada de virtud. Ignoro si los dirigentes de Esquerra conocen a Bierce, pero actúan coherentemente con esa definición. El separatismo está desgajado en dos frentes cada vez más opuestos, a saber, los que siguen en la tesis del o todo o nada – cada vez menos, digámoslo todo – y los más cucos que pretenden estirar el chicle del chantaje hasta que se pueda. Ir viviendo del cuento y ya veremos si mañana llueve o no.
De ahí que las palabras de Aragonés acerca de que la cacareada consulta sobre la independencia sería hacia el 2030 no hayan sorprendido a nadie. Y como el hombre es panglosiano, espera que antes se habrá llegado a un acuerdo, lo que interpretado según su prisma querría decir que el Estado les ha entregado Cataluña con armas y bagajes. Más todavía, lo que no es grano de anís. Aragonés es fiel ejemplo de las tesis de Junqueras. Seguir teniendo las llaves del cortijo y hacer y deshacer a su antojo pero manteniendo las formas. Los republicanos han sabido copiar al pujolismo en su estrategia de hacer la puta y la ramoneta. Si les va a rentar muchos o pocos votos en el futuro es cosa que todavía no puede decirse. Que es muy práctico a la hora de mantener sus poltronas, seguro.
Pero que nadie crea que esta larga cambiada del separatismo es inocua. Desesperada, sí, pero jamás inocente o claudicante. Porque en Cataluña se sigue manteniendo la dictablanda – o dictadura, según lo veamos – que soportamos quienes no compartimos el ideal lazi. Sirva como muestra lo sucedido en la localidad de Besalú, esa que aparecía en la campaña para atraer el turismo del resto de España, y en la que una imagen del puente de ese pueblo, icónica, por otra parte, aparecía convenientemente retocada por fotoshop, escondiendo la inmensa estelada que luce ahí desde hace ni se sabe. Como en tu casa, decía la propaganda. Anda que no.
Creo que los radikalinsky de Bruselas deben estar muy rabiosos con las declaraciones de Aragonés, de ahí que recrudezcan sus actividades haciendo lo único que saben: estigmatizar, marginar, excluir, insultar, dividir, romper. Nada útil
Rabiosos porque ven cómo la juventud emplea cada vez más el español en su vida cotidiana y porque el deseo de independencia va descendiendo inexorablemente entre la población, que lo único que desea a estas alturas es trabajo, orden y menos chupópteros, los chicos estelados están que trinan. Por eso en Besalú la Plataforma per la Llengüa ha denunciado al tren turístico que recorre dicha ciudad. Se conoce que no emplean la vernácula en sus visitas no programadas y, claro, eso no se puede tolerar. Así que han exigido al consistorio que les retire la concesión. ¡Qué se han creído esos españolazos!
El alcalde de ese, por otra parte, hermosísimo pueblecito, pertenece a Junts, el partido de Cocomocho, Borrás and many others. Y el hombre se ha apuntado al carro, perdón, al tren, pidiéndole explicaciones a los del trenecito. Diga usted que sí, alcalde. Que aquí lo sustancial es si se habla en la lengua de Cervantes o en la de Pompeu Fabra. Que vengan más o menos turistas es subsidiario. Además, en algo hay que entretenerse hasta que llegue ese ansiado 2030 en el que ustedes conseguirán la república catalana social, revolucionaria y con perspectiva de género en la que todos seremos catalanes y el que no quiera se verá obligado a serlo. O a emigrar, que aquí no admitimos a paniaguados españoles, tan opresores y viles, ellos.
Creo que los radikalinsky de Bruselas deben estar muy rabiosos con las declaraciones de Aragonés, de ahí que recrudezcan sus actividades haciendo lo único que saben: estigmatizar, marginar, excluir, insultar, dividir, romper. Nada útil. De ahí que en el Parlamento catalán la señora Borrás haya decidido montar una formación musical con los suyos para cantar a coro ¿Y el referéndum pa cuándo?
No me digan que no son bonicos.