Al congreso federal del PSOE de este pasado fin de semana en sevilla, con tanto delincuente indultado y tanto investigado judicial presentes, solo le faltaron, al lado de la tienda del merchandising, unos cuantos puestos de empresas de seguridad y alarmas para que los profesionales del ramo que llegaron al acto para ser aplaudidos y ovacionados se pusieran al corriente de las últimas novedades en su materia de interés.
Lo que el ciudadano medio que en algún momento dedicó algún rato del fin de semana a enterarse por encima del asunto percibió del akelarre sanchista fue en primer lugar la distancia insalvable que separa a esa gente del mundo real. Insalvable porque de no ser ese el caso los propios cuadros socialistas, todos ellos montados en el ascensor infernal de las simpatías o fobias de su cada vez más desquiciado líder, se hubieran dado cuenta de la profunda sensación de bochorno que producen sus aspavientos, su excitación, sus aplausos enloquecidos y sus votaciones a la búlgara. El olor febril y azucarado que desprende la desesperación de quien se lo juega todo no solo a caerle en gracia al gran Jefe , sino a que el gran jefe a quien han confiado su futuro siga en el poder, presenta la característica casi parestésica de transmitirse por el papel de los periódicos y las pantallas de los teléfonos. No hubo este fin de semana en la España civil quien le prestara atención a semejante espectáculo más de unos minutos seguidos. La charada era insoportable.
También es verdad que no era eso lo que se pretendía. La celebración, con su mártir invicto de cuerpo presente, era para uso interno. Para cerrar filas, identificar a desafectos y amarrar a todos en el mismo palo mayor que el Presidente del Gobierno. Todos somos Pedro y todos somos Begoña, todos somos wuakalua y todos hemos tenido tratos con Aldama, todos odiamos a Ayuso y todos mandamos correos a Lobato, ese hereje, con la filtración de la fiscalía. Y mientras aplaudimos hasta que nos duelan las manos vigilamos con el rabillo del ojo a nuestros vecinos de fila para comprobar que no dejamos de aplaudir antes que ellos. Se tiene que ver que somos leales, se nos tiene que oír reír por los pasillos mientras saludamos a unos y a otros con mucho movimiento de credencial.
Dos días de culebreo intensivo del que habrán salido ganadores y perdedores en todas las divisiones de la competición
Pedro es el jefe, Pedro es el más guapo y el más inteligente, los jueces están contra él porque la extrema derecha no puede con su liderazgo de otra manera, somos los más puros, los más honrados y los más progresistas y vamos a seguir gobernando hasta el fin de los tiempos y ven que te dé un abrazo compañero. A la vuelta nos llamamos, nos decimos, mientras vamos identificando a alguna otra presa que nos convenga más para la promoción personal. Porque en este PSOE mediocre en el que alguien como Cerdán, dicho sea con todos los respetos, puede encaramarse al número dos de la organización, yo también puedo llegar muy lejos si dejo la conciencia a un lado y aprendo a moverme bien. Ni siquiera hace falta estar licenciado para tener una cátedra ni escribir una tesis para ser doctor. En la religión sanchista el verbo también se hace carne y las mentiras, una vez dichas, se convierten en la verdad oficial. No solo eso, sino que pasan a ser creídas como realidades inapelables.
Dos días de culebreo intensivo del que habrán salido ganadores y perdedores en todas las divisiones de la competición. Alcaldesas de pueblo pizpiretas y marisabidillas saldrán de Sevilla con media carrera hecha y concejales que no manifestaron su apoyo con la suficiente contundencia o no supieron hacer olvidar que formaban parte de la ganadería equivocada lo harán, tirando de maleta de mano por el andén de la estación de Santa Justa de vuelta a su ciudad de provincias, en vía muerta. Como toda representación teatral del poder, detrás del todopoderoso, en segunda fila, sonreían los bufones. Ese padre Ángel presente en todas partes menos en las residencias de ancianos de las que era responsable y que la Comunidad de Madrid tuvo que rescatar. Que hacīa ahí, solo él lo sabe, aunque podemos sospecharlo.
Era obvio que la ceremonia no podía terminar sin la presencia de su reina. Y en esa confusión tercermundista en la que se ha instalado el PSOE, confundiendo los manejos familiares con la estructura de partido la llegada de la compañera Begoña se celebró como un advenimiento. Grandes sonrisas de las que tensan los músculos de las mejillas y no llegan a los ojos, de esas de vamos a creérnoslo nosotros porque como los que votan se den cuenta de la naturaleza de castillo de naipes de esta agencia de colocación que nos hemos montado entre todos, de un soplo colectivo nos mandan a todos a casa.