Opinión

Si es tan fácil, hazlo tú

Es triste que a tantos adultos haya que acabar hablándoles como a niños, contaminados como están por la ideología y los prejuicios. Eso ocurre con la mala imagen social de los empresarios, esas personas que se implican en crear negocios que crean empleo

  • Imagen de archivo de un supermercado. -

Es triste que a tantos adultos haya que acabar hablándoles como a niños, contaminados como están por la ideología y los prejuicios. Eso ocurre con la mala imagen social de los empresarios, esas personas que se implican en crear negocios que crean empleo y pagan impuestos, pero a los que tantos no los ven mérito alguno. Lo más irónico del caso es que cuando esos mismos críticos escuchan a Pedro Almodóvar (el director de Átame, una película que hoy sería vilipendiada por los defensores de lo políticamente correcto) defender las subvenciones al cine con el mismo argumento, sí les parece bien. Es decir, arriesgar dinero privado (por supuesto en pos de un beneficio económico, por el mismo motivo que todos trabajamos: ganar dinero) para crear un negocio que, si tiene éxito, puede generar impuestos y empleos, se ve mal, pero sí es usando dinero público, no. La incoherencia no acaba ahí, se admira al futbolista que gana millones, mucho más que el taquillero del estadio, pero se critica al directivo empresarial que gana más que la media de los empleados. ¿Es ignorancia o ya a estas alturas es maledicencia?

Ya comenté aquí el caso de bonÁrea, una cooperativa, muy famosa en Cataluña, pero que se está expandiendo por otras autonomías, que tiene supermercados donde vende mayoritariamente productos que proceden de ganaderos y agricultores locales, que posee sus propios mataderos e instalaciones donde elabora incluso comidas elaboradas. Por supuesto no cotiza en bolsa ni se les puede acusar de “capitalismo despiadado”, y, sin embargo, sus precios son similares a los de Mercadona o Lidl, los “super” con mayor cuota en España. Y es que es falso que los “enormes” márgenes sean los responsables tanto del aumento de los precios de los alimentos (como se dijo en 2022 y 2023) como del desencanto de agricultores y ganaderos, como algunos dicen este 2024. Hay muchas empresas de distribución minorista de alimentos a los que no les va bien (como Día o Eroski, y a muchos negocios más pequeños), y sus precios son similares a los que sí obtienen grandes beneficios. Es la prueba irrefutable que no es el precio final el determinante.

Los consumidores queremos tener en cada establecimiento de todo a todas horas y, si podemos elegir, siempre adquirimos lo que tiene una fecha de caducidad más lejana

Gente que no conoce cómo funciona el sector parece ignorar que los márgenes no se pueden calcular con soflamas populistas, como denunciar el precio al que los agricultores venden, por ejemplo, las acelgas, y compararlo con el precio de venta al público en una tienda. Primero porque en cada paso desde esa primera transacción hay muchas empresas con sus costes (y que también pagan impuestos y crean empleos, que recogen, distribuyen, seleccionan, limpian, empaquetan… y cuando llega a una nave, hay que distribuirlo entre muchos puntos de venta con medios de transporte y empleados que pagar). Por otra parte, y esto creo que es fácil de suponer a poco que se piense en ello, hay muchísimo producto fresco que acaba caducando. Porque los consumidores queremos tener en cada establecimiento de todo a todas horas y, si podemos elegir, siempre adquirimos lo que tiene una fecha de caducidad más lejana. Sin tener en cuenta cuánto producto se echa a perder jamás se puede calcular bien un margen. Lo que sí se sabe es lo que pone en las cuentas auditadas que dicen que, por ejemplo, el beneficio medio neto de Mercadona, ya lo comentamos hace tiempo, es de 0,025 euros por cada euro vendido. Y no hay más, su éxito, más allá de detalles de gestión largos de explicar, es su enorme volumen de ventas, no un margen exagerado.

Suelen ser productos que pierden frescura muy rápido, y usan esta app porque la alternativa de siempre ha sido el cubo de la basura, cuyo resultado económico para el empresario es, evidentemente, muy negativo

El tema de la comida que se tira no es baladí, de hecho hay una app, cada vez más popular, que se llama Too Good To Go, que vende productos con una fecha muy cercana de caducidad, a un tercio del precio marcado en las estanterías. Carrefour, por ejemplo, está adscrito a ella, y prácticamente a diario en cada supermercado de su cadena, tanto grande como pequeño, lo ofrecen. Para los que andan un poco apurados de dinero y lo vayan a consumir pronto, es una oportunidad de adquirir (a ciegas, eso sí) algo con una rebaja del 66,6%. ¿Por qué Carrefour hace esto? Evidentemente, porque prefiere ganar algo vendiendo con ese enorme descuento que tirar la pizza, los dónuts, las bolsas de ensalada, etc. que les caducan. Floristerías, restaurantes, tiendas de gasolinera… hay muchos negocios que ofrecen sus productos en esta app. y los que más, las panaderías y pastelerías. Lógico, en general el pan o los bollos tienen mucho “margen” entre el coste del producto y el precio de venta final, pero, aparte del coste de elaboración, energía, transporte, empleados, impuestos, etc. (esos que algunos siempre ignoran), también está que suelen ser productos que pierden frescura muy rápido, y usan esta app porque la alternativa de siempre ha sido el cubo de la basura, cuyo resultado económico para el empresario es, evidentemente, muy negativo.

Por desgracia, si ciertas críticas fueran fruto de la ignorancia, bastaría con que aprendieran y vieran que no tiene sentido quejarse de los supermercados que ganan dinero sin fijarse en los que pierden, o que no se puede hablar de márgenes del campo a la mesa sin saber cuántos intermediarios hay, o que para conocer las cifras reales de beneficio de un negocio basta con leer los resultados auditados. Por eso no creo que sea el no saber el problema que tienen algunos.

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