Un amigo me escribe por el privado de Twitter, preguntando qué opino de la situación en Palestina. Le digo que cuanto más leo menos comprendo y comentamos artículos que nos han interesado, sobre todo una columna de Juan Manuel de Prada donde habla de la alta densidad de población de Gaza, de los cristianos que viven allí y de la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial. "Da igual", me corta. "Prefiero no hacer de este asunto tan espinoso motivo para perder amistades". Bien hecho: cada vez nos enfadamos más por conflictos que no podemos arreglar ni empeorar.
En la prensa ha pillado por sorpresa que el diario progresista y liberal The Guardian despida a su mejor humorista gráfico por una viñeta contra Netanyahu. Piensan que hacía alusión a El mercader de Venecia, obra que consideran antisemita, aunque los estudiosos de Shakespeare no se ponen de acuerdo sobre esto. El caso es que Steve Bell ha explicado que el dibujo es un homenaje a otra viñeta de 1966 sobre los problemas de Lyndon B. Johnson en Vietnam. El despedido también contó que hacía tiempo le pedían que mandara borradores horas antes del cierre para que fuesen aprobados por la directiva. Censura pura y dura en el diario de referencia de la izquierda europea.
Conflicto cotidiano
En la prensa española, muchos columnistas reciben insultos por sus posiciones. Se ve claramente qué firmas se esfuerzan en sus textos y quiénes ejercen de mamporreros. Rosa María Artal firma una columna especulativa y delirante donde sugiere la idea de que Netanyahu pudo parar el salvaje atentado de Hamás contra la rave pero prefirió no hacerlo para legitimar las represalias posteriores. En las antípodas de esta actitud, el medievalista Alejandro Rodríguez de la Peña comparte un tuit luminoso: "En un conflicto hay tres grupos de opinión: a la mayoría solo le preocupa identificar quiénes son los suyos; a algunos les preocupa el ius ad bellum, si es una guerra justa; a unos pocos nos preocupa el ius in bello: cómo actúan los dos bandos con los civiles". Justo en esta última mirada se intuye una la salida, como nos enseñaron los proyectos de colaboración del director de orquesta Daniel Barenboim (judío) y el crítico cultural Edward Said (palestino).
La hija de Guardiola publicó un largo post en Instagram contra la pasividad ante el "genocidio" en Gaza
Por último, el fútbol. Este deporte casi siempre ajeno a las pasiones políticas se está tirando de cabeza al barro de la disputa. El portero israelí Dudu Aouate llamó "hijo de puta" a Benzema por posicionarse con Gaza. Los jeques del Manchester City anunciaron que apoyarían públicamente a Palestina, mientras la hija de Guardiola publicaba un largo post en Instagram contra la pasividad ante el "genocidio" perpetrado por Israel. También se ha sabido que el islamista radical que mató a dos personas en Bruselas grabó un mensaje previo con la camiseta del Ajax, que es un equipo proisraelí. Poco a poco crece la tensión y será complicado que no estalle.
vallecas
Mire no voy a discutir por la semántica. Terroristas, militantes, soldados, libertadores, me da igual. Lo cierto es que estas "personas" han asesinado a bebés, niños, personas indefensas. ¿De verdad, por favor, que nadie de la izquierda nacional y mundial pidan, al menos, que se les detengan y les pongan a disposición judicial? Estamos entrando, cayendo en la trampa de los radicales. Oímos a personas normales que viven en Madrid y que no tienen nada personal en el conflicto (su hijo no ha muerto) decir unas cosas que HIELA La Sangre.